Esta semana evocábamos en el proyecto Mátame si puedes que ya hemos pasado el año de estar trabajando juntos. Una vez a la semana cumplimos el ritual de imaginar, rodar, ver, debatir y tomar decisiones.
Pero en realidad los proyectos que comenzaron en el 2012 y que todavía continúan en su mayoría en etapa de postproducción y cierre tienen todos más de un año de trabajo como recorrido.
Esta semana también, por una serie de buscados azahares, nos reunimos con los y las jóvenes protagonistas de lo que fue nuestra primer película ¿De qué? en la localidad de Humanes aquí en Madrid.
Luego de 3 años sin vernos, una de las participantes creó un grupo de watsap con la intención de retomar contacto y luego de varias semanas de acomodar agendas volvimos a reecontrarnos.
De aquellos jóvenes que estaban terminando el instituto y buscaban pasársela bien, nos encontramos ahora a jóvenes maduros con responsabilidades de trabajo, situaciones familiares más complejas y un enfoque de la vida totalmente diferente.
Lejos de ser un reencuentro conmemorativo, apenas un rato después de ponernos al día con nuestras vidas, se activó otra vez la imaginación volviendo a pensar las formas y temáticas que podría tener una segunda película. Con la vida muy cambiada y la comprobación del impacto en cada familia, constatábamos que este país de élites caníbales, se ha encargado de mutilarnos, agredirnos y deteriorarnos las circunstancias haciendo cada vez más difícil un mínimo de vida decente.
Los motivos por los que se unen las personas en grupo, son de muy diferente naturaleza. La nuestra crea el vicio y el oficio de encontrarnos para imaginar... una película. Hábito que al parecer mantemos intacto.
En la vida de cualquier profesional, a uno no le sorprende sino que más bien espera que ese director o guionista o lo que fuere, luego de una película haga otra.
En el terreno social en general, la dinámica de las relaciones humanas, y las presiones cada vez más asfixiantes para poder sobrevivir no permiten esperar que si alguna vez un grupo de personas se dedicaron a una tarea creativa, vuelvan a repetir.
Por eso intentamos que el Cine sin Autor ofrezca en el terreno social, en el tiempo social, el privilegio de la continuidad productiva que un profesional alcanza.