domingo, 23 de diciembre de 2012

Pistas para un modelo social de sostenibilidad del CineXXI. Breve historia y desafíos de la producción en Cine sin Autor


El viernes, a modo de último debate espontáneo del año, nos enfrascamos con un tema en el que llevamos muchos meses dándole vueltas y que ya sabemos que será el asunto central de la Fábrica de CsA en el 2013: avanzar en el modelo de sostenibilidad de la Fábrica (FdeCsA).
Los caminos hay que recorrerlos para conocerlos y cuando se los atraviesa, también nos atraviesa su especificidad, su densidad, sus desafíos. Recorrerlos es ir resolviendo la complejidad de cada paso  y saber disfrutarlo. Cuando el camino no está hecho, tenemos que hacerlo al mismo tiempo que se recorre. Como cuando se atraviesa una zona selvática a base de machete,  cortando las ramas que impedirían el paso. Abrir el camino para recorrerlo  es más lento que caminar sobre algo trazado, obliga a un descubrimiento constante de lo que se antepone, a gestionar la incertidumbre, ha hacer más cálculos sobre lo posible. La satisfacción de quien funda lo nuevo.
Lo que debatíamos este viernes son las primeras pistas para abordar el tema de la sostenibilidad de un modelo de producción cinematográfico en el formato de una FdeCsA.
En ese recorrido del camino no hecho, de repente uno se da cuenta de una importante zona de déficit, casi que de error. Pero no significa exactamente que se haya hecho algo mal, no es una mirada retrospectiva sino futurista. Significa, más bien, que uno hizo hasta donde pudo ver, como en la maleza, sin poderse anticipar con mayor precisión a lo que sigue.
Nuestro colectivo se embarcó hace más de cinco años a la aventura de hacer películas con gente cualquiera. Eso supuso recorrer el arduo y fascinante camino de abrir las operativas de realización a la gente, de medir y experimentar si era posible avanzar en la democratización de la realización de una película. Vimos que era posible.
Luego vino la fase de pensar en arraigar la práctica en una situación y territorio específico, un plató-mundo, que sirviera de escenario social vivo para el desarrollo de esa película. Y en ese período comprobamos que de una situación así, salían más de una película y la gente se embarca en la tarea.
Hace un año nos planteamos que si de un Plató social, un sitio cualquiera y sus habitantes, pueden salir muchas películas el modelo debería constituirse como operativas de fábrica, con un centro de coordinación, un Estudio Abierto y organizando diferentes propuestas sociales de películas.  Es la etapa actual donde culminamos el año 2012, con la pre-producción, la fase en encuentros sociales entre el equipo técnico y grupos de gente, que organizados por colectividades sociales de cine, hacen sus películas en un plazo determinado de tiempo.
Pero cada paso había que comprobar si era o no factible abrir la práctica cinematográfica, comprobar qué dificultades encontrábamos y qué certezas. En cada paso descartamos o confirmábamos asuntos, prácticas, conceptos en función de que ayudaran o no a democratizar, colectivizar, horizontalizar la práctica del cine.
La instalación y puesta en marcha de la Fábrica de Cine sin Autor en Intermediae-Matadero Madrid, podía o no funcionar. Funcionar quiere decir, que podía o no la gente interesarse, participar, involucrarse en la producción o podía pasar como un proyecto artístico más, complaciendo nuestros intereses a medias y quedando como una buena práctica experimental.
Sin embargo, volvimos a comprobar que el formato fabril de Cine sin Autor, nos abrió explosivamente a nuevos desafíos para continuar construyendo y a la vez atravesando el camino de la democratización total del Cine. Se vuelve a confirmar lo anterior: que hay gente dispuesta y muy dispuesta a hacer cine bajo otro modelo más democrático.
Otra vez, tuvimos que asumir nuestros límites y nuestra torpeza imaginativa. Diversas personas y grupos han pasado por nuestro espacio en estos meses y tuvimos que declinar hacer una convocatoria que veíamos necesaria al principio, para adecuar la demanda a lo posible. Seis procesos fílmicos para el próximo período ya son muchos dada la capacidad del equipo base que teníamos al instalarnos,  4 personas y no todas a tiempo completo.
Aparecieron entonces los y las colaboradoras que deseaban ofrecer tiempo y conocimientos y nos supuso plantearnos la idea de la Escuela de Cine sin Autor porque se hicieron necesarios unos protocolos de intercambio que nos permitieran la incorporación de un primer grupo que ya ronda en las quince personas, cada una con su expectativa, su saber, su historia personal, su circunstancia, su tiempo. 
El viernes pasado dimos término al año con un debate espontáneo, habituales durante en las horas cotidianas del trabajo. Hablábamos sobre la sostenibilidad de la FdeCsA.
Y sostenibilidad no solo en términos económicos, que también, sino en todos los ámbitos que supone la creación y gestión cinematográfica.
¿El déficit? Al ver nuestro recorrido, nos damos cuenta que toda nuestra acción estuvo basada en la parte de la producción referida a la realización de películas y en los procesos presenciales,  de esa producción. Reunirse para hacer la narrativa, rodar las propuestas, participar en los montajes y llegar al corte final, a tener la película.
Una de las demandas constantes de quienes han pasado por el estudio este año ha sido ¿dónde y cómo ver esas películas? 
El Cine sin Autor creció en todos estos años con apenas dos exhibiciones públicas a espectadores remotos, una en Medialab Prado y otra en Centro Reina Sofía de Madrid. Pero por otro lado, hemos tenido una gran cantidad de exhibiciones a espectadores primeros, los involucrados en la propia producción.Semanalmente y durante varios períodos, hemos tenido una y hasta dos exhibiciones o visionados para la intervención de las imágenes.
Pero seguimos sin comunicar ni difundir bien lo que hacemos.

Hasta el año pasado, el CsA se hizo por el trabajo y la inversión de las cuatro personas que formamos el colectivo: Daniel Goldmann, David Arenal, Eva Fernández y Gerardo Tudurí.  Nuestro esquema era el clásico esquema militante-vocacional: trabajar en otras cosas e invertir tiempo y dinero en la realización de los proyectos que nos proponíamos o nos proponían. En el camino se unió Emmanuelle Trepagny, que luego de trabajar con nosotros y acabar su tesis en Toulouse, su ciudad, decidió emprender sola un proyecto de Cine sin Autor en aquella ciudad. El esquema productivo de ambas experiencias fue el militante-vocacional. Ahora somos 5 personas de base en Madrid, ya que se nos unió a tiempo completo Davide Crudetti, estudiante italiano de la universidad de Bolonia y se abrió desde octubre otra experiencia en Blanca, pueblo de Murcia, a través de otra compañera que forma parte de nuestro núcleo central, Helena de Llanos, que comenzó la experiencia ¿Hacemos una Peli? en aquella localidad.
Todos sabemos que la militancia tiene, como todo en esta vida, su virtudes y sus límites.
Cuando decidimos dar el paso a un Plató Mundo específico, en el barrio de Ventilla, en Tetuán de Madrid, y generar varios proyectos, el colectivo base se vio completamente desbordado por la respuesta social que se despertaba. Nuestros límites humanos y monetarios nos hicieron tambalear y aún así, continuamos tres años sacando adelante, con muchas dificultades, los proyectos. Colapsamos y dudamos si podíamos seguir.

En ese momento decidimos dar un paso adelante en plena crisis, a comienzos de este año: crear una Fábrica de Cine sin Autor ( unas operativas de fábrica) que dieran sostenibilidad a la potencia social del proyecto. Lo central era conseguir que una Institución cultural asumiera en su seno el proyecto para darle sobre todo tres coordenadas: un lugar claro de referencia para la gente; la duración de la actividad sostenida en el tiempo, que rompiera el nomadismo de trabajar en nuestras casas o estudios y en el tiempo libre y el apoyo económico.
El equipo de Intermediae Matadero Madrid y su director de entonces, Juan Carrete, abrieron la puerta para que el Estudio de Cine sin Autor de la fábrica pudiera ser posible.
Las dos primeras coordenadas se cumplieron, espacio de referencia y durabilidad para la actividad. La variable económica se cumplió en su mínima expresión al obtener de la institución acorralada por los recortes, unos 20.000 euros con impuestos incluidos para instalarnos. Entramos así, en la órbita mixta del dinero y el apoyo público combinado con el trabajo militante del esquema anterior, ya que nuestro trabajo diario de 8 horas y más,  a partir de septiembre, volvió a recaer sobre el bolsillo del equipo base.
A eso se suma que nuestra presencia en Matadero, comenzó a atraer a personas, grupos y colaboradores. Con lo cual, la operativa de Fábrica comenzó a se ocupada y habitada por decenas de personas. Ese es un beneficio producido por la interacción entre el colectivo y su proyecto y la institución cultural Matadero.
¿Qué pasa actualmente?
Que el crecimiento social del proyecto, la cantidad de personas que se han involucrado, hace que ya no seamos aquellas 4 personas que se empeñaban en hacer unas películas, sino algunas decenas implicadas de diferentes maneras. Que el formato de Fábrica se tiene que plantear su modelo de sostenibilidad social es una urgencia. Otra vez toca atravesando el espesor selvático de la realidad, de una realidad en crisis, machete en mano y despejando el camino.
La Fábrica de Cine sin Autor debería sostenerse a partir de los dos pilares que la conforman hoy día, más uno que debe agregarse: 1) su base social, equipo fundador, colaboradores y personas agrupadas haciendo sus películas,  2) la institución cultural de gestión pública, que aporta instalación, valor simbólico, difusión y algún dinero y 3) el dinero privado, la inversión o el patrocinio, que deberá ponerse en juego para asegurar un funcionamiento más estructural.
Los tres pilares, dada la situación actual en este país, están en un permanente temblor y en constante y diaria inestabilidad.
Cada uno de estos componentes tiene intereses muy diferentes y cada quién, si decide o le convencemos para involucrarse, reclama diferentes resultados y beneficios y de muy diferente naturaleza.
1) la base social, la gente que quiere hacer sus películas,  demanda de la Fábrica apoyo para que su imaginario se materialice cinematográficamente. Los beneficios son múltiples si nos atenemos a lo que estamos viviendo: se la pasan bien, se rompe la soledad, se comparte historias y vidas, se discute sobre temas de su interés, se apropian de su propia imagen viéndose en pantallas y monitores, se aprende cine, discuten sobre sus preocupaciones hechas ficción, etc, dependiendo de la edad y el tipo de personas que forman actualmente las colectividades de trabajo. El equipo base necesita una base mínima para no paralizar el trabajo teniendo que volver al esquema militante, casi imposible en el contexto de crisis. Y los y las colaboradores, aparte de aprender y compartir sus saberes, deberían también tener una retribución acorde con el tiempo que dan. ¿Utópico? Puede ser. Antes que nada justo.
2) La institución cultural, por otra parte, desea y apoya que el proyecto funcione y se desarrolle con la mejor salud. No hay imperativos en la filosofía de Intermediae sino acompañamiento. Pero con limitaciones importantes. Por la variedad de proyectos que quiere contemplar Intermediae, los recortes presupuestarios que enfrenta y la limitación del propio espacio, no está preparada para que siga aumentando el número de personas que ocupe y se organice en la nave para hacer sus películas, para que se llene con asambleas de guión el recinto,  se hagan ensayos de rodajes a diferentes horas, se realicen visionados continuos para intervenir los montajes, se demananden más equipos para participar de la edición, se organice un sistema de  distribución y venta de dvds, etc. Es lo que pasaría si se apuntalara el crecimiento de la FdeCsA.  Aún hay que esperar mejores condiciones.
3) Por otra parte, el patrocinador buscará audiencia, consumidores, públicos que asocien su marca con el cine que hacemos, cuantificará y hará estadística. Y los inversores buscarán inapelablemente rentabilidad económica.

Como podemos ver, atravesar el espesor selvático que nos depara el 2013 y seguramente los años que sigan, no será nada fácil.
Pero hemos omitido un cuarto elemento que debe ponerse en juego y que constituyó el centro del último debate del año que mencionamos al principio: la sociedad remota, la gente en general, la no vinculada a la producción de manera presencial.
Nos preguntábamos si una FdeCsA con el modelo que plantea, le interesa a alguien. Porque ese interés general sería el mayor sostén. Y en principio a nadie puede interesar algo que ni siquiera conoce.
Nos parece una pregunta necesaria e inevitable para que dejemos de ser un proyecto cinematográfico de unos pocos y recorrer el camino de convertir la Fábrica en un modelo social de producción y no un mero proyecto experimental de gueto, como la mayoría. Es decir, nos parece fundamental detectar los resortes de enganche, los puntos de interés y  conexión con las necesidades, preocupaciones e intereses generales. Una escuela sabemos que es necesaria. Un centro de salud también. Pero ¿una Fábrica de Cine sin Autor?
Hablamos más arriba de un déficit del proyecto hasta ahora en la gestión de las películas en referencia a  la población remota no vinculada a su producción. Sabemos que van creciendo las experiencias de Crowdfunding, es decir, que alguien sea artífice de un proyecto cultural masivo, aportantdo una pequeña parte.
Para una operativa de fábrica como la nuestra, lo más importante no sería el apoyo remoto a cambio de algunos elementos: “te daremos un dvd, te regalaremos una camiseta o te pondremos en los créditos” . Lo sustancial sería a abrir la producción, el contenido y la forma a la participación masiva, para que más personas pudieran vivir la experiencia cinematográfica, no ver o financiar que alguien a quien se le aporta algo lo haga. Sería abrir la posibilidad de establecer una conexión directa entre el terreno presencial de quienes hacemos el cine y el terreno virtual de quienes lo ven, hacen un donativo, escriben, apoyan, siguen la experiencia.
Creemos que para nuestro modelo debería haber una Fábrica Virtual de CsA, como una réplica de la actividad presencial que es abierta pero en el plano virtual, que asegure que alrededor de la fábrica en general y de cada película en particular, se pueda formar una gran colectividad de testigos, colaboradores y participantes remotos desde la población para que cada quien y según su tiempo e intereses, pueda participar. 
¿Qué quiere decir esto?
Que deberíamos crear un espacio virtual, una página donde pudiéramos ver, opinar y sumarnos a cualquier proceso de los que en una semana típica se desarrollan en la Fde CsA. 
Una antesala en red para saber en qué cosas puede participar una persona interesada, qué se necesita para cada caso y quién quiere aportarlo. Allí el usuario aún remoto podría ver un resumen de la última sesión de guión y opinar, sugerir o plantear estar en la próxima para contribuir con ideas. Podría haber un espacio para donaciones específicas y otras generales en dinero o especies. Los rodajes necesitan muchas cosas que posiblemente están en las casas de muchos.  Allí podrían apuntarse a una escena, proponerse para un personaje que falta, contribuir en el catering de un rodaje largo que lo necesite, etc. 
Se trataría de una herramienta de amplificación que permitiera implicarse y vivir la experiencia cinematográfica a más personas, abandonando la soledad de la pantalla y entrando a compartir el terreno presencial del cine, su lado más fascinante e intenso.

Todas estas ideas dichas desordenadamente, serán  el espesor que la FdeCsA se dispone a atravesar en el 2013. Una vez más no podemos anticipar  resultados sino solo atravesar el recorrido.
Hemos hablado al final de tres aspectos que conforman ese espesor:
1) La base social que la dividimos en dos: 
b) colectividad presencial que realiza la película compuesta por personas cualquiera y equipo técnico.
b) la colectividad remota que podría sostener de muy diversas maneras el desarrollo de cada película pasando del terreno virtual al presencial.
2) La institución cultural que no es más que otra colectividad que sostendrá aspectos determinados del conjunto y que podrá participar con mayor eficacia presencial o virtualmente.
3) La colectividad patrocinadora e inversora, que también podrá no solo estar informada sino participar activamente de lo que le plazca, siempre condicionada su opinión al diálogo horizontal colectivo.
Ninguno de los 3 aspectos por si solo puede sostener el funcionamiento de la Fábrica de Cine sin Autor, que se presenta como una entorno de posibilidad para la producción cinematográfica que debería articular las partes implicadas.
Para cada uno de estos caminos, es que estamos planificando estrategias y operativas diferentes. De cada uno de ellos iremos hablando con toda sinceridad el año próximo haya o no aciertos.
Cuando escribimos textos como éste, siempre tenemos la sensación de cierta ingenuidad ya que la experiencia nos ha demostrado que todo este orden conceptual saltará en unas semanas por los aires. Aún así, el desborde en el Cine sin Autor siempre ha venido desde lo social y nos ha llevado a situaciones a la vez que más complejas, más interesantes. Cualquier sistematización conceptual de la realidad nos ayuda a abordarla. Es el contacto de la experiencia la que, justamente, produce nueva realidad  que a su vez necesitará de nuevas conceptualizaciones. 
Ya veremos. Mientras tanto, en mitad de las ruinas, soñar con edificios. Por pura venganza con el destino impuesto. Por el puro placer de alimentar de cine, la zona exclusiva de nuestra irrenunciable autonomía.

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