Quienes asistimos a asambleas de cientos e inclusos miles de personas donde muchas de ellas se pronunciaron sobre una propuesta concreta y donde el proceso de llegar a una decisión colectiva de consenso pasa por escuchar matices o disensos durante horas, sabemos que una cantidad de personas solo necesitan métodos precisos y sobre todo tiempo, mucho tiempo para la escucha activa, como se ha dicho muchas veces, que den como resultado la participación responsable en la toma de las decisiones.
Ahora lo sabemos, los métodos de participación, la operativa, debe estar muy clara como lo han estado en las formas de operar de las asambleas que hemos vivido en el 15-M de Sol y de los barrios.
a) que los métodos de participación fueran los mismos que en una asamblea del 15-M aplicadas al debate sobre el film que se muestre, con operativas que permitiesen a quien quiera hacer matices y expresar disidencias sobre lo visionado, sobre lo que cuenta y lo que muestra el film, sobre el final y la trama, incluso sobre aspectos estéticos y sobre lo que se crea conveniente,
b) que los y las profesionales solo se dedicaran a apuntar esos comentarios y sugerencias para ir proponiendo consensos inclusivos de las propuestas, sin considerar propia la obra y sus beneficios intelectuales o monetarios, sin defenderse –como si de ataques a su creación se tratara– considerando su obra como simple material de uso estético para la libre mejora colectiva de la película a partir de las ideas provenientes de las personas no profesionales.
c) que luego esos profesionales se fueran a hacer los cambios sugeridos, a rodar las nuevas escenas, a incluir las sugerencias, y convocaran a un montaje abierto, al que se pueda asistir para presenciar el trabajo de montaje y a opinar allí también.
d) que esos profesionales pensaran su actividad como quien trabaja con el imaginario popular común y no sobre su imaginario autoral privado (individual o de gueto cinematográfico)
e) que esta asamblea popular repitiera los visionados públicos a medida que avanza el trabajo incluyendo las propuestas de anteriores asambleas hasta llegar a un corte final por consenso entre todas las personas allí presentes
d) que luego de acabada la película, la asamblea también decidiera la gestión de la misma ante las alternativas planteadas por los profesionales y decidieran responsablemente sobre la deriva social que esa película de todos y todas pueda tener, sus diferentes usos, su participación o no en festivales y circuitos, sus representantes artísticos no profesionales, su gestión de beneficios si los hubiera, etc,
e) que los diversos escenarios del plató donde se desarrollaran las escenas fueran los sitios, calles, casas particulares de la gente; que el vestuario de la producción fueran los propios roperos de quienes participen y que los y las protagonistas fueran los participantes mismos de esa asamblea
f) que el costo de esta producción, que no sería ni mucho más que los disparatados presupuestos de unos cuantos directores que bien conocemos, fueran financiados por fondos públicos del cine como retribución a los impuestos que la ciudadanía paga...
… Si todas estas condiciones se cumplieran, estaríamos hablando de un nuevo cine del siglo XXI, inclusivo en el ámbito social, un modelo de cine realmente participativo, surgido del imaginario social y no del ámbito minoritario profesional, de un tipo de profesionales con una opción política radical por la democratización del cine y de unas instituciones públicas que utilizarían el dinero de los y las contribuyentes para la implantación y desarrollo de plataformas de un cine que responda al imaginario común y no al de unos pocos.
Y no decimos un cine del siglo XXI como un acto de snobismo vanguardista de pacotilla, sino como una certeza surgida de la nueva realidad social que vivimos y de los años de trabajo propios. Si las películas que han de surgir de la nueva conciencia colectiva –como la que ha despertado– y de las nuevas condiciones técnicas, fueran producidas bajo los métodos de realización convencionales, (dígase corporativos, industriales o de autor), es que serían obras sencillamente el cine del siglo XX iguales a las que ya conocemos y que seguramente no dejarán de existir. Pero si nos planteamos realmente un revisión crítica de la producción conocida del cine con miras a revolucionarla o a que se revolucione, no cabe duda de que las imágenes que puedan surgir de los nuevos sentires sociales de naturaleza colectiva, deberán pasar, inevitablemente, por procesos de amplia participación, de masiva responsabilidad y de complejos procesos de debate local.
Lo radicalmente nuevo, no puede ser idéntico a lo conocido.
Y para ilustrar estos vaivenes entre lo que había y lo posible, vayan tres chistes de esta semana para ilustrarlo:
El primer chiste fue esta noticia:
"En lugar de Marilyn Monroe, Sara Montiel, y en el de Paul Newman, Antonio Banderas. Madrid, al igual que Los Ángeles, contará con un Paseo de la Fama, dedicado en este caso a las estrellas patrias. Se instalará en la acera de la cinematográfica calle de Martín de los Heros, en el barrio de Argüelles, donde lucirán los nombres de 25 figuras del cine español".
Es decir, que el cine español como estamento social productor, ha arribado con fuerza al año 1958, año en que fue creado el paseo de la fama de la ciudad de los Angeles por Oliver Weissmuller, artista contratado por la ciudad con el fin de promocionarse.
Así que si la clase cinematográfica está alcanzado en pleno 2011 simbólicos que en Hollywood se hicieron hace 53 años y esto les realiza y se sienten la hostia en bote, nos da por pensar que la dirección de este clan parece ir hacia atrás en lugar de hacia el futuro. Es decir que en esa alocada y glamourosa carrera que lleva esta gente que conduce el cine, sería de esperar que por fin dentro de unos cuantos años estén arribando a los alrededores de 1911 cuando se funda la Nestor Film Company, el primer estudio cinematográfico en Hollywood y cuando las compañías de éxito encabezadas por la Famous Players-Lasky, desarrollan el sistema para la producción de largometrajes populares que luego fue el sistema de Hollywood. Por poner una fecha estimativa, podría ser que entre el 2030 y el 2040, con suerte, el cine español comenzará a fundar la gran industria de cine que el mundo está esperando y emularemos los comienzos de la gran narrativa mundial, tendremos nuestro David Griffith e inventaremos el gran paradigma del siglo XX: el S de Estudios, solo que un siglo más tarde. Un detalle sin importancia, claro. Cuando uno va a su bola imbuido por los espectros del capitalismo, puede darse esos lujos que posibilita el autismo industrial.
Puede sonar a cachondeo pero es que siguen sucediendo cosas raras en este país entre esta rara atmósfera entre lo viejo y lo nuevo.
Cuando estalló el 15-M decíamos que los jóvenes de una nueva generación habían envejecido de pronto al antiguo país en el que vivíamos.
Pero es que el otro chiste de esta semana que tiene que ver con la cultura pero donde repite alguna gente del cine, es el Manifiesto de los fantasmas, también llamado Una ilusión compartida. Los hechos ocurrieron así: de pronto y de entre una extraña polvareda levantada por el movimiento 15-M, surgieron unos como seres decrépitos que empezaron a balbucear algo así como re-re-funfuñar o refun-dir o refundar creemos que era, la histeria o… la izquierda. No se les entendía bien eso creímos entender.
Estos zombis que los medios definen como artistas e intelectuales del PSOE, que hasta ayer vivían en sus zulos-fans, más algunos jóvenes (no nos referimos a la juventud de su ideología) más otras firmas que parecen equivocadas pero a quienes se les ve la talla sin quererlo, todas parte de la performance esperpéntica. Luego alguien explicó que eran unos tipos que en el antiguo régimen PPSOE se hacían llamar progres y jugaban así a cosas de izquierda y derecha, que te critico y no te critico, que saco una canción y te ironizo y me forro, que monto una peliculita y hago crítica social, que luego hablamos, que pasate por mi despacho, en fin, que se la pasaban bien, vamos.
Y que ante el desconcierto de que el PSOE haya sufrido la crisis neuronal que lo convirtiera en asesino en serie, pues el título del Manifiesto lo dice todo si lo leemos con profundidad “Una desilusión compartida...” que traducido quiere decir: y nuestro chollo ¿dónde va a quedar?
Y tampoco es que nos pongamos en contra de todo, solo que verlos así aparecer, de pronto, tipo cadáveres con buena recaudación a unos cuantos y con un papiro donde escribían cosas como “devolverle a la vida pública el orgullo de su honradez, su legitimidad y su transparencia”, "queremos poner a pensar a la gente"... solo revelan que no se han enterado de que la gente ya piensa y actúa por sí sola, sin necesidad alguna de sus mesianismos de pacotilla.
Pero es que para coronar la semana, el tercer chiste lo recojemos también del ámbito de la Incultura, al ser detenida otra Cúpula, que de Anonymus no tenían ni un pelo sino todo lo contrario, los Teddy Bautista y su banda-sgae-corruption, el brazo forrado del gobierno encargados de gestionar los derechos de autor de los artistas. Entre ellos la recaudación de algunos de los fantasmas del manifiesto Una des-ilusión compartida. En fin. Que debe de haber problemas de reparto y se han empezado a dar hostias entre ellos y a hacer guiños al alzamiento popular para ver si probando, probando alguien les tira un cable en pleno despeñadero.
Terminaremos por aquí pidiendo las disculpas correspondientes por la falta de rigor con la que acabamos el artículo, pero nos traiciona a veces la imaginación desmedida y fantasía cínicamente desbordante... de algunos al punto solo soportable con humor.
Y miren que no es confianza ciega en el Movimiento 15-M cuando hablamos de viejo y nuevo orden ¡qué va!. El 15-M es un cambio cualitativo de conciencia social aún organizándose y así será por largo tiempo. Pero en quien sí tenemos confianza ciega es en el viejo orden del PPSOE cuyo programa obsesivo común tiene una sola cláusula: indignar indefinidamente a la población con su terrorismo económico de estado.
Pero no hay que preocuparse, todo está bien, todo ha empezado a reventar.
Ahora lo sabemos, los métodos de participación, la operativa, debe estar muy clara como lo han estado en las formas de operar de las asambleas que hemos vivido en el 15-M de Sol y de los barrios.
Si de pronto, en lugar de ideas o resoluciones a aprobar o debatir por una asamblea sometiéramos a debate un guión audiovisual (un borrador de película), un documento fílmico (parte de un film en proceso), o incluso una película acabada por unos profesionales sobre la realidad de esas personas presentes en la asamblea y se cumplieran las siguientes condiciones:
a) que los métodos de participación fueran los mismos que en una asamblea del 15-M aplicadas al debate sobre el film que se muestre, con operativas que permitiesen a quien quiera hacer matices y expresar disidencias sobre lo visionado, sobre lo que cuenta y lo que muestra el film, sobre el final y la trama, incluso sobre aspectos estéticos y sobre lo que se crea conveniente,
b) que los y las profesionales solo se dedicaran a apuntar esos comentarios y sugerencias para ir proponiendo consensos inclusivos de las propuestas, sin considerar propia la obra y sus beneficios intelectuales o monetarios, sin defenderse –como si de ataques a su creación se tratara– considerando su obra como simple material de uso estético para la libre mejora colectiva de la película a partir de las ideas provenientes de las personas no profesionales.
c) que luego esos profesionales se fueran a hacer los cambios sugeridos, a rodar las nuevas escenas, a incluir las sugerencias, y convocaran a un montaje abierto, al que se pueda asistir para presenciar el trabajo de montaje y a opinar allí también.
d) que esos profesionales pensaran su actividad como quien trabaja con el imaginario popular común y no sobre su imaginario autoral privado (individual o de gueto cinematográfico)
e) que esta asamblea popular repitiera los visionados públicos a medida que avanza el trabajo incluyendo las propuestas de anteriores asambleas hasta llegar a un corte final por consenso entre todas las personas allí presentes
d) que luego de acabada la película, la asamblea también decidiera la gestión de la misma ante las alternativas planteadas por los profesionales y decidieran responsablemente sobre la deriva social que esa película de todos y todas pueda tener, sus diferentes usos, su participación o no en festivales y circuitos, sus representantes artísticos no profesionales, su gestión de beneficios si los hubiera, etc,
e) que los diversos escenarios del plató donde se desarrollaran las escenas fueran los sitios, calles, casas particulares de la gente; que el vestuario de la producción fueran los propios roperos de quienes participen y que los y las protagonistas fueran los participantes mismos de esa asamblea
f) que el costo de esta producción, que no sería ni mucho más que los disparatados presupuestos de unos cuantos directores que bien conocemos, fueran financiados por fondos públicos del cine como retribución a los impuestos que la ciudadanía paga...
… Si todas estas condiciones se cumplieran, estaríamos hablando de un nuevo cine del siglo XXI, inclusivo en el ámbito social, un modelo de cine realmente participativo, surgido del imaginario social y no del ámbito minoritario profesional, de un tipo de profesionales con una opción política radical por la democratización del cine y de unas instituciones públicas que utilizarían el dinero de los y las contribuyentes para la implantación y desarrollo de plataformas de un cine que responda al imaginario común y no al de unos pocos.
Y no decimos un cine del siglo XXI como un acto de snobismo vanguardista de pacotilla, sino como una certeza surgida de la nueva realidad social que vivimos y de los años de trabajo propios. Si las películas que han de surgir de la nueva conciencia colectiva –como la que ha despertado– y de las nuevas condiciones técnicas, fueran producidas bajo los métodos de realización convencionales, (dígase corporativos, industriales o de autor), es que serían obras sencillamente el cine del siglo XX iguales a las que ya conocemos y que seguramente no dejarán de existir. Pero si nos planteamos realmente un revisión crítica de la producción conocida del cine con miras a revolucionarla o a que se revolucione, no cabe duda de que las imágenes que puedan surgir de los nuevos sentires sociales de naturaleza colectiva, deberán pasar, inevitablemente, por procesos de amplia participación, de masiva responsabilidad y de complejos procesos de debate local.
Lo radicalmente nuevo, no puede ser idéntico a lo conocido.
Y para ilustrar estos vaivenes entre lo que había y lo posible, vayan tres chistes de esta semana para ilustrarlo:
El primer chiste fue esta noticia:
"En lugar de Marilyn Monroe, Sara Montiel, y en el de Paul Newman, Antonio Banderas. Madrid, al igual que Los Ángeles, contará con un Paseo de la Fama, dedicado en este caso a las estrellas patrias. Se instalará en la acera de la cinematográfica calle de Martín de los Heros, en el barrio de Argüelles, donde lucirán los nombres de 25 figuras del cine español".
Es decir, que el cine español como estamento social productor, ha arribado con fuerza al año 1958, año en que fue creado el paseo de la fama de la ciudad de los Angeles por Oliver Weissmuller, artista contratado por la ciudad con el fin de promocionarse.
Así que si la clase cinematográfica está alcanzado en pleno 2011 simbólicos que en Hollywood se hicieron hace 53 años y esto les realiza y se sienten la hostia en bote, nos da por pensar que la dirección de este clan parece ir hacia atrás en lugar de hacia el futuro. Es decir que en esa alocada y glamourosa carrera que lleva esta gente que conduce el cine, sería de esperar que por fin dentro de unos cuantos años estén arribando a los alrededores de 1911 cuando se funda la Nestor Film Company, el primer estudio cinematográfico en Hollywood y cuando las compañías de éxito encabezadas por la Famous Players-Lasky, desarrollan el sistema para la producción de largometrajes populares que luego fue el sistema de Hollywood. Por poner una fecha estimativa, podría ser que entre el 2030 y el 2040, con suerte, el cine español comenzará a fundar la gran industria de cine que el mundo está esperando y emularemos los comienzos de la gran narrativa mundial, tendremos nuestro David Griffith e inventaremos el gran paradigma del siglo XX: el S de Estudios, solo que un siglo más tarde. Un detalle sin importancia, claro. Cuando uno va a su bola imbuido por los espectros del capitalismo, puede darse esos lujos que posibilita el autismo industrial.
Puede sonar a cachondeo pero es que siguen sucediendo cosas raras en este país entre esta rara atmósfera entre lo viejo y lo nuevo.
Cuando estalló el 15-M decíamos que los jóvenes de una nueva generación habían envejecido de pronto al antiguo país en el que vivíamos.
Pero es que el otro chiste de esta semana que tiene que ver con la cultura pero donde repite alguna gente del cine, es el Manifiesto de los fantasmas, también llamado Una ilusión compartida. Los hechos ocurrieron así: de pronto y de entre una extraña polvareda levantada por el movimiento 15-M, surgieron unos como seres decrépitos que empezaron a balbucear algo así como re-re-funfuñar o refun-dir o refundar creemos que era, la histeria o… la izquierda. No se les entendía bien eso creímos entender.
Estos zombis que los medios definen como artistas e intelectuales del PSOE, que hasta ayer vivían en sus zulos-fans, más algunos jóvenes (no nos referimos a la juventud de su ideología) más otras firmas que parecen equivocadas pero a quienes se les ve la talla sin quererlo, todas parte de la performance esperpéntica. Luego alguien explicó que eran unos tipos que en el antiguo régimen PPSOE se hacían llamar progres y jugaban así a cosas de izquierda y derecha, que te critico y no te critico, que saco una canción y te ironizo y me forro, que monto una peliculita y hago crítica social, que luego hablamos, que pasate por mi despacho, en fin, que se la pasaban bien, vamos.
Y que ante el desconcierto de que el PSOE haya sufrido la crisis neuronal que lo convirtiera en asesino en serie, pues el título del Manifiesto lo dice todo si lo leemos con profundidad “Una desilusión compartida...” que traducido quiere decir: y nuestro chollo ¿dónde va a quedar?
Y tampoco es que nos pongamos en contra de todo, solo que verlos así aparecer, de pronto, tipo cadáveres con buena recaudación a unos cuantos y con un papiro donde escribían cosas como “devolverle a la vida pública el orgullo de su honradez, su legitimidad y su transparencia”, "queremos poner a pensar a la gente"... solo revelan que no se han enterado de que la gente ya piensa y actúa por sí sola, sin necesidad alguna de sus mesianismos de pacotilla.
Pero es que para coronar la semana, el tercer chiste lo recojemos también del ámbito de la Incultura, al ser detenida otra Cúpula, que de Anonymus no tenían ni un pelo sino todo lo contrario, los Teddy Bautista y su banda-sgae-corruption, el brazo forrado del gobierno encargados de gestionar los derechos de autor de los artistas. Entre ellos la recaudación de algunos de los fantasmas del manifiesto Una des-ilusión compartida. En fin. Que debe de haber problemas de reparto y se han empezado a dar hostias entre ellos y a hacer guiños al alzamiento popular para ver si probando, probando alguien les tira un cable en pleno despeñadero.
Terminaremos por aquí pidiendo las disculpas correspondientes por la falta de rigor con la que acabamos el artículo, pero nos traiciona a veces la imaginación desmedida y fantasía cínicamente desbordante... de algunos al punto solo soportable con humor.
Y miren que no es confianza ciega en el Movimiento 15-M cuando hablamos de viejo y nuevo orden ¡qué va!. El 15-M es un cambio cualitativo de conciencia social aún organizándose y así será por largo tiempo. Pero en quien sí tenemos confianza ciega es en el viejo orden del PPSOE cuyo programa obsesivo común tiene una sola cláusula: indignar indefinidamente a la población con su terrorismo económico de estado.
Pero no hay que preocuparse, todo está bien, todo ha empezado a reventar.
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