El Museo Reina Sofía de Madrid está organizando para abril un ciclo de cine llamado ¡Para saber, hay que imaginarse! y nos ha invitado a presentar en dicha muestra uno de los documentos fílmicos del trabajo que realizamos el año pasado con jóvenes del CEPA-Tetuán de Madrid.
Como es habitual en la publicidad ambiental actual con que nos envenena la mafia política, nos hablan de recortes y de una contribución de 200€ por los derechos de proyección y honorarios, resaltando que es una cifra simbólica dadas las circunstancias presupuestarias.
Hasta ahí todo está anormal como es nuestra normalidad y obviamente agradecemos la invitación.
Quisiéramos comentar, que este habitual mecanismo cultural, esa cadena “institución que invita o selecciona una obra y creadores que aceptan la exhibición de sus trabajos”, para nosotros tiene complejidades añadidas que nos parece importante analizar porque vienen derivadas de nuestra concepción de la producción.
En principio remarcar que la invitación viene de la mano del interés mostrado por nuestro modo de producción por parte de personas concretas, Diego del Pozo y Virginia Villaplana que llevan desde el 2009 con una interesante investigación, Subtramas, junto a Montse Romaní, sobre "pedagogías radicales de la cultura visual" quienes en el mes de diciembre nos hicieran una larga entrevista para dicha investigación. Ellos vieron la pieza en una sesión que tuvimos con el equipo de investigación educativo Las Lindes del Centro de Arte 2 de Mayo y vieron oportuno que el documento fílmico pudiera exhibirse en el Reina Sofía en este ciclo de cine. Personas.
Las reflexiones que nos provoca esta invitación vienen dadas a raíz de varias características del propio documento fílmico que presentaremos.
Es un documento de materiales brutos cuya utilidad está dirigida al propio alumnado y al profesorado del centro y cuya principal finalidad era resumir toda la actividad del año para su apropiación posterior, es decir para seguir su construcción. Un documento en medio del proceso. Los y las jóvenes no tenían decidido aún si ese material debía constituir o no parte de la película de ficción que querían crear. El que su película fuera una ficción y no incluyera el material que mostraremos era una decisión a medio tomar. De hecho, no había aún acuerdo con el título de la película porque en su reflexión, aún no había película.
Obviamente, si nos atenemos a la definición técnica de lo que es un film, “una sucesión de imágenes y sonidos con sentido elegido" o “no es más que una sucesión de trozos de tiempo y trozos de espacios” que dijera Noël Bürch, pues la hay, pero el grupo no había alcanzado tal reflexión. Más bien, habían concluido que la película que querían construir, estaba aún por realizarse y tenían intención de que fuera una ficción, digamos, más convencional.
De esta manera, podemos decir, que lo que muestra la hora de película, se constituye como una pieza de trabajo interno en manos del colectivo de espectadores primeros o presentes, como solemos llamar a quienes están gestionando, elaborando, protagonizando la creación.
Volvemos a recordar que siempre hacemos la distinción entre este espectador (primero, presente) y el espectador remoto, aquel que ve la pieza sin estar involucrado en su producción y gestión, el espectador al que siempre se dirige el cine, en este caso, aquellos que ocuparán las butacas del Auditorio Sabatini del Reina Sofía, el 21 de abril cuando se proyecte.
Por tanto su exhibición en el Museo no es una decisión del conjunto del grupo, sino una oportunidad que se le abrió al equipo de realización del CsA, al que se le trata como Autor y a partir de que en sus actividades públicas ha mostrado partes de la pieza como muestra del método de trabajo y ha despertado el interés por el material.
La pieza entonces, a pesar de que es una película por la definición técnica, "no es una película" en el proceso social que supone nuestro trabajo. Una película es tal cuando el grupo protagonista y gestor entiende que la hay. Por tanto, desde el punto de vista de cómo entendemos la producción cinematográfica (y la producción cultural en general) el documento fílmico que los programadores del ciclo de cine nos solicitan es una NO-Película. De hecho, el grupo de jóvenes aún no había llegado a dar un título. Es posible que su exhibición oficial nos de la excusa para encontrarlo.
¿Por qué exhibir entonces si el proceso social del colectivo de alumnos no había dado ese paso de decisión?
En primer lugar porque cuando realizamos un proceso cinematográfico con personas, el equipo técnico de CsA, es una parte más del grupo creador. Ese equipo que una institución puede identificar como “autor”, es una pieza más del engranaje productor y por tanto, tal como lo hacemos en el proceso de construcción, también proponemos, debatimos, provocamos e influimos en dicho proceso.
En esta ocasión, nosotros trasladamos la “oportunidad ofrecida” por el Reina Sofía al común (los y las jóvenes) y a la dirección del Centro educativo CEPA-Tetuán para que ellos presenten el trabajo.
Una de las críticas más profundas que le hacemos a la cultura y a sus formas de producción actual, es justamente esa permanente separación entre unas élites que la producen, la financian, la gestionan y se benefician de hacerlo y la población en general que siempre está encorcetada en su caduca y aplastante condición espectadora.
Nos parece importante, aunque se trate de un gesto minúsculo, que unos jóvenes y la dirección de un centro educativo para adultos, aunque sea una vez, no entren a un Museo de Arte Contemporáneo como el Reina Sofía a ver la obra de artistas que nunca conocerán, a ver unas exposiciones que jamás sabrán cómo han llegado hasta allí, a ser espectadores y expectadoras de un Arte que le es completamente ajeno, sino a hablar de su propia obra.
Los 200€ servirán para demostrar a los y las jóvenes que vayan a representar su película que la cultura se paga aunque jamás a gente cómo ellos y ellas.
Se trata de un microscópico corto circuito en la relación que unos jóvenes de nuestro barrio pueden tener con la Cultura Oficial y la relación que ésta etablece con ellos, ya que que algunos ni siquiera saben qué es el Reina Sofía y esta será su primera experiencia con un centro “importante” de Arte.
Es obvio que nuestro interés con respecto a la Cultura y a la producción cinematográfica en particular, no está solo basado en estos gestos. Venimos diseñando hace tiempo un modelo que rompa con la forma de propiedad y gestión de su producción para, al mismo tiempo, ofrecer un modelo social cultural diferente y viable.
El cine es una organización de personas que emprenden la tarea de crear obra audiovisual que represente sus intereses. Siempre ha sido así. El cine es ese conjunto de actividades, esa cadena de operativas organizadas para la producción y gestión de películas. Lo que nos interesa es que esa producción y gestión de películas recaiga en la población común y no solo en sus elites.
Así que estos gestos como la de aceptar la exhibición de una película enmarcada dentro de un proceso en construcción, una NO-película, solo podemos entenderlo como el aprovechamiento de minúsculas grietas abiertas en la institucionalidad cultural por personas como las de Subtrama.
El camino profundo que hay que construir (y lo repetiremos hasta el cansancio) es otro: seguir perfeccionando un modelo de realización para el desarrollo de una cinematografía social autogestionada localmente y por la gente, una cinematografía de calidad desde abajo, desde sitios, lugares y personas concretas que se organicen para ello.
En la España de inicios del 2012 plagada y gobernada, gestionada por una mayoritaria panda de aprovechados, donde no hay más modelo de sociedad que la estúpida deriva al son de los caprichos de las grandes fortunas, es verdad que resulta casi iluso pensar que un gesto, como del que hemos hablado pueden significar realmente algo. Son “gestos mientras tanto”. Mientras tanto crece la conciencia sobre la vejez de las prácticas y políticas culturales y cinematográficas. Mientras tanto resistimos a que sus propietarios se resistan, con leyes y persecuciones, a que no se democratice la producción cultural. Mientras tanto seguimos explorando, pensando, poniendo en práctica, ensayando, anotando, equivocándonos e incluyendo gente cualquiera en nuestro modelo.
En el título de nuestro artículo hemos puesto, personas, instituciones, cultura.
Personas: la base de toda transformación si en verdad nos encontramos, acompañamos, alimentamos, reinventamos y organizamos para la implementación de nuevos modelos de producción cultural y cinematográfico.
Instituciones: esos enclaves del antiguo régimen que gracias a las personas y no a las políticas culturales del gobierno, pues va abriendo grietas, probando, haciendo “gestos mientras tanto”.
La Cultura: esa parte de la producción social que genera representación, objetos, obras que debe pasar de ser una práctica autoritaria de minorías para convertirse en un asunto de responsabilidad imaginativa y expresiva común a toda la sociedad, si es que queremos pensar en una Cultura Justa para el siglo XXI.
Como es habitual en la publicidad ambiental actual con que nos envenena la mafia política, nos hablan de recortes y de una contribución de 200€ por los derechos de proyección y honorarios, resaltando que es una cifra simbólica dadas las circunstancias presupuestarias.
Hasta ahí todo está anormal como es nuestra normalidad y obviamente agradecemos la invitación.
Quisiéramos comentar, que este habitual mecanismo cultural, esa cadena “institución que invita o selecciona una obra y creadores que aceptan la exhibición de sus trabajos”, para nosotros tiene complejidades añadidas que nos parece importante analizar porque vienen derivadas de nuestra concepción de la producción.
En principio remarcar que la invitación viene de la mano del interés mostrado por nuestro modo de producción por parte de personas concretas, Diego del Pozo y Virginia Villaplana que llevan desde el 2009 con una interesante investigación, Subtramas, junto a Montse Romaní, sobre "pedagogías radicales de la cultura visual" quienes en el mes de diciembre nos hicieran una larga entrevista para dicha investigación. Ellos vieron la pieza en una sesión que tuvimos con el equipo de investigación educativo Las Lindes del Centro de Arte 2 de Mayo y vieron oportuno que el documento fílmico pudiera exhibirse en el Reina Sofía en este ciclo de cine. Personas.
Las reflexiones que nos provoca esta invitación vienen dadas a raíz de varias características del propio documento fílmico que presentaremos.
Es un documento de materiales brutos cuya utilidad está dirigida al propio alumnado y al profesorado del centro y cuya principal finalidad era resumir toda la actividad del año para su apropiación posterior, es decir para seguir su construcción. Un documento en medio del proceso. Los y las jóvenes no tenían decidido aún si ese material debía constituir o no parte de la película de ficción que querían crear. El que su película fuera una ficción y no incluyera el material que mostraremos era una decisión a medio tomar. De hecho, no había aún acuerdo con el título de la película porque en su reflexión, aún no había película.
Obviamente, si nos atenemos a la definición técnica de lo que es un film, “una sucesión de imágenes y sonidos con sentido elegido" o “no es más que una sucesión de trozos de tiempo y trozos de espacios” que dijera Noël Bürch, pues la hay, pero el grupo no había alcanzado tal reflexión. Más bien, habían concluido que la película que querían construir, estaba aún por realizarse y tenían intención de que fuera una ficción, digamos, más convencional.
De esta manera, podemos decir, que lo que muestra la hora de película, se constituye como una pieza de trabajo interno en manos del colectivo de espectadores primeros o presentes, como solemos llamar a quienes están gestionando, elaborando, protagonizando la creación.
Volvemos a recordar que siempre hacemos la distinción entre este espectador (primero, presente) y el espectador remoto, aquel que ve la pieza sin estar involucrado en su producción y gestión, el espectador al que siempre se dirige el cine, en este caso, aquellos que ocuparán las butacas del Auditorio Sabatini del Reina Sofía, el 21 de abril cuando se proyecte.
Por tanto su exhibición en el Museo no es una decisión del conjunto del grupo, sino una oportunidad que se le abrió al equipo de realización del CsA, al que se le trata como Autor y a partir de que en sus actividades públicas ha mostrado partes de la pieza como muestra del método de trabajo y ha despertado el interés por el material.
La pieza entonces, a pesar de que es una película por la definición técnica, "no es una película" en el proceso social que supone nuestro trabajo. Una película es tal cuando el grupo protagonista y gestor entiende que la hay. Por tanto, desde el punto de vista de cómo entendemos la producción cinematográfica (y la producción cultural en general) el documento fílmico que los programadores del ciclo de cine nos solicitan es una NO-Película. De hecho, el grupo de jóvenes aún no había llegado a dar un título. Es posible que su exhibición oficial nos de la excusa para encontrarlo.
¿Por qué exhibir entonces si el proceso social del colectivo de alumnos no había dado ese paso de decisión?
En primer lugar porque cuando realizamos un proceso cinematográfico con personas, el equipo técnico de CsA, es una parte más del grupo creador. Ese equipo que una institución puede identificar como “autor”, es una pieza más del engranaje productor y por tanto, tal como lo hacemos en el proceso de construcción, también proponemos, debatimos, provocamos e influimos en dicho proceso.
En esta ocasión, nosotros trasladamos la “oportunidad ofrecida” por el Reina Sofía al común (los y las jóvenes) y a la dirección del Centro educativo CEPA-Tetuán para que ellos presenten el trabajo.
Una de las críticas más profundas que le hacemos a la cultura y a sus formas de producción actual, es justamente esa permanente separación entre unas élites que la producen, la financian, la gestionan y se benefician de hacerlo y la población en general que siempre está encorcetada en su caduca y aplastante condición espectadora.
Nos parece importante, aunque se trate de un gesto minúsculo, que unos jóvenes y la dirección de un centro educativo para adultos, aunque sea una vez, no entren a un Museo de Arte Contemporáneo como el Reina Sofía a ver la obra de artistas que nunca conocerán, a ver unas exposiciones que jamás sabrán cómo han llegado hasta allí, a ser espectadores y expectadoras de un Arte que le es completamente ajeno, sino a hablar de su propia obra.
Los 200€ servirán para demostrar a los y las jóvenes que vayan a representar su película que la cultura se paga aunque jamás a gente cómo ellos y ellas.
Se trata de un microscópico corto circuito en la relación que unos jóvenes de nuestro barrio pueden tener con la Cultura Oficial y la relación que ésta etablece con ellos, ya que que algunos ni siquiera saben qué es el Reina Sofía y esta será su primera experiencia con un centro “importante” de Arte.
Es obvio que nuestro interés con respecto a la Cultura y a la producción cinematográfica en particular, no está solo basado en estos gestos. Venimos diseñando hace tiempo un modelo que rompa con la forma de propiedad y gestión de su producción para, al mismo tiempo, ofrecer un modelo social cultural diferente y viable.
El cine es una organización de personas que emprenden la tarea de crear obra audiovisual que represente sus intereses. Siempre ha sido así. El cine es ese conjunto de actividades, esa cadena de operativas organizadas para la producción y gestión de películas. Lo que nos interesa es que esa producción y gestión de películas recaiga en la población común y no solo en sus elites.
Así que estos gestos como la de aceptar la exhibición de una película enmarcada dentro de un proceso en construcción, una NO-película, solo podemos entenderlo como el aprovechamiento de minúsculas grietas abiertas en la institucionalidad cultural por personas como las de Subtrama.
El camino profundo que hay que construir (y lo repetiremos hasta el cansancio) es otro: seguir perfeccionando un modelo de realización para el desarrollo de una cinematografía social autogestionada localmente y por la gente, una cinematografía de calidad desde abajo, desde sitios, lugares y personas concretas que se organicen para ello.
En la España de inicios del 2012 plagada y gobernada, gestionada por una mayoritaria panda de aprovechados, donde no hay más modelo de sociedad que la estúpida deriva al son de los caprichos de las grandes fortunas, es verdad que resulta casi iluso pensar que un gesto, como del que hemos hablado pueden significar realmente algo. Son “gestos mientras tanto”. Mientras tanto crece la conciencia sobre la vejez de las prácticas y políticas culturales y cinematográficas. Mientras tanto resistimos a que sus propietarios se resistan, con leyes y persecuciones, a que no se democratice la producción cultural. Mientras tanto seguimos explorando, pensando, poniendo en práctica, ensayando, anotando, equivocándonos e incluyendo gente cualquiera en nuestro modelo.
En el título de nuestro artículo hemos puesto, personas, instituciones, cultura.
Personas: la base de toda transformación si en verdad nos encontramos, acompañamos, alimentamos, reinventamos y organizamos para la implementación de nuevos modelos de producción cultural y cinematográfico.
Instituciones: esos enclaves del antiguo régimen que gracias a las personas y no a las políticas culturales del gobierno, pues va abriendo grietas, probando, haciendo “gestos mientras tanto”.
La Cultura: esa parte de la producción social que genera representación, objetos, obras que debe pasar de ser una práctica autoritaria de minorías para convertirse en un asunto de responsabilidad imaginativa y expresiva común a toda la sociedad, si es que queremos pensar en una Cultura Justa para el siglo XXI.
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