Un artículo de Jorge Riechmann titulado: Sobre capitalismo, chimpancés y otros primates comienza así: “La economía política fundada por Adam Smith y David Ricardo se estableció sobre la base de un individuo guiado por móviles egoístas: es el famoso Homo economicus maximizador de su propia función de utilidad”.
Luego se hace tres preguntas:
"- si este modelo antropológico presupuesto por la economía convencional se asemeja en algo a los seres humanos reales;
- cómo puede uno llegar a pensar que sí se asemeja;
- y si es bueno para la ciencia económica trabajar a partir de un modelo antropológico tan extremadamente tosco y reductivo."
Lo pueden seguir leyendo en su sitio.
Las conclusiones de Riechmann, basándose en estudios y experimentos con humanos y chimpancés que cita, llevan efectivamente, a que “los seres humanos no son siempre y en toda circunstancia egoístas conscientemente maximizadores de su propio interés”, aunque sí, afirma, que los chimpancés parecen moverse sobre esa clave.
Estas afirmaciones nos hacen pensar lo que supone pivotar sobre un modelo, unas concepciones sobre el ser humano a partir de las cuales se monta un edificio de sentido y unas actividades de producción gigantescas.
Cuando pensamos en el cine, en su historia y su funcionamiento, nos parecía oportuno aplicar la misma pregunta a la producción de imaginario y representación fílmica. El cine también se desarrolló sobre unos supuestos bien claros descartando otros. Y más bien han sido un tipo de seres humanos que lo han desarrollado a gran escala y a los que les cabe el apelativo de “egoístas conscientemente maximizadores de su propio interés”. Qué duda cabe de que esa ha sido la característica fundamental de los inversores de la industria cinematográfica. Y no lo decimos como una condena sino como una evidencia que nos describen una y otra vez los propios historiadores.
Parece de chiste, pero su dinámica común se pareció más a la de los chimpancés que a la de seres humanos generosos, siguiendo las observaciones de Riechmann. Sus imágenes son tan convincentes que cuesta pensarlo así.
¿Podríamos decir que gran parte del siglo pasado nos la habremos pasado mirando las espectaculares e hipnóticamente eficaces imágenes de cine determinadas por los chimpancés del negocio? Un tipo de imágenes muy determinadas que se fueron gestando por ensayo y error. Ensayo y error de ganancia con cada película. La persuación del cine ha sido conformada por la ley del impacto rentable a la vez que por las leyes del condicionamiento previo a la visión. Dinero y estrategias de negocio para despertar y mantener el interés.
No nos ha emancipado de nada la estética industrial porque estaba (está) fabricada para que permanezcamos en el propio sistema que la ha parido, claro. Nos ha mantenido como lo que somos: sus espectadores.
Mirando las cifras de diferentes épocas en cuanto a los porcentajes de películas impuestas por la industria, no es difícil comprender que nos hemos pasado mirando las Imágenes-Chimpancé.
Se hace cada vez más frecuente hablar de los psicópatas financieros y sus cómplices políticos para ubicarlos como pequeños grupos de chimpancés, hábiles, decerebrados, muy cultivados en su patología, rapidísimos para sus juegos, sombríos y altamente peligrosos por sus prácticas criminales.
En la industria del entretenimiento no deja de asombrar que durante un siglo han ido mutando las corporaciones del entretenimiento audiovisual sin perder su concentrado poder de influencia. Así como leemos que en el origen de Hollywood hablábamos de 5 grandes grupos, hace unos días escuchábamos a Pablo Soto, joven desarrollador de los programas P2P, al que le demandaron en el 2008 por daños y perjuicios en relación a las descargas que posibilitan sus programas y al que le reclamaron nada menos que 13 millones de euros, así, para que quede claro quien manda aquí. ¿Quién? Las que él define como los grandes lobbys de presión que mueven los hilos de “la industria cultural”. Es decir, la industria de los Chimpancés, la que en una charla identificaba hace unos días con sus nombres: EMI, Warner, Sony o Universal. La mentada industria del entretenimiento son estos tipos y sus colegas. Algo sabrá del tema al haber vivido en sus propia carne tal agresión durante tres años.
Solemos tenerlo clarísimo en cuanto a la dimensión económica y política, llegamos a decir que somos el 99% contra el 1 para denunciar esquemáticamente la injusticia con la que se estructuran las sociedades. Incluso podemos caricaturizarlos por sus actividades (fundamentalmente banqueros, especuladores financieros y políticos), por su forma de vida basada en operativas de derroche (son depredadores de recursos sin escrúpulos) y psicópatas agresivos (no es ninguna broma, hace poco leíamos otro estudio que los caracterizaba como tal). Pero cuando llegamos a “la Cultura”, a los objetos, infraestructuras, obras, acciones, presupuestos culturales, pues, esta aparente evidencia de minorías prepotentes parece diluirse. Lo que parece claro, casi normal, es que la Cultura la hace y gestiona una elite y que el resto es espectadora y listo. No hay más que pensar sobre su producción o, al contrario, hay mucho que pensar pero más bien sobre estética, arte, técnicas, modos institucionales, disciplinas artísitcas, obras de todo tipo y así nos pasamos el día, pero dejando de lado la identificación de los lobbys estéticos, institucionales, políticos y económicos que determinan la producción cultural social. Sus nombres, apellidos y operaciones. ¿Cómo se mueven estos chimpancé culturales? ¿Qué operativas tienen? ¿A quién financian?¿Por qué? ¿A qué llaman Cultura? No estaría mal saberlo. Quizá nos daría pistas más reales de lo que pasa y de lo que va a pasar con “lo cultural”, con “el panorama cultural”, “las instituciones culturales”, “los artistas y autores” todo eso que tanto preocupan a algunos sectores.
En el cine, el espectacularismo chimpancé se puede rastrear, es casi todo el cine que ha trascendido desde la industria y la televisión. Técnicamente inapelable, narrativamente eficaz para los intereses que han perseguido. Hoy por hoy, la producción de imágenes desde abajo, es un hecho innegable pero seguimos anclados en una situación social que no parece avanzar estructuralmente: pues sí - dicen estos - que la gente común haga sus cosillas mientras nosotros seguiremos legislando, gestionando y dedicando el financiamiento de nuestros negocios al Cine y la Cultura Chimpancé, hecha por los grupos Chimpancés y para beneficio de los Chimpancés.
Parece claro ¿no?. La mecánica de trabajo, la educación, la salud, la producción social en general va en esa línea. ¿Por qué no agregar la Cultura cuando estamos presenciando los primeros increíbles discursos del Ministro Wert demostrando su prepotente amor por la Cultura Chimpancé?.
Se dice "discurso político" donde no hay más que publicidad de las Ideas y operativas-Chimpancé. Publicidad, publicidad y basura de publicidad en boca de ministros y gestores de lo público.
Es lo que hay allí arriba. Aquí abajo es dónde lentamente comenzamos a tejer nuestras propias formas de producción, de nueva relación social creativa, de nuevas estéticas, formas y narrativas. Pero no descartemos la Cultura del paquete a reconstruir. No son pocas las veces en que vemos formatos audiovisuales hechos desde abajo, como meras repeticiones de los formatos-chimpancés, donde solo cambian los personajes. No quiere decir que esté mal, quiere decir que hay que seguir trabajando con constancia y paciencia para liberarnos de una Cultura Monofórmica que no hace más que imponerse, agresivamente, desde ese oscuro y repugnante planeta de los diferentes grupos de Chimpancés-Capitalistas. Y hay que ir identificando lentamente quiénes y con qué operativas bloquean toda forma diferente de desarrollo social cultural.
Ha sido un año convulso, un despertar social para muchos y muchas. Que tengan, quienes nos leen, un buen arranque de año. Nosotros prometemos concentrarnos en el trabajo barrial con la gente para el año próximo. Así que hablaremos más del cine que hacemos que del que nos ha colonizado.
Mientras, los Chimpancés van a tensar al máximo la cuerda de la violencia. Lo claramente repudiable a nivel social será la instalación del despojo material, la humillación, la represión y la burla grotesca hacia las mayorías que trabajan y sostienen el acontecer diario de la vida. Contra eso habrá que defenderse sin descartar ninguna estrategia. Se trata de una guerra contra las formas de vida generosas y solidarias. No hay que matizarles su condición criminal.
Lo dicho, entonces, buen comienzo 2012 y gracias a quienes sabemos nos han seguido y nos siguen en nuestro discreto trabajo.
Luego se hace tres preguntas:
"- si este modelo antropológico presupuesto por la economía convencional se asemeja en algo a los seres humanos reales;
- cómo puede uno llegar a pensar que sí se asemeja;
- y si es bueno para la ciencia económica trabajar a partir de un modelo antropológico tan extremadamente tosco y reductivo."
Lo pueden seguir leyendo en su sitio.
Las conclusiones de Riechmann, basándose en estudios y experimentos con humanos y chimpancés que cita, llevan efectivamente, a que “los seres humanos no son siempre y en toda circunstancia egoístas conscientemente maximizadores de su propio interés”, aunque sí, afirma, que los chimpancés parecen moverse sobre esa clave.
Estas afirmaciones nos hacen pensar lo que supone pivotar sobre un modelo, unas concepciones sobre el ser humano a partir de las cuales se monta un edificio de sentido y unas actividades de producción gigantescas.
Cuando pensamos en el cine, en su historia y su funcionamiento, nos parecía oportuno aplicar la misma pregunta a la producción de imaginario y representación fílmica. El cine también se desarrolló sobre unos supuestos bien claros descartando otros. Y más bien han sido un tipo de seres humanos que lo han desarrollado a gran escala y a los que les cabe el apelativo de “egoístas conscientemente maximizadores de su propio interés”. Qué duda cabe de que esa ha sido la característica fundamental de los inversores de la industria cinematográfica. Y no lo decimos como una condena sino como una evidencia que nos describen una y otra vez los propios historiadores.
Parece de chiste, pero su dinámica común se pareció más a la de los chimpancés que a la de seres humanos generosos, siguiendo las observaciones de Riechmann. Sus imágenes son tan convincentes que cuesta pensarlo así.
¿Podríamos decir que gran parte del siglo pasado nos la habremos pasado mirando las espectaculares e hipnóticamente eficaces imágenes de cine determinadas por los chimpancés del negocio? Un tipo de imágenes muy determinadas que se fueron gestando por ensayo y error. Ensayo y error de ganancia con cada película. La persuación del cine ha sido conformada por la ley del impacto rentable a la vez que por las leyes del condicionamiento previo a la visión. Dinero y estrategias de negocio para despertar y mantener el interés.
No nos ha emancipado de nada la estética industrial porque estaba (está) fabricada para que permanezcamos en el propio sistema que la ha parido, claro. Nos ha mantenido como lo que somos: sus espectadores.
Mirando las cifras de diferentes épocas en cuanto a los porcentajes de películas impuestas por la industria, no es difícil comprender que nos hemos pasado mirando las Imágenes-Chimpancé.
Se hace cada vez más frecuente hablar de los psicópatas financieros y sus cómplices políticos para ubicarlos como pequeños grupos de chimpancés, hábiles, decerebrados, muy cultivados en su patología, rapidísimos para sus juegos, sombríos y altamente peligrosos por sus prácticas criminales.
En la industria del entretenimiento no deja de asombrar que durante un siglo han ido mutando las corporaciones del entretenimiento audiovisual sin perder su concentrado poder de influencia. Así como leemos que en el origen de Hollywood hablábamos de 5 grandes grupos, hace unos días escuchábamos a Pablo Soto, joven desarrollador de los programas P2P, al que le demandaron en el 2008 por daños y perjuicios en relación a las descargas que posibilitan sus programas y al que le reclamaron nada menos que 13 millones de euros, así, para que quede claro quien manda aquí. ¿Quién? Las que él define como los grandes lobbys de presión que mueven los hilos de “la industria cultural”. Es decir, la industria de los Chimpancés, la que en una charla identificaba hace unos días con sus nombres: EMI, Warner, Sony o Universal. La mentada industria del entretenimiento son estos tipos y sus colegas. Algo sabrá del tema al haber vivido en sus propia carne tal agresión durante tres años.
Solemos tenerlo clarísimo en cuanto a la dimensión económica y política, llegamos a decir que somos el 99% contra el 1 para denunciar esquemáticamente la injusticia con la que se estructuran las sociedades. Incluso podemos caricaturizarlos por sus actividades (fundamentalmente banqueros, especuladores financieros y políticos), por su forma de vida basada en operativas de derroche (son depredadores de recursos sin escrúpulos) y psicópatas agresivos (no es ninguna broma, hace poco leíamos otro estudio que los caracterizaba como tal). Pero cuando llegamos a “la Cultura”, a los objetos, infraestructuras, obras, acciones, presupuestos culturales, pues, esta aparente evidencia de minorías prepotentes parece diluirse. Lo que parece claro, casi normal, es que la Cultura la hace y gestiona una elite y que el resto es espectadora y listo. No hay más que pensar sobre su producción o, al contrario, hay mucho que pensar pero más bien sobre estética, arte, técnicas, modos institucionales, disciplinas artísitcas, obras de todo tipo y así nos pasamos el día, pero dejando de lado la identificación de los lobbys estéticos, institucionales, políticos y económicos que determinan la producción cultural social. Sus nombres, apellidos y operaciones. ¿Cómo se mueven estos chimpancé culturales? ¿Qué operativas tienen? ¿A quién financian?¿Por qué? ¿A qué llaman Cultura? No estaría mal saberlo. Quizá nos daría pistas más reales de lo que pasa y de lo que va a pasar con “lo cultural”, con “el panorama cultural”, “las instituciones culturales”, “los artistas y autores” todo eso que tanto preocupan a algunos sectores.
En el cine, el espectacularismo chimpancé se puede rastrear, es casi todo el cine que ha trascendido desde la industria y la televisión. Técnicamente inapelable, narrativamente eficaz para los intereses que han perseguido. Hoy por hoy, la producción de imágenes desde abajo, es un hecho innegable pero seguimos anclados en una situación social que no parece avanzar estructuralmente: pues sí - dicen estos - que la gente común haga sus cosillas mientras nosotros seguiremos legislando, gestionando y dedicando el financiamiento de nuestros negocios al Cine y la Cultura Chimpancé, hecha por los grupos Chimpancés y para beneficio de los Chimpancés.
Parece claro ¿no?. La mecánica de trabajo, la educación, la salud, la producción social en general va en esa línea. ¿Por qué no agregar la Cultura cuando estamos presenciando los primeros increíbles discursos del Ministro Wert demostrando su prepotente amor por la Cultura Chimpancé?.
Se dice "discurso político" donde no hay más que publicidad de las Ideas y operativas-Chimpancé. Publicidad, publicidad y basura de publicidad en boca de ministros y gestores de lo público.
Es lo que hay allí arriba. Aquí abajo es dónde lentamente comenzamos a tejer nuestras propias formas de producción, de nueva relación social creativa, de nuevas estéticas, formas y narrativas. Pero no descartemos la Cultura del paquete a reconstruir. No son pocas las veces en que vemos formatos audiovisuales hechos desde abajo, como meras repeticiones de los formatos-chimpancés, donde solo cambian los personajes. No quiere decir que esté mal, quiere decir que hay que seguir trabajando con constancia y paciencia para liberarnos de una Cultura Monofórmica que no hace más que imponerse, agresivamente, desde ese oscuro y repugnante planeta de los diferentes grupos de Chimpancés-Capitalistas. Y hay que ir identificando lentamente quiénes y con qué operativas bloquean toda forma diferente de desarrollo social cultural.
Ha sido un año convulso, un despertar social para muchos y muchas. Que tengan, quienes nos leen, un buen arranque de año. Nosotros prometemos concentrarnos en el trabajo barrial con la gente para el año próximo. Así que hablaremos más del cine que hacemos que del que nos ha colonizado.
Mientras, los Chimpancés van a tensar al máximo la cuerda de la violencia. Lo claramente repudiable a nivel social será la instalación del despojo material, la humillación, la represión y la burla grotesca hacia las mayorías que trabajan y sostienen el acontecer diario de la vida. Contra eso habrá que defenderse sin descartar ninguna estrategia. Se trata de una guerra contra las formas de vida generosas y solidarias. No hay que matizarles su condición criminal.
Lo dicho, entonces, buen comienzo 2012 y gracias a quienes sabemos nos han seguido y nos siguen en nuestro discreto trabajo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario