domingo, 15 de abril de 2012

Cine XXI en marcha. Una Fábrica de Cine sin Autor en Intermediae. Matadero Madrid. Sueños en mitad de la noche económica.

Si montar una fábrica hoy podría ser una locura para quien no tiene capital, montar una Fábrica de Cine (sin Autor) es quizá demencia doble. Pero el territorio del miedo no es el mejor suelo cuando el derrumbe ya ha ocurrido y aunque nos empeñemos en reclamar que reconstruyan el viejo orden, a veces uno se hace la peligrosa pregunta de ¿para qué queremos un viejo orden que nos lleva mayoritaria y escandalosamente a la miseria?
Nuestro cine, el Cine sin Autor, ha hecho un recorrido de varios años probando sus métodos con diferentes grupos y personas de Madrid. Es un cine que se quiere pegar y nacer con y desde grupos de personas, de sitios específicos, de realidades concretas, desde ese Plató-Mundo de la realidad del que hablamos.
Pero las operaciones de la gran economía con esa maniática doctrina del shock que quita el sustento que estructura la vida para hacerla conmocionar y retorcerse, para confundirla y redirigirla al beneficio minoritario, nos lleva por delante.
Siempre comentamos en nuestros encuentros que apegarse a la realidad de personas (no vinculadas a la creación) para crear, incluyéndolas en todo el proceso y gestión de lo que se crea, es como querer hundir un tapón de corcho en el agua. Uno lo hunde, y éste, por su propia materialidad, vuelve a flotar a la superficie. El tapón de corcho es el Arte, más concretamente nuestras operativas artísticas y nuestras obras. En nuestro caso, las películas y sus métodos de producción.
Cuando uno los mete en el agua de la realidad, ese entramado de personas y situaciones con su vida cotidiana, ese espesor del mundo vivo de la gente, esa realidad atravesada trágicamente hoy día por la perversidad de la especulación financiera, el agua de la realidad devuelve cualquier acto de creación cultural a la superficie de lo inservible, de lo meramente performativo, de lo expositivo, de lo solo contemplativo, muchas veces apenas necesario, apenas útil. Lo devuelve al mundo del Arte estático y autoritario.
Nos hemos reunido con el equipo de Intermediae de Matadero con la intención de hacer una nueva escalada en la trayectoria del Cine sin Autor y pasar al formato Fábrica. Y tenemos la intención de hacerlo en abierto, mostrando las dificultades y aciertos que vayamos encontrando por el camino, transparentarlo para mostrar la radiografía de un proceso. Veremos cómo avanzamos.
Decimos una nueva escalada porque hasta ahora hemos trabajado con el concepto de película sin un lugar de referencia físico, sin una instalación, una infraestructura que muestre su proceso y permita a cualquier persona presenciar y participar de la fabricación de la obra audiovisual.
Ahora queremos probar, desde una institución, cómo funciona el Cine sin Autor con unas infraestructuras de referencia y en formato filmográfico, es decir, una serie de procesos fílmicos a la vez con diferentes personas y grupos del mismo Plató-mundo del barrio.
El vacío de implicación y uso de los entornos barriales de los Centros de Arte, es una evidencia que es más que sabida y comentada en diferentes círculos.

El primer obstáculo, el obvio.
Si no hay durabilidad de la Fábrica en el tiempo, no hay beneficio social ni artístico. La durabilidad para una operativa de fábrica está bastante ligada a la inversión posible. Cosa evidente para cualquier emprendimiento. Y justo, este momento de amplia destrucción, donde el Estado se ha abocado al homicidio social, educativo, sanitario y cultural como protección del beneficio especulativo, es la peor coyuntura para asegurar ni siquiera la durabilidad de un trabajo común y corriente, cuánto más de una actividad cultural de mayor escala.
La imaginación está resentida notablemente. No se puede imaginar más allá del día a día. Vivimos casi en un estado de azar dirigido. La mayoría de la población no sabemos si lo que nos sustenta hoy será posible mañana. Y mientras la economía, ese grupo de especuladores desatados, busca resultados pensando en diez, quince, veinte años o más, la gente de a pie, en general, no podemos pensar más allá de 24 horas. Parece que cuánto más tienes, más te preocupa el largo plazo y planificas el tiempo por décadas dada la despreocupación sobre el presente. Cuánto más en la ruina te encuentras, más te sometes a la estricta tiranía de la subsistencia... que los primeros nos diseñan con criminal precisión.
Para montar una Fábrica de Cine sin Autor, entonces, no tenemos más remedio que pensar como ricos pero con los recursos de unos indigentes. Pensamos que la institución puede aportar elementos de continuidad al instalarse en un sitio reconocible, en el que parte de los procesos sociales de producción de la Fábrica (reuniones de guión, montajes, visionados, etc) puedan ser presenciados por cualquier vecino o vecina del barrio y de Madrid, buscando el contagio de un modelo de producción diferente que busca la conexión social, el encuentro y la organización colectiva en torno a la creación.
Otra solución es detenerse, paralizarse, esperar la, utópica ya, sensación de seguridad, sobre el futuro cercano. No es nuestra opción. Por lo menos el sueño que lo pierdan otros pero no nosotros.
Pero ¿en qué consistiría esta primer Fábrica de Cine sin Autor?
Aunque ya habrá tiempo y lugar para ver si crece la actividad y habiendo hablado ya aquí de éste formato de producción, iremos desgranando esquemas, dibujos y documentos que ayuden a comprender al lector nuestro trabajo.
Como primer avance podemos repasar dos conceptos operativos globales de la Fábrica:
Plató-Mundo. El entorno barrial del Matadero donde está alojada la nave de Intermediae se debería concebir como la superficie real de la Fábrica. Supone esto la necesidad de comenzar con una mínima reterritorialización de ese entorno para empezar la producción. Reterritorialización inclusiva, que hemos comentado en otros textos. El Cine sin Autor delimita territorio para incluir personas y paisaje y no para dejarlos fuera. Luego, esos límites, deberán difundirse a medida que la vida de las personas, sus situaciones, movimientos cotidianos y narrativas que emerjan para ir redibujando unos límites simplemente orientativos.
Por tanto, lo fundamental de una Fábrica como ésta, no es una infraestructura, unas instalaciones y unas máquinas de procesamiento de imagen y sonido, sino la gente, sus vidas y su paisaje, sus actividades, sus formas de vida, los espacios públicos, los comercios, los colegios, las casas de quienes las abran a las cámaras.
Estudio Abierto. Esa infraestructura, instalaciones y máquinas son el otro elemento importante: El Estudio Abierto de Cine sin Autor.
La sala de Coordinación general y de procesamiento del material fílmico. Allí se hará sobre todo reuniones de guión, montaje, visionados y posproducción, participadas por protagonistas y vecinos, abierto a la intervención y a visitantes en general.
Son dos conceptos ejes para empezar a comprender el funcionamiento de una Fábrica como la que planteamos.
La potencia de la fabricación de películas de Cine sin Autor no está en el debate actual del cine español al que, ante los últimos recortes, le vuelven a salir profetas que anuncian su muerte. Pero es bueno insistir que el cine del siglo XXI puede ser, sin lugar a dudas, otra cosa que lo que sus formas de producción del siglo XX nos han mostrado. Las que efectivamente llevan tiempo en crisis.
Ante tanto shock social, vamos intentar poner una semilla para seguir apostando por este cine entendido como un asunto social, responsabilidad de grupos y personas no profesionales y formas de fabricación distintas al de sus antiguas fábricas. Quizá lo urgente que necesita éste país no sea una Fábrica de Cine como la que pensamos. Seguramente, vamos. Pero no hay que olvidar que lo que sí necesita este país según es una enorme dosis de encuentro social creativo, una reorganización de sus formas de producción cultural, políticas y económicas y un fortalecimiento de la imaginación que nos permita sobrellevar la cotidiana sensación de escasez, de precariedad e inclusive, de muerte.
En mitad de la noche económica, soñamos y optamos por seguir trabajando para un futuro que debe empezar a ser también hoy, proponiendo una Fábrica de Cine sin Autor que sea oportunidad para vernos, escucharnos y fabricar colectivamente películas. Operar para imaginarnos como algo más que una simple escoria en manos de especuladores. A eso vamos. Ya os contaremos. No será nada fácil pero valdrá la pena.

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