domingo, 8 de diciembre de 2013

Un CINE-INDESCIFRABLE desde las flipaduras de Vertov

Es sano para avanzar en la eficacia del trabajo  hacer siempre un relevamiento de las críticas aún de las más radicales del siglo pasado. Posiblemente a ello nos dediquemos más frecuentemente en el futuro.
 Ante una realidad tan vertiginosa, incluso lo más agudo suena a caduco, aunque el crítico se llame Dziga Vertov.
En Las Teorías de los cineastas Jacques Aumont expone lo siguiente: “Vertov bautizó la actividad como un “cine-desciframiento comunista” del mundo, un “desciframiento” posible porque, en el estado comunista, la sociedad es literalmente transparente (para sí misma): en ella nada debe ser ocultado... Vertov no teme comparar - en una metáfora que, con el cambio de actitudes políticas, produce escalofríos- el ojo inquisidor de la cámara con el GPU, la policía secreta política) . Por otra parte, los medios no importan, sólo cuenta el resultado; de manera que el ‘reclamo’ (nombre que recibía entonces la publicidad) no es en sí  condenable puesto que con ella la sociedad se exhibía a si misma...
...Ante todo, el cine sirve para mostrar personas reales de la vida real y no actores escenificando una parodia de la vida real ni personas reales interpretando personajes de un guión”.
Bueno, esto es lo que dice Jacques Aumont sobre Dziga Vertov. Hacemos un acto de confianza hasta que venga un exégeta de Vertov y diga todo lo contrario.
Pero es interesante de todas maneras pensar por un momento esa utopía de una sociedad transparente donde la cámara adoptaría el carácter de ojo inquisidor, una especie de   “cámara-policial-secreta” . Más que sociedad transparente (por si misma) la idea conduce a una sociedad transparentada. ¿Quien tiene la propiedad de uso de esa cámara?¿Una sociedad transparente ante quien y para qué? Ese cine que descifra a la sociedad ¿es aceptado y gestionado por la sociedad o la sociedad lo padece? Incluso la pulbicidad, según el autor, no sería condenable porque también sería expresión de la sociedad sobre sí misma.
Insistimos en que no hemos profundizado en los textos de Vertov sino en lo que Aumont dice que él dijo porque no sabemos si el director ruso estaba convencido de que esa sociedad utópica era viable. Si pensaba esto, es realmente una flipadura de tamaño gigantesco, como toda utopía que les cierra en la cabeza de los machos suprainteligentes pero luego terminan siendo una sucesión de dogmatismos e incluso de totalitarismos aberrantes cuanto más complejo es el pensamiento y más amplitud social se pretende.
Casi un siglo después, la problemática de la transparencia está rabiosamente de actualidad. 
Si hay algo que define, al parecer a nuestras sociedades y esto sí que de forma global, es su calidad de Sociedad Transparentada que no transparente. No hemos progresado hacia una sociedad autoregulada y sin opacidades, sino todo lo contrario. La gran masa ciudadana vive más bien radiografiada por sistemas de espionaje y vigilancia nacionales y supranacionales. 
Pero no necesariamente como víctimas solamente, sino en parte como voluntarios partícipes de un juego que nos venden como inocencia comunicacional y donde aceptamos transparentarnos, exhibirnos, ofrecer materiales de nuestra vida, revelar, exponernos al “desciframiento” de cualquiera, al espionaje o el voyerismo.
Es de suponer que Vertov no pensaría en el gran hermano en que nos hemos convertido. Pensaría, suponemos, en el asenso del proletariado como sujeto de la historia y de su gobierno que en sí mismo  traería una transparencia que acabaría con  la habitual opacidad de las elites burguesas industriales.
Pues por ahí Vertov no atinó ni de cerca podríamos decir. Ni Vertov ni nadie que así lo pensara.
Parece claro que la masa trabajadora no se convirtió en sujeto de la historia, ni se cumplió el ciclo de relevo con la burguesía industrial. Estamos en otro planeta. La sociedad  no es exactamente transparente a juzgar por los sistemas de control y espionaje masivo que ahora son noticia aunque siempre han estado. Y la cámara-policial no es precisamente  la policía secreta política que imaginaba Vertov, sino un férreo y sofisticadísimo aparataje mundial de control por parte de las elites de poder, militares y financieras sobre todo.
Aún así, el Cine-desciframiento del que habla Vertov, y el ascenso de la gente común a convertirse, transparentarse, mostrarse como sujetos fílmicos, bien podemos darla por relativamente cierta. 
 El grueso de la planetaria masa audiovisual que se produce y entre las que está el cine, está protagonizada por gente común y producidos, aunque en menor parte, por los y las ciudadanos comunes.
El Cine entendido como un lugar de “desciframiento” bien puede actualizarse como concepto productivo. Un cine donde grupos de la sociedad, transparentan, vuelcan, debaten y materializan  su propio imaginario es, mismamente nuestro Cine sin Autor casi un siglo después como otras experiencias de autorganización audiovisual y cinematográfica que se desarrollan en el mundo. Pero no lo es por un ejercicio político programado, planes estatales de fomento a la autogestión audiovisual ni nada que se le parezca. Lo es dentro de un convulso acontecer de caos capitalista.
Y esto es lo que habrá que seguir remarcando, que hay que organizar estructuras contra el caos. Porque de lo contrario,  a lo mejor tanta expresión ciudadana no hace más que facilitarle a las elites de poder y control el desciframiento de lo que somos,.
Nosotros hemos avanzado todos estos años sin practicamente mostrar nuestro trabajo, neustras “películas-resultado”. Es una incógnita que aún mantenemos irresuelta. El Cine sin Autor ha despertado interés pero no necesariamente por sus películas sino porque se sabe, que allí, entre la gente que se organiza para hacer cine, pasa algo “indescifrable “ que los que lo vivimos, contamos con cierta pasión y posiblemente despierte interés. 

A lo mejor, el Cine del futuro, o al menos nuestra manera de imaginarlo, debería renunciar mantener la tensión y no complacerse en ser un Cine-descifrable, visto, digerible, y cultivar esa cualidad de ser un cine que opera entre la gente de manera presencial, donde aquella gran representación del mundo que fue el Cine ha perdido vigor hipnótico y ganado vigor productivo, organizacional, de encuentro. Un cine donde la película es una huella de algo mucho mayor ante lo que solo queda desear vivirlo. Una imagen fílmica que pierde vigor en la pantalla porque su potencia está en la en los encuentros humanos que lo producen, un cine, quizá, tan inabordable, incontrolable e INDESCIFRABLE como la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario