Comenzando el año, discutíamos este fin de semana acerca de si el proceso de Cine sin Autor que empezaremos hacia fin de mes en un instituto de Humanes, en Madrid, debíamos o no exhibirlo progresivamente en la red y nos pareció evidente que no. Pero otra vez nos asaltó la exigencia de tener que explicarnos un poco más a fondo buscando una coherencia más allá de lo evidente.
En un momento tan sorprendentemente exhibidor elegimos la no exhibición. Ante la fiebre del mostrar, elegimos el ocultamiento, ante la circulación fascinantemente delirante de imágenes y sonidos vamos a optar por la detención del material audiovisual. Detención creativa y productiva en lo real de las personas del film con la que construiremos la película.
¿Para qué, para quién mostramos documentos audiovisuales?. ¿En qué consiste hoy, la eficacia de un film, realista?
Estas pocas respuestas no son posibles de responder en la duración de nuestro “tiempo-mental-clik”.
Hemos elegido un cine hecho desde y con la realidad y hemos definido un "Cine de inmersión" (cuya función es ser film- herramienta, representación para ser intervenida, debatida, discutida y re-creada socialmente) en lugar de un "Cine de exhibición"(cuyo esfuerzo se concentra en la exposición del logro autoral sin posibilidad de modificación alguna) el viejo cine del que hablamos.
Y si queremos que las imágenes se vean impregnadas de circunstancias personales, sociales, tendrá que ser el espesor de esas personas con quienes las producimos el que en algún momento nos lleve a respondernos juntos, juntas, cuando, cómo y a quién mostrarlas. Acto de responsabilidad pre-exhibicionista frente al instantáneo y morboso click que pone a circular una pieza audiovisual o cinematográfica en pocos segundos para que se incluya en las grandes autopistas planetarias del entorno virtual.
No es que estemos en contra de la exhibición sino en contra de un tipo de exhibición autómata y fácil.
El primer sitio donde exponemos Documentos fílmicos de lo real en el Cine sin Autor es en lo real del escenario que lo produce. Allí mueren esos materiales para ser re-creados por los protagonistas en su circunstancia.
Pretendemos apostar porque las personas que estén haciendo el proceso socio-cinematográfico, hagan un camino de apropiación y responsabilidad sobre la representación fílmica que en algún momento comenzará a circular, haciéndose pública.
Y ese camino progresivo de un “cine habitando y creciendo primero entre personas cercanas” nos sumerge en una especie de calma contra la excitación exhibicionista, nos aisla para trabajar mejor, para ver y oír mejor aquello con lo que entramos en relación. Apostamos por una imagen oculta que lentamente deberá evidenciarse desde la responsabilidad crítica del sujeto social que la crea. Imagen crecida en clandestinidad, imagen que conspira.
Estamos trabajando en un “entorno real” social y no está mal que lo distingamos con claridad del “entorno virtual” de la red comunicativa. Una habitat que tanto nos fascina como nos sumerge en complejos aislamientos sociales.
Algunos de los Documentos fílmicos que construimos el año pasado saltaron rapidamente a la red porque así lo decidieron sus gestores y gestoras, pero no dejamos de quedamos como mudos mirando aquellas piezas perdida en el ciberespacio, como autómatas del hipertexto.
Sabemos que la tensión del cuadro de una imagen está también en el poder de todo lo que ya no nos dejará ver, lo que nos oculta, lo que ha dejado fuera, la verdad del mundo que no supo o no quiso atrapar.
Aquella famosa máxima de Godard de que “un film son 24 verdades por segundo” tiene su evidente complemento porque también “un film son 24 mentiras por segundo”, 24 engaños, 24 ocultaciones sobre el mundo.
Si en lo oculto germina la fantasía. ¿Por qué apurarse a mostrar una imagen nacida en lo real sin que haya germinado lo suficiente entre sus protagonistas, para que por lo menos sea un poco más verdad y un poco menos mentira?
En un momento tan sorprendentemente exhibidor elegimos la no exhibición. Ante la fiebre del mostrar, elegimos el ocultamiento, ante la circulación fascinantemente delirante de imágenes y sonidos vamos a optar por la detención del material audiovisual. Detención creativa y productiva en lo real de las personas del film con la que construiremos la película.
¿Para qué, para quién mostramos documentos audiovisuales?. ¿En qué consiste hoy, la eficacia de un film, realista?
Estas pocas respuestas no son posibles de responder en la duración de nuestro “tiempo-mental-clik”.
Hemos elegido un cine hecho desde y con la realidad y hemos definido un "Cine de inmersión" (cuya función es ser film- herramienta, representación para ser intervenida, debatida, discutida y re-creada socialmente) en lugar de un "Cine de exhibición"(cuyo esfuerzo se concentra en la exposición del logro autoral sin posibilidad de modificación alguna) el viejo cine del que hablamos.
Y si queremos que las imágenes se vean impregnadas de circunstancias personales, sociales, tendrá que ser el espesor de esas personas con quienes las producimos el que en algún momento nos lleve a respondernos juntos, juntas, cuando, cómo y a quién mostrarlas. Acto de responsabilidad pre-exhibicionista frente al instantáneo y morboso click que pone a circular una pieza audiovisual o cinematográfica en pocos segundos para que se incluya en las grandes autopistas planetarias del entorno virtual.
No es que estemos en contra de la exhibición sino en contra de un tipo de exhibición autómata y fácil.
El primer sitio donde exponemos Documentos fílmicos de lo real en el Cine sin Autor es en lo real del escenario que lo produce. Allí mueren esos materiales para ser re-creados por los protagonistas en su circunstancia.
Pretendemos apostar porque las personas que estén haciendo el proceso socio-cinematográfico, hagan un camino de apropiación y responsabilidad sobre la representación fílmica que en algún momento comenzará a circular, haciéndose pública.
Y ese camino progresivo de un “cine habitando y creciendo primero entre personas cercanas” nos sumerge en una especie de calma contra la excitación exhibicionista, nos aisla para trabajar mejor, para ver y oír mejor aquello con lo que entramos en relación. Apostamos por una imagen oculta que lentamente deberá evidenciarse desde la responsabilidad crítica del sujeto social que la crea. Imagen crecida en clandestinidad, imagen que conspira.
Estamos trabajando en un “entorno real” social y no está mal que lo distingamos con claridad del “entorno virtual” de la red comunicativa. Una habitat que tanto nos fascina como nos sumerge en complejos aislamientos sociales.
Algunos de los Documentos fílmicos que construimos el año pasado saltaron rapidamente a la red porque así lo decidieron sus gestores y gestoras, pero no dejamos de quedamos como mudos mirando aquellas piezas perdida en el ciberespacio, como autómatas del hipertexto.
Sabemos que la tensión del cuadro de una imagen está también en el poder de todo lo que ya no nos dejará ver, lo que nos oculta, lo que ha dejado fuera, la verdad del mundo que no supo o no quiso atrapar.
Aquella famosa máxima de Godard de que “un film son 24 verdades por segundo” tiene su evidente complemento porque también “un film son 24 mentiras por segundo”, 24 engaños, 24 ocultaciones sobre el mundo.
Si en lo oculto germina la fantasía. ¿Por qué apurarse a mostrar una imagen nacida en lo real sin que haya germinado lo suficiente entre sus protagonistas, para que por lo menos sea un poco más verdad y un poco menos mentira?
lo real y lo virtual hace ya tiempo que dejaron de existir, lo REALIRTUAL es lo que ha nacido de esa muerte. god eL aMa
ResponderEliminarEs un poco tonto, en nuestra vida real existe el internet, tratar de ignorar o rechazar eso es sencillamente falsear la realidad que nos rodea.
ResponderEliminarVamos, que no has entendido de lo que se está hablando...
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