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domingo, 13 de enero de 2013

“Subtramas” de la historia para violentar el cine.


Viernes y sábado hemos estado compartiendo prácticas con Sandra Schäfer, Angelika Levi, Sally y Gabriela Gutiérrez, el colectivo 100jours y nosotros en el seminario que organizó el grupo Subtramas en el Museo Reina Sofía de Madrid: Pedagogías Críticas de la Imagen.
Digamos que la mayoría de quienes estuvimos allí, no solo amamos el cine sino que lo entendemos como una actividad  a la que cualquier persona tiene derecho de participar activamente y en cualquiera de sus etapas de producción y gestión.
Entre las diferentes prácticas habían  puntos de fuga, cruces, coincidencias, diferencias de enfoque, enriquecimiento, zonas comunes y zonas inéditas, opiniones. 
No se puede resumir en un post la cantidad de ideas y referencias prácticas que se han compartido así que es mejor, como fresco resumen de un seminario que terminó ayer a la noche, compartir cierta sensación y alguna reflexión general.
Quizá, lo más importante es que pasamos por allí más de un centenar de personas interesados en  “ otro cine”, uno que nos permita hacer de la vida común un lugar mejor donde habitar.
Desde Subtramas, presentaron, a modo de esquema para desarrollar, una genealogía del cine colaborativo rastreada en sus investigaciones. Un primer boceto de esa “otra historia cinematográfica” . Un rastro de nuestra propia identidad histórica si se trata de un cine democratizado en sus operativas. Una especie de historia marginal subterránea, una subtrama tejida a través de personas que nos antecedieron en medio de los grandes paradigmas hegemónicos del cine industrial y autoral.
En la “Teoría y práctica de la historia del cine”, Robert C. Allen y Douglas Gomery, comentan que “ aunque los críticos y teóricos cinematográficos han influido en la historia del cine y en algunas ocasiones se han implicado en controversias históricas, ninguna de estas ramas de los estudios fílmicos tiene como ámbito principal la dimensión temporal del cine: el modo en que el cine como arte, tecnología, fuerza social o institución económica se desarrolló en el transcurso del tiempo o funcionó en un momento concreto del pasado. Este es el ámbito de la historia del cine. En lugar de analizar una película o reflexionar sobre la naturaleza y el potencial de todas las películas, el historiador cinematográfico intenta explicar los cambios que ha sufrido el cine desde sus orígenes, así como dar razón de los aspectos del cine que se han resistido al cambio”. 

domingo, 22 de abril de 2012

El cine al desnudo. Una Fábrica al precio de una película.

Imaginemos un momento. Si no necesitamos plató porque nuestro plató es el mundo que nos rodea, el barrio, sus gentes, sus casas, sus lugares comunes. Si no necesitamos actores y actrices que finjan nada porque la propia gente se organiza para interpretar sus narrativas. Si no necesitamos guionistas porque el discurso fílmico sale del debate común. Si tampoco necesitamos la burocracia del negocio porque no buscamos hacer el ridículo simulando filmografías infladas a dinero. Si no necesitamos los códigos de persuasión formal y narrativas pensados para públicos abstractos porque la magia de nuestro cine es su producción social compartida y no solo su venta. Si nos ahorramos el desgaste y gasto promocional que ocuparíamos en convencer no se sabe a quién de que nuestra película es magnífica. Si nos quitamos de un plumazo toda esa parafernalia de la vetusta y anquilosada forma de fabricación de la política de estudios o la política de autor. Si la propia gente que participa es será la que difunde y gestiona artesanal o virtualmente sus propia filmografía. ¿Que es lo que nos queda?