domingo, 25 de noviembre de 2012

CineXXI. La industrialización audiovisual de la sociedad. ¿Cómo organizar el mundo sensible cinematográficamente?


Ecos de una semana de conversaciones diversas. ¿Cómo se puede organizar el mundo sensible para que produzca cine, para que lo gestione con estructuras sostenibles de fabricación y obtenga con ello beneficios (sociales, sensibles, estéticos, expresivos, narrativos y económicos?

He ahí uno de los nudos que desde la Fábrica de Cine sin Autor constituye el motor de nuestra acción y nuestra reflexión.
Iniciamos aquí aproximaciones que nos conducen lenta y progresivamente a articular un modelo de producción social cinematográfico para imaginar la realidad futura.
Empecemos con un tema fácil de ver. Hagamos un mapeo de los puntos de fabricación de la imagen de cine en el principio del cine y otro hoy, cómo si de fotos estáticas se trataran. 
Primera foto.
Fecha: período entre 1880- 1895. Marquemos en el mapa la localidad de West Orange en Nueva Jersey, la ciudad de Lyon en Francia y las ciudades de Brigthon y Leed en Inglaterra.
Podríamos decir que éstos era los puntos de fabricación de las primeras imágenes en movimiento, la que se producía en los laboratorios privados donde se estaba gestando la invención del cinematográfo y por tanto la posibilidad de producir secuencias fotográficas que simulaban el movimiento de las cosas: el cine.
Si siguiéramos marcando lugares de producción (no de  exhibición) de las incipientes imágenes de cine por esa fechas, a medida que pasaban los primeros años, iríamos agregando puntos en diversas partes de Europa. Luego pasaríamos a marcarlos por ejemplo en Asia, concretamente en Japón, especificamente en Tokio y precisamente en 1898 porque a un tal Tsunekichi Shibata, empleado del departamento de fotografía de los grandes almacenes de Mitsukoshi se le ocurrió rodar algunas escenas callejeras y fragmentos de representaciones kabuki al que le seguiría un año después el pionero de la cinematografía japonesa Koyo Komada con su primer film.

domingo, 18 de noviembre de 2012

¿Cómo ocupar de gente un concepto? Hacia una fábrica de cine en manos de cualquiera.


Llevamos más de un mes dándole vueltas a un dossier de presentación que en parte está casi diseñado. Pero no es un problema formal el que arrastramos sino un problema poblacional. 
En los meses que llevamos de trabajo en Intermediae Matadero Madrid, empezamos a ver que entre personas que están empezando a hacer sus películas y aquellas que se van uniendo como colaboradores o colaboradoras, hacia diciembre podemos llegar a ser  60 o 70 personas las personas que está acudiendo al Estudio Abierto y siempre que no hagamos la convocatoria que en un principio teníamos pensado hacer.
En dicho dossier queremos contar con brevedad ¿Qué es la Fábrica de Cine sin Autor y cómo funciona?
Definirla, es una tarea relativamente fácil para quienes la hemos creado y llevamos tiempo en el colectivo de Cine sin Autor. Pero si somos coherentes con nuestra propia lógica, una definición actual de la Fábrica  debería comenzar a estar atravesada por todas las personas que la habitan con una u otra intensidad. Si se trata de un cuerpo social en producción, vivo y dinámico, lo que sea la Fábrica debe empezar a ser enunciado por todas las personas que están actualmente formando  parte de ella.
Si la definición comenzara diciendo: “La fábrica de Cine sin Autor es....” seguramente, cada persona participante diría una cosa diferente con alguna referencia en común.
Sabemos que para quién se haya integrado recientemente, su definición carecería de complejidad porque quizá tenga apenas un motivo personal por el que se ha acercado sin haber vivido aún la complejidad que supone la producción. Quizá alguien podría apenas decir  “la Fábrica es un lugar donde se hace cine”... sin poder decir ni qué tipo de cine, ni qué metodologías comprende. 

domingo, 11 de noviembre de 2012

Las cosas, los hechos, las personas. Cuando la realidad dirige el cine.


La cámara y la realidad han tenido desde el mismo momento del nacimiento de la imagen en movimiento una tensión de tal magnitud, que su relación atravesará toda la historia del cine.
Salvo la animación y los procesos de producción digitales, el cine basado en el soporte fotográfico no ha hecho otra cosa que acercarse a capturar y detener impotentemente la imagen y el sonido de lo vivo y sobre todo de lo humano.
La industria o los directores, han conducido ese complejo (o simple) sistema de realización de películas hacia “la realidad”. Da lo mismo que haya sido la cámara de Michael Curtiz grabando a Hamphrey Bogart en en una escena de Casablanca, o la de Roberth Flaherty a unos esquimales de Canadá en Nanook, o Robert Wiene al lúgubre Dr. Caligari o Jean Vigo a unos niños que ficcionaban su rebeldía contra el sistema escolar. Siempre se tratará de la cámara  que en manos de los que conforman ese mundo del cine, habrá danzado en torno a la realidad que ha tenido delante para plasmarla en una película que luego verían espectadores ajenos y remotos, aquellos que no habían estado en el momento de su producción.
Siempre la cámara del Cine sosteniendo el aliento para acoger ese tiempo en que comienza a atravesarle  la luz que tiene delante, la que permitirá materializar el pacto inasumible de detener la vida en sus imágenes y activarla, revivirla luego, en su exhibición.
Aunque ya había buen antecedente de grabar al natural y con actores y actrices no profesionales y no solo en Europa, a mitad del siglo pasado se comenzó a hablar abundantemente de la realidad de la mano de los neorrealistas italianos: “antes , si uno pensaba en una película sobre una huelga, por poner un ejemplo, lo primero que hacía era crear un argumento. Y la huelga en sí se convertía en el trasfondo de la película. Hoy, descrIbiríamos la huelga misma. Tenemos una fe ciega en las cosas, los hechos y las personas.”

domingo, 4 de noviembre de 2012

El cine en los límites de la clínica y el lógico caso del cura con dos pistolas.



Miércoles pasado. Avanzamos con el grupo vinculado al CRPS. 
Para quien no conoce esta sigla utilizamos una definición oficial para ubicar al lector: los Centros de Rehabilitación Psicosocial (CRPS) forman parte de los dispositivos de la “Red pública de Atención Social a personas con enfermedad mental grave y duradera” de la Consejería de Familia y Asuntos Sociales, dependiente de la Dirección General de Servicios Sociales de la Comunidad Autónoma de Madrid.
Estos centros disponen de un equipo multidisciplinar que desde un abordaje individualizado centrado en la rehabilitación y recuperación de la persona, trabaja para favorecer la creación y potenciación de apoyos que promuevan la participación de usuarios/as en recursos socio-comunitarios de su entorno, en las mismas condiciones que cualquier otro ciudadano/a. Para ello disponen de diferentes programas de información, educación y entrenamiento de habilidades que se realizan tanto en el centro como en el propio entorno socio comunitario de la persona.

El miércoles, con un grupo que viene del CRPS cercano al Matadero, comenzamos el rodaje-ensayo de la primer escena, luego de tres reuniones donde se empezó a definir la película.
Nuestra reflexión parte de lo cinematográfico.
Para empezar, generalmente identificamos a los grupos por los nombres de sus películas aunque este vaya cambiando. Pero como no ha aparecido aún, pues, cada semana, en el estudio hablamos del grupo del CRPS, con cierta resistencia.
Ya saben quienes nos siguen que nuestra materia prima para hacer películas es el imaginario de la gente común sin vinculación alguna a la producción audiovisual.