A pesar de que nuestro corazón andaba deambulando por las calles insurrectas de Madrid, quisimos respetar la fecha anunciada y este viernes inauguramos el espacio del Estudio Abierto de la Fábrica de Cine sin Autor en Intermediae Matadero Madrid.
Otra vez hubo buena asistencia de gente, buen ambiente y buen compartir (incluso vinos y quesos). Por suerte para nuestro fines, asistieron varios y varias vecinas que comienzan a convertirse en amistades activas de la Fábrica aparte de otros y otras interesados por el proyecto y que no participan. Agradecemos también a los dos colegas de la Sexta que se interesaran y que amablemente cubrieron el evento.
Acabamos con esto una etapa de instalación aunque todavía nos queden asuntos menores de organización del espacio y esperamos que a partir de ahora podamos ver crecer proyecto.
Presentamos algunos de los materiales en proceso y nos queremos quedar hoy en una conversación entre vecinos que ocurrió en el evento.
Esther, una señora mayor que con gran dificultad para desplazarse, bastón en mano, luego de haber sido abordada en la calle para la pregunta "Y tú...¿qué película harías?" quiso participar de la inauguración. Vicente, otro vecino abordado en plena calle y que tiene en la cabeza desde que lo entrevistamos, una película policial que podría desarrollarse en las instalaciones del mismo Matadero, también se acercó.
Por otra parte Giocchino, nuestro joven italiano de 84 años, presentaba el viernes el estado de su película hasta este momento, en el que llevamos dos escenas y muchos intersticios grabados.
Esther será la protagonista de “la monja Mala” que Gioacchino necesitaba en su película para revivir un momento determinante de su infancia cuando una religiosa le corregía violentamente “su desviación de ser zurdo”.
Ambos, a su vez, Gioacchino y Esther, se conocieron la semana pasada cuando quisieron acompañarnos a una grabación en el Centro de día de personas mayores con alzheimer. A ambos les había interesado saber qué actividades hacían allí.
Antes de eso, Gioacchino había visto la entrevista de Esther y pensamos que podía hacer el papel de monja que el necesitaba y coincidió con nosotros.
Cuando apareció Esther en la nave Vicente comentó: “ala, pero si nos conocemos de toda la vida”, a lo que Esther respondió: "ya sabía que en algo así tenías que estar metido tú”.
Cuando le comentamos a Vicente el futuro papel de Esther, exclamó: ¡entonces en mi película voy a matar a la monja!
Esther no solo será protagonizará el papel de monja mala de la película de Gioacchino sino que tiene, además, una trama propia donde quiere narrar los conflictos intergeneracionales a la interna de las familias, centrándose en la conflicitividad entre hijos, nietos y personas mayores cuando éstas pierden el poder que tuvieron durante la crianza.
Es una de sus preocupaciones centrales y ahí no quisiera protagonizar un papel sino ser “la voz en off”, decía, que cuenta la historia.
Todo ésto podrían ser solo anécdotas, obviamente, si uno le restara importancia. Es lo que generalmente sucede sabiendo que la mayoría de las veces la producción de narrativa proviene de guionistas y directores que incluso cuando se acercan a una vida cualquiera, suelen poner con su técnica gran parte de la subjetividad.
Para nosotros es la escencia que queremos desarrollar en la Fábrica de Cine sin Autor. Otras veces hemos hablado de la “colectividad” y estas experiencias empiezan a revelar toda su potencia.
En años anteriores nos habíamos acostumbrado (lo buscábamos también), comenzar una película a partir de un grupo de personas que van definiendo por medio del debate y la reflexión conjunta, una narrativa común y haciendo la propia película.
En la Fábrica estamos experimentando otra manera de crear colectividad que es justamente la que partiendo de preocupaciones, temas, tramas individuales, nos permite ir involucrando a otras personas en las historias de cada quien, sea por la sola opinión, porque una persona puede servir para un papel que otro necesita, porque las ideas pueden complementarse y debatirse, porque los rodajes son abiertos y compartidos al igual que todo el proceso.
Una colectividad que, de crecer como es lo esperado, sea fruto de una conexión y organización progresiva con respecto al trabajo de hacer un cine que emerge en su propio Plató-Mundo, su barrio.
Gioacchino también necesita para contraponer a la monja que tanto le marcó que alguien le representara en su infancia.
Esta semana, entonces, Jana, una profesora del colegio que nos contactó para empezar un trabajo de seguimiento en un proyecto inergeneracional, creyó que podía tener a ese niño y aparecieron el martes Jana, el niño, su madre y una amiga para entrevistarse bajo cámaras con Gioacchino y nuestro equipo.
Así se ha ido componiendo una escena.
Llegaron más vecinos que se conocían entre sí o que intercambiaron conversaciones a partir del evento y pasaron más cosas, pero hoy queríamos resaltar esos encuentros.
La Fábrica, decíamos en la presentación del viernes, es un conjunto de operativas al servicio de la gente que constantemente emite pantallas en blanco para ser ocupadas, habitadas por el imaginario de la gente común.
Siempre lo hemos imaginado así. El cine entre vecinos que soñamos desde un nuevo modelo de producción, no es un anecdotario popular de cine amateur sino un cine diferente, de películas diversas entre sí donde todo cabe como narrativa y en la que nos esforzamos en la búsqueda estética de las obras que emergen hasta donde nuestras posibilidades lo permiten.
Muy diversas películas están durmiendo en el imaginario social como aquellos “extravagantes hijos de (su) fantasía” que diría el facilón de Bécquer en su “Introducción Sinfónica”, “esperando que el arte los vista de la palabra para poderse presentar decentes en la escena del mundo”.
Algo así pretendemos hacer con nuestro cine, esperando que dote de imágenes y sonidos “esas miríadas de gérmenes que hierven y se estremecen en una eterna incubación... sin encontrar fuerzas bastantes para salir a la superficie” . Pero en lugar de favorecer el genio romántico de un poeta personalista, de un autor, preferimos permitir emerger el mundo imaginado y vivido por cualquier persona e ir creando una colectividad basada en el encuentro, el trabajo y la representación de sus imaginarios.
En eso estamos. En eso seguiremos mientras nos dejen seguir tejiendo este minucioso tejido social que posibilita nuestro cine, en mitad de tanto crimen, de tanta prepotencia y de tanto sinsentido.
Otra vez hubo buena asistencia de gente, buen ambiente y buen compartir (incluso vinos y quesos). Por suerte para nuestro fines, asistieron varios y varias vecinas que comienzan a convertirse en amistades activas de la Fábrica aparte de otros y otras interesados por el proyecto y que no participan. Agradecemos también a los dos colegas de la Sexta que se interesaran y que amablemente cubrieron el evento.
Acabamos con esto una etapa de instalación aunque todavía nos queden asuntos menores de organización del espacio y esperamos que a partir de ahora podamos ver crecer proyecto.
Presentamos algunos de los materiales en proceso y nos queremos quedar hoy en una conversación entre vecinos que ocurrió en el evento.
Esther, una señora mayor que con gran dificultad para desplazarse, bastón en mano, luego de haber sido abordada en la calle para la pregunta "Y tú...¿qué película harías?" quiso participar de la inauguración. Vicente, otro vecino abordado en plena calle y que tiene en la cabeza desde que lo entrevistamos, una película policial que podría desarrollarse en las instalaciones del mismo Matadero, también se acercó.
Por otra parte Giocchino, nuestro joven italiano de 84 años, presentaba el viernes el estado de su película hasta este momento, en el que llevamos dos escenas y muchos intersticios grabados.
Esther será la protagonista de “la monja Mala” que Gioacchino necesitaba en su película para revivir un momento determinante de su infancia cuando una religiosa le corregía violentamente “su desviación de ser zurdo”.
Ambos, a su vez, Gioacchino y Esther, se conocieron la semana pasada cuando quisieron acompañarnos a una grabación en el Centro de día de personas mayores con alzheimer. A ambos les había interesado saber qué actividades hacían allí.
Antes de eso, Gioacchino había visto la entrevista de Esther y pensamos que podía hacer el papel de monja que el necesitaba y coincidió con nosotros.
Cuando apareció Esther en la nave Vicente comentó: “ala, pero si nos conocemos de toda la vida”, a lo que Esther respondió: "ya sabía que en algo así tenías que estar metido tú”.
Cuando le comentamos a Vicente el futuro papel de Esther, exclamó: ¡entonces en mi película voy a matar a la monja!
Esther no solo será protagonizará el papel de monja mala de la película de Gioacchino sino que tiene, además, una trama propia donde quiere narrar los conflictos intergeneracionales a la interna de las familias, centrándose en la conflicitividad entre hijos, nietos y personas mayores cuando éstas pierden el poder que tuvieron durante la crianza.
Es una de sus preocupaciones centrales y ahí no quisiera protagonizar un papel sino ser “la voz en off”, decía, que cuenta la historia.
Todo ésto podrían ser solo anécdotas, obviamente, si uno le restara importancia. Es lo que generalmente sucede sabiendo que la mayoría de las veces la producción de narrativa proviene de guionistas y directores que incluso cuando se acercan a una vida cualquiera, suelen poner con su técnica gran parte de la subjetividad.
Para nosotros es la escencia que queremos desarrollar en la Fábrica de Cine sin Autor. Otras veces hemos hablado de la “colectividad” y estas experiencias empiezan a revelar toda su potencia.
En años anteriores nos habíamos acostumbrado (lo buscábamos también), comenzar una película a partir de un grupo de personas que van definiendo por medio del debate y la reflexión conjunta, una narrativa común y haciendo la propia película.
En la Fábrica estamos experimentando otra manera de crear colectividad que es justamente la que partiendo de preocupaciones, temas, tramas individuales, nos permite ir involucrando a otras personas en las historias de cada quien, sea por la sola opinión, porque una persona puede servir para un papel que otro necesita, porque las ideas pueden complementarse y debatirse, porque los rodajes son abiertos y compartidos al igual que todo el proceso.
Una colectividad que, de crecer como es lo esperado, sea fruto de una conexión y organización progresiva con respecto al trabajo de hacer un cine que emerge en su propio Plató-Mundo, su barrio.
Gioacchino también necesita para contraponer a la monja que tanto le marcó que alguien le representara en su infancia.
Esta semana, entonces, Jana, una profesora del colegio que nos contactó para empezar un trabajo de seguimiento en un proyecto inergeneracional, creyó que podía tener a ese niño y aparecieron el martes Jana, el niño, su madre y una amiga para entrevistarse bajo cámaras con Gioacchino y nuestro equipo.
Así se ha ido componiendo una escena.
Llegaron más vecinos que se conocían entre sí o que intercambiaron conversaciones a partir del evento y pasaron más cosas, pero hoy queríamos resaltar esos encuentros.
La Fábrica, decíamos en la presentación del viernes, es un conjunto de operativas al servicio de la gente que constantemente emite pantallas en blanco para ser ocupadas, habitadas por el imaginario de la gente común.
Siempre lo hemos imaginado así. El cine entre vecinos que soñamos desde un nuevo modelo de producción, no es un anecdotario popular de cine amateur sino un cine diferente, de películas diversas entre sí donde todo cabe como narrativa y en la que nos esforzamos en la búsqueda estética de las obras que emergen hasta donde nuestras posibilidades lo permiten.
Muy diversas películas están durmiendo en el imaginario social como aquellos “extravagantes hijos de (su) fantasía” que diría el facilón de Bécquer en su “Introducción Sinfónica”, “esperando que el arte los vista de la palabra para poderse presentar decentes en la escena del mundo”.
Algo así pretendemos hacer con nuestro cine, esperando que dote de imágenes y sonidos “esas miríadas de gérmenes que hierven y se estremecen en una eterna incubación... sin encontrar fuerzas bastantes para salir a la superficie” . Pero en lugar de favorecer el genio romántico de un poeta personalista, de un autor, preferimos permitir emerger el mundo imaginado y vivido por cualquier persona e ir creando una colectividad basada en el encuentro, el trabajo y la representación de sus imaginarios.
En eso estamos. En eso seguiremos mientras nos dejen seguir tejiendo este minucioso tejido social que posibilita nuestro cine, en mitad de tanto crimen, de tanta prepotencia y de tanto sinsentido.
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