domingo, 29 de septiembre de 2013

Mas allá de la Verdad. La memoria buñueliana de Gioacchino di Blasi en la potencia de su inexactitud.


“La memoria, indispensable y portentosa, es también frágil y vulnerable. No está amenazada sólo por el olvido, su viejo enemigo, sino también por los falsos recuerdos que van invadiéndola día a día... 
La memoria es invadida constantemente por la imaginación y el ensueño y, puesto que existe la tentación de creer en la realidad de lo imaginario, acabamos por hacer una verdad de nuestra mentira. Lo cual por otra parte, no tiene sino una importancia relativa, ya que es tan vital y personal la una como la otra...
Mis errores y mis dudas forman parte de mí tanto como mis certidumbres... el retrato que presento es el mío, con mis convicciones, mis vacilaciones, mis reiteraciones y mis lagunas, con mis verdades y mis mentiras, en una palabra: mi memoria.”
Así termina Luis Buñuel el primer capítulo de su libro Mí último suspiro, esa autobiografía contada al que fuera su guionista acompañante en sus últimas películas, Jean-Claude Carrière, quien, según su nota introductoria “le ayudó a escribir"  dichas memorias.
En estos tiempos de tanta memoria digital, nos hemos acostumbrado a que acudir al pasado consta de unos pocos clicks: uno para ir a un carpeta, otro para abrir un archivo y otro para ver el material allí alojado y mostrarlo.
En realidad, solemos pensar en nuestra memoria como algo parecido a esto. Vamos (o algo nos lleva) a un lugar y una fecha de nuestra memoria, lo recordamos con la imaginación y el sentimiento y construimos un relato con lo que allí hay,  lo contamos.
Pero en el país de la memoria humana, todo es más buñueliano de lo que parece.
El primer título que pensó Gioacchino para su película era A ver si contamos la verdad.  Era una declaración de intenciones. Una postura, una hipótesis para comprobar si era posible. El sabía que iba a aventurarse a un viaje por su memoria. Este título se mantuvo casi hasta la penúltima semana cuando ya estando en el hospital, por algún motivo, nos mostró unas notas de su cuaderno y nos contó que había estado barajando otros títulos y que creía que Más allá de la Verdad debería ser el nombre final de la película. 

domingo, 22 de septiembre de 2013

El hombre inimaginable. Más allá de la Verdad. La primer película de la Fábrica de Cine sin Autor empieza su cierre.


“¿Qué poder interno, qué ‘maná’ misterioso poseía el cinematógrafo para transformarse en cine? - decía Edgar Morin en el Hombre imaginario mientras sigue enunmerando frases aludiendo al cine.... ‘El cine es creador de una vida’.. declaraba en 1909 Apollinaire. Continuamente se leen expresiones como ‘ojo surrealista”, ‘arte espiritista’ (Jean Epstein), y sobre todo la palabra dominante: ‘el cine es sueño’ (Michel Dard). ‘Es un sueño artificial’ (Théo Varlet). ‘¿No es también un sueño el cine?’ (Paul Valèry). “Entro en el cine como en un sueño” (Maurice Henry). ‘Parece que las imágenes que se mueven han sido especialmente inventadas para permitirnos visualizar nuestros sueños’”
Sueños, sueños, sueños. 
El miércoles 15 ofreceremos a todos los que quieran ver el primer corte final de Más allá de la Verdad, la primer película que entra en etapa final de postproducción.
Mientras preparamos trailers, carteles, notas, fotografías y textos para el espacio web que en en unos días haremos público, es inevitable pensar en todo su proceso, porque las películas, son fundamentalmente su proceso de creación.
Un día de mayo entraba en nuestras vidas un hombre cualquiera, “un hombre inimaginable” que deambulaba como un sueño de sí mismo por la estación de Legazpi de Madrid. Estábamos cansados. Habíamos hecho varias entrevistas a pie de calle. El fue la última ¿Y tú qué película harías?.... Cortamos y nos volvimos a Matadero en mitad del barullo de las dos primeras semanas para seguir trabajando. 
- ¿Cómo dijo que se llamaba el tipo del final, que era italiano no?
- No sé. Ahora cuando capturaremos...
- Dijo que estaba dispuesto a hacer una peli...
- Bueno, ya sabemos como es la gente... a ver.
Estábamos a mil empezando a tantear el barrio, al mismo tiempo que armando las instalaciones en Intermediae Matadero Madrid donde estaríamos hasta el día de hoy, con la incertidumbre de qué podía realmente pasar con todo aquello.
Ibamos muy atareados, como siempre vamos. Tan atareados que no teníamos ni la más remota idea de lo que aquel señor mayor, Gioacchino Di Blassi, desencadenaría. Porque solemos tener la torpeza de no relacionarnos tan bien con los sueños cuando los tenemos delante. Porque vivimos como si los grandes momentos de la vida estuvieran en algún lugar ajeno al momento presente, al acontecer cotidiano. 

domingo, 15 de septiembre de 2013

¡Destruir la Cultura!. La Sinautoría y una evidencia constatable.


Debatíamos esta semana la preparación de unos círculos de estudios que quisiéramos poner en marcha y de los que ya contaremos en las próximas semanas cuando se haga oficial.
La pregunta rondaba en cómo transmitir y hacer vivir  la experiencia de la Sinautoría en que se basa nuestro trabajo cinematográfico y cómo enseñarla, o, más bien, cómo podemos hacerla vivir.
Como siempre, cuando decimos que estamos planteando otro modelo de producción cinematográfica y cultural, asalta una especie de argumentario de la sospecha: ¿es posible plantear algo realmente nuevo en el terreno del arte y de la cultura? ¿No es demasiado ostentoso decir semejante arrogancia? 
La Sinautoría  (perdón a quienes nos siguen porque ya lo sabrán), es el concepto madre de una metodología de democratización de la producción cultural, que nosotros hemos aplicado primeramente al cine y que surgió de estos años de experiencia y reflexión.
Dicho de forma escueta, se trata de hacer un desplazamiento de poder desde quienes ejercen la autoridad y la propiedad de producirla y gestionarla. Desplazamiento de un poder que se le quita a quienes la ejercen, sobre todo los artistas, creadores e instituciones y que se otorga a la gente común. En realidad, siempre estamos hablando de personas en diferentes situaciones. La gente en su vida cotidiana, los creadores en sus espacios y estados de trabajo y quienes ejercen cargos, responsabilidades y tareas de gestión en sus cargos públicos y privados. Personas, grupos concretos en los que cada quien asume lo que culturalmente hereda como función o rol social con respecto a lo que se produce como “Cultura”. 
La gente aún se encuentra en su mayoría recluida a su función de público, espectador, visitante, usuario a lo sumo; los creadores en su función de nutrir de obra al entramado social, del tipo que sea; y los cargos de las instituciones, gestionando, diseñando la telaraña infraestructural y los espacios donde se da habitualmente el encuentro entre las obras de los artistas y la gente.
En ese encuentro podrá haber más o menos interacción, pero parece claro que la relación social que teje el sistema cultural, está aún anclado en estos rígidos y antiguos compartimentos estancos.
Aplicar la Sinautoría en el terreno de la producción quiere decir generar mecanismos que  distribuyan y hagan circular la autoridad y propiedad de las decisiones entre grupos específicos de gente cualquiera, de gente no vinculada a este sector productor-administrativo.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Simple y no simple. Por donde comienza la imaginación... Materialidades para producir el CsA.


Posiblemente si uno cuenta que la agenda de una reunión para planificar el año sean temas como vivienda, situación monetaria de cada quien, ocupación de la planta de un edificio para abaratamiento común, crianza compartida de una niña, vaticinios sobre el devenir político de la crisis, análisis del tejido institucional cultural donde estamos metidos, pues no parecería que estamos hablando exactamente de producción cinematográfica.
No sabemos si todos los colectivos artísticos pasaran por lo mismo pero es posible que sí, que al menos aquí, la producción cultural de cualquier grupo de personas que se embarque en ello, tenga que tantear lucidamente el piso antes de que algún tipo de inspiración creativa le venga. Al menos a nosotros, la primera reunión de CsA se ha ido con esos temas.
Rápidamente uno puede hacer asociaciones superficiales y decir cosas como ¡en el tiempo de crisis tenemos que ver como comemos y donde vivimos para luego pensar en la creación cultural! o simplemente ¡la cosa está chunga! y de ahí seguir con un discurso apabullante de la catástrofe, que obviamente, es real.
Ahora bien, es honesto decir que para nosotros, la materialidad de la vida de cada quién puesta sobre la mesa y la materialidad de lo que producimos y cómo producimos, han estado ligadas indisolublemente desde el principio. 
Se puede decir con términos más rimbombantes. Las relaciones de vida determinan la relación con los medios de producción y con lo que se produce. Se atraviesan constantemente.
Pero es verdad que no todo es subjetivismo solidario y voluntarismo de autogestión. “Somos la hostia y podemos con todo”. Pues no. El año pasado fue un año, lo notamos ahora a la distancia, en que nos desbocamos en la Fábrica de CsA de Intermediae Matadero y alcanzamos una intensidad de trabajo que tuvo sus convulsiones en la relación colectiva y dificultades varias para mantener los objetivos.
Al final ¡salimos vivos!, solemos decir. Es que a veces, incluso de los proyectos y momentos más ilusionantes no se sale vivo, como colectivo. Seguir viviendo es algo tan natural como morirse, en la vida individual como en la vida colectiva y aunque a la muerte, la desintegración, la desaparición de las cosas las tengamos como algo accidental. Es la ridiculez de gran parte de la deformación cultural y educativa, emocional y política en la que nos enredamos increíblemente. 

domingo, 1 de septiembre de 2013

Una aparición Mariano-Franca antes del arranque del ¿curso?. Del anecdotario veraniego.


Comenzamos el curso, parece.
Ustedes van a perdonar, pero bien saben que en nuestro colectivo hay gente de varios países y algunos no nos acostumbramos. Suena tan escolar eso de “curso” que no sabemos si eso de tratar a la población como escolares y de que la población se sienta como tal es una reminiscencia del franquismo o de dónde proviene. Los niños vuelven a clase y los adultos a venderles su ficción de la vida, la sociedad, la ciencias... 
Se inicia el “curso” escolar, “curso” político, con cursos de yoga, cursos de danza,  cursos de capacitación de monitor espacial aunque nunca viajemos al espacio, cursos de gestión cultural aunque no gestionemos ninguna cultura, curso de chamanismo virtual aunque vivamos en una neursosis inaguantable, curso del INEM que nos capacita para no incorporarnos a ningún trabajo y así seguimos hinchándonos de preparación sin destino alguno y a la deriva anual en el país de la insensatez... Bueno, también hay cursos de sensatez seguramente.
En fin, solo es un comentario veraniego y lejos de nosotros empezar el  año con explícito exepticismo. No nos vamos a poner aquí a decir que a algunos nos parece un tamaño infantilismo esta mentalidad social porque no. No insistan, no, no, que no lo diremos. Cada uno en lo suyo. Que el exepticismo lo alimenten otros. Para ello está todo el batallón de intelectuales y periodistas críticos, sobre todo progres y recontra progres que alimentan todo el “curso escolar” de espléndidas inflamaciones llena de lucidez, análisis exhautivos e hipertextos de toda hondura y carga estadística y que son los que por suerte hacen posible que podamos vivir un “curso verdaderamente crítico”.  Vamos, que si no fuera por ellos aquí todo el mundo andaría envenenado de crítica. Mejor que se especialice y no tener que leer a un montón de blogueros, facebookeros y twiteros desordenados.
Así es que mejor  vayamos a nuestra actividad, que para eso nadie nos paga y que por séptimo año consecutivo intentamos afrontar la mejora de nuestro modelo de cine, esa obsesión nuestra llamada Cine sin Autor. 
O no. La verdad es que estos días de comienzo del “curso” están dedicados a contarse anécdotas. Algunos de nosotros que hemos hecho viajes históricos de la mano de algunos guías especializados (porque salen gratis, vamos, que basta con un libro y un sillón) podemos contar una. Por si les interesa hacer los viajecitos gratuitos ponemos algunos de los guías y su recorrido: Manuel Palacio (El cine y la transición política en España), José Luis Castro de Paz y Josetxo Cerdán (Del Sainete al esperpento - una relectura del cine de los años 50) Enrique Lacolla (El Cine en su época, una historia política del filme), Luis Deltell Escolar, Juan García Crego y Mercedes Quero Gervilla (Breve historia del Cine) y seguimos con Vicente J. Benet  ( El cine español, una historia cultural) que ya hemos mencionado.