domingo, 14 de agosto de 2011

El veraneo incansable del relato industrial. De Ben Hecht a Avatar, esos mismos rentables cuentos. (Lecturas de verano 3)

"En verano, aquí en España al menos, los cuentos se vuelven livianos y simples, como simulando que la vida pierde peso y complejidad. Todo se hace un poco más mentira".

Es 1925. Ben Hecht es un periodista, novelista y dramaturgo que se encontraba casi en la ruina, dicen, luego de haber publicado una novela muy bien acogida y de haber sido jefe de redacción y director del Chicago Literary Times. Acababa de emigrar a Nueva York cuando recibió un telegrama de Hollywood: “Paramount Pictures te ofrece trescientos dólares por semana. Todos los gastos pagados. Trescientos dólares es una miseria. Aquí se pueden ganar millones y tus únicos competidores son unos idiotas”. Se lo enviaba un amigo escritor, Herman Mankiewicz. Aquella invitación le cambió la vida. Tuvo éxito escribiendo más de sesenta guiones, ofició como médico de guiones otras tantas y ganó mucho dinero.
Al llegar a Hollywood en 1925, su amigo Mankiewicz le explicó la fórmula para tener éxito como guionista: "Quiero advertirte... que en una novela un héroe puede acostarse con diez chicas y al final casarse con una virgen. En una película eso no es posible. El héroe, al igual que la heroína, tiene que ser virgen. El villano puede acostarse con quien le dé la gana, divertirse todo lo que quiera estafando y robando, enriquecerse y azotar a los criados, pero al final tienes que matarlo. Cuando cae con una bala en la cabeza, te aconsejo que se agarre al tapiz gobelino colgado de la pared de la biblioteca, y que al caer, el tapiz le tape la cara como si fuera una mortaja simbólica”
Muchos años después Ben Hecht escribirá en sus memorias que el cine “ha introducido en la mente de los norteamericanos más información falsa en una noche que toda la Edad Media en una década. Todos los días, en las quince mil salas, siempre se veía la misma trama: el triunfo de la virtud y la derrota de la maldad... cualquier hombre que infringe la ley, ya sea humana o divina, debe morir o ir a la cárcel, o hacerse monje, o devolver el dinero que robó antes de perderse en el desierto... Al que no creía en Dios... se le demostraba que estaba equivocado haciéndole ver un ángel o mostrándole que uno de los personajes podía levitar unos centímetros... los villanos más poderosos y brillantes se vuelven indefensos ante los niños, los párrocos y las jóvenes vírgenes con grandes tetas” y en las películas “ no hay problemas laborales, políticos, domésticos ni anomalías sexuales que no puedan resolverse con una sencilla frase cristiana o una buena máxima norteamericana".
Son citas de Gregory D. Black en el libro Hollywood Censurado.
Repasando libros, nos llamó la atención este relato por esa síntesis con que se puede definir la narrativa de una generalidad de películas, atrapada en una mecánica moral que se fue asentando en la producción cinematográfica industrial como canon de contenidos.
Por supuesto que una generalización no revela la verdad absoluta de una totalidad. No todas las películas pueden resumirse en tal esquematización. Pero es cierto que existe una especie de territorio estrecho que enmarca las posibilidades narrativas, los límites morales, los campos permitidos de conducta que pueden aparecer en las películas que buscan masivo impacto y son fabricadas con las operativas de negocio rentable.
Películas que buscan impregnar en una masa amplia de espectadores, certidumbres acerca de sentimientos, formas de relación social, estereotipos humanos, modelos de afectividad, concepciones políticas, etc.
Hace ya dos años, extractábamos un resumen de otro escritor, Guy Hennebelle en el libro “Los cines nacionales contra el imperio de Hollywood”, del año 1975 que analizaba en trece puntos los que definía a las películas de las fábricas de los Angeles.
“ Los quince métodos de la fábrica de sueños” los llamó en ese entonces. Remarcamos algunos rasgos de su descripción:
1) El barnizado de la realidad; en los films hollywoodenses el mundo real no es nunca restituído en su autenticidad y su verdad. Es siempre caricaturizado de un modo o de otro...Hollywood frabrica un universo ficticio. 2) ...esto se ve favorecido por una mecanización de la creatividad que divide abusivamente las diferentes funciones del trabajo artísitico en provecho de una taylorización estética absolutamente obsena.... antagónico al trabajo de creación colectiva que en otros contextos permite al artista disciplinar sus propios fantasmas y ligarse a las masas. 3)... el cine hollywoodense se afana por encubrir la realidad construyendo universos de sueño. El ciudadano americano vive en un mundo donde la ilusión es más real que la realidad, donde la imagen tiene más dignidad que el original. 4)... sueño... sustentado por la perpetuación del “sueño americano” según el cual todos los hombres gozarían de las misma bazas para triunfar en la vida y solo se repartirían en la escala social de acuerdo con su coraje y su competencia. 5) ...tiene una ilustración exacerbada del individualismo, del que el culto de la amistad (viril) es sólo la pobre coartada humanista... concepción ideológica eminentemente favorable a la ética capitalista. Ejemplos... westerns y films policíacos. 6) ... exposición complaciente de las frustraciones engendradas por el capitalismo; este, en lugar de disimularlas - cosa que resultaría inhábil - prefiere exponer con complacencia las conductas de los que son sus víctimas... sus personajes son a menudo psicópatas. 7) ... ambigüedad ideológica: raros, muy raros los films hollywoodenses que presentan los problemas en una perspectiva justa... 8) La manipulación de las emociones: cine de efectos y no de causas...no retiene sistematicamente de la vida más que sus momentos importantes eliminando los tiempos muertos...El suspense, elemento fundamental del thriller, es el arma favorita de este arsenal formal. 9) La falsificación histórica: el engomado de las coordenadas económicas, sociales y políticas reales en la representación de las situaciones lleva a la evacuación (muy cómoda) de la lucha de clases que es reemplazada por antagonismos secundarios de orden personal, incluso metafísico. 10) En lugar de adaptar una visión política seria, Hollywood ha creado completamente una falaciosa “estética” de la que el “hitchcock-hawksismo” ha sido una de las manifestaciones más características. Los artículos dedicados a los films hollywoodenses abundan en fórmulas típicas sobre el Bien y el Mal, el humanismo sin clases, la dignidad humana desencarnada y toda una moral de pacotilla sobre falsos problemas de conciencia personal. 11) La opresión de la mujer:... es un cine eminentemente falocrático: el hombre tiene casi siempre el primer papel. Es quien toma las decisiones importantes. El quien lleva el juego. La mujer, ramera o madre amante, no es más que la valedora del macho, su perdición o su refugio.... No facilita, ni mucho menos, una alteración del curso de las cosas. 12)... es profundamente racista. Exalta la superioridad del hombre blanco, occidental y cristiano y denigra todas las razas: los indios, los negros, los amarillos e incluso los latino-americanos. 13) La mitridatización de la violencia... no pudiendo contener las explosiones legítimas (huelgas e insurrecciones), o desviadas (gangsterismo y agresiones diversas) que genera en el interior, esta sociedad experimenta entonces ideológicamente la necesidad de propalar la idea de que la violencia es un elemento natural y formal de la vida colectiva y de la conciencia humana. 14) sus films rebosan de situaciones arbitrarias y de intrigas simplistas. La sicología de los personajes es generalmente caprichosa. 15) La inadecuación entre los temas tratados y la problemática del pueblo americano: films sicológicos sobre una tela de fondo social o films sociales rebajados a intrigas sicológicas... resolución individual de problemas colectivos, mal planteados por añadidura".

Hasta aquí un resumen del texto de Henebbel, escrito en la década del los setenta. Texto que volvimos a recordar hace poco cuando leíamos un ejercicio de síntesis parecido aunque más escueto, en el libro de reciente publicación de Esteve Riambau, Hollywood en la era digital, que citáramos hace dos semanas, cuando expone “la fórmula del éxito” que se emplean en aquellas películas que son concebidas como grandes ejercicios financieros, refiriéndose el autor a films como Harry Potter, Spider-man, El señor de los anillos, Buscando a Nemo, Piratas del Caribe o La Guerra de las Galaxias, producidas entre 1999 y 2003, películas todas que superaron los diez millones de dólares de recaudación.
El autor es escueto y plantea 9 puntos para analizar el éxito:
1) Se basan en historias infantiles, tebeos, series, dibujos animados o, en el caso de Piratas del Caribe: La maldición de la Perla Negra (2003), una atracción de parque temático.
2) Presentan una protagonista infantil o adolescente.
3) Tienen un argumento parecido a un cuento de hadas, en el cual un joven débil o incompetente se transforma en un héroe poderoso o decidido.
4) Contienen sólo relaciones castas, cuando no rigurosamente platónicas entre los sexos, sin desnudeces sugestivas, escenas sexuales, palabras provocativas, ni siquiera insinuaciones de pasión consumada.
5) Presentan personajes secundarios estrafalarios o exéntricos que se prestan a la fabricación, mediante licencia, de juguetes y juegos.
6) Presentan los conflictos - aunque pueden ser deslumbrantes, a gran escala y ruidosos - de maneras que sean suficientemente irreales e incruentas para recibir una clasificación no más restrictiva que la de PG-13 (No recomendada para menores de 13 años).
7) Tienen un final feliz, con el héroe triunfando sobre los malos y poderosos y las fuerzas sobrenaturales (la mayoría de las cuales pueden utilizarse en posibles continuaciones).
8) Utilizan animación convencional o digital para crear artificialmente secuencias de acción, fuerzas sobrenaturales y escenarios complicados.

Leyendo el último nos vinieron a la memoria los otros dos, que a pesar de remarcar matices diferentes de la intención ideológica productora que merecerían un análisis aparte, deja en claro una insistente continuidad de los productos masivos por normalizar nuestro imaginario con fórmulas narrativas fuertes y sintéticas así como la vigencia de Hollywood en el mercado audiovisual actual y no solo en el del pasado.
47 de las 50 películas más taquilleras de todos los tiempos han sido estrenadas después de 1990. Los diez títulos que encabezan las talquillas en 2007 proceden de apenas 5 empresas (Disney, Columbia-Sony, Paramount, Time Warner y Universal)
A pesar de las transformaciones de las operaciones y estructura comercial entre aquel viejo y este Hollywood de hoy, que son muchas, las características narrativas en que se basan sus grandes esfuerzos financieros, parecen no variar demasiado tratando de encorcetar la realidad bajo simplificaciones extremas. Peligroso asunto cuando ya sabemos que se trata de crear imaginario social.
Aunque sabemos que siempre ha existido mucho más cine que el de Hollywood, sabemos que con este tipo de cine industrial no se trata solamente de una competición entre diferentes películas, sino de un modelo de negocio que nos ofrece una narrativa que muchos y muchas buscarán replicar, sin éxito alguno, tanto en las salas de exhibición de cine, como en la vida misma de espectadores. Desactivar estas cadenas de certidumbre y estas prácticas y sustituirlas por otras no-capitalistas (aunque tengamos que imaginarnos un larguísimo plazo), es tanto un obligado ejercicio cinematográfico como una necesaria desintoxicación de nuestra salud imaginativa, siempre más compleja que una simple mercancía de pantalla. Parafraseando el reclamo de Democracia Real Ya que suena en las calles, podríamos decir: la vida no es mercancía en manos de capitalistas del entretenimiento audiovisual. Siempre será menos infantil, menos simplista e inmensamente más interesante que la que nos presentan los mercaderes del entretenimiento espectacular.

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