“Mas supongamos que tuviéramos que ver con un autor: ¿todo lo que escribió o dijo, todo lo que dejó tras él forma parte de su obra? Problema a la vez teórico y técnico. Cuando se emprende la publicación de las obras de Nietzsche, por ejemplo, ¿en dónde hay que detenerse? Hay que publicar todo, ciertamente, pero ¿qué quiere decir este “todo”? ¿Todo lo que el propio Nietzsche publicó?, de acuerdo. ¿Los borradores de sus obras? Ciertamente. ¿Los proyectos de aforismos? sí. ¿También los tachones, las notas al pie de los cuadernos? si. Pero cuando en el interior de un cuaderno lleno de aforismos se encuentra una referencia, la indicación de una cita o de una dirección, una cuenta de la lavandería: ¿obra o no obra? ¿Y por qué no? Y ésto indefinidamente. Entre las millones de huellas que alguien deja después de su muerte, ¿cómo puede definirse una obra?...
La palabra “obra”, y la unidad que designa son probablemente tan problemáticas, como la individualidad del autor.”
Los textos no se agotan en una sola lectura. Este texto de Michel Foucault ¿Qué importa quien habla? es, entre otros, uno de los referentes de fundación del CsA al que siempre nos gusta volver.
Cerramos esta serie de artículos antes de la cita del martes en que visionaremos el corte final de Más allá de la Verdad con la pregunta: ¿Quién es el autor de esta película?
Como siempre sucede en nuestros procesos, la Autoría, que no el autor, es un territorio en diseminación constante, circulante y fundamentalmente movedizo. Es sin más, la dinámica del territorio de la Sinautoría.
Pero quizá no mayor que el de cualquier obra ya que la autoridad que controla la producción de una obra, siempre está diseminada, aunque en los modelos industriales y autorales en el caso del cine, no hace otra cosa definirlo arbitrariamente de acuerdo a ciertos criterios de pertencia. La Sinautoría es al contrario una constante posibilidad de apropiación, una tensión de pertenencia abierta.
Puede quedar claro para quien vea la película, que Más allá de la verdad se va generando sobre un contenido concreto: aquello que Gioacchino comenzó a narrar oralmente sobre su vida, un relato inicial contado: viví en tal sitio, hice tales cosas, me relacioné con tales y cuales, en tal o cual fecha... etc.
No habría película sin ese relato de partida. Si fuera un libro escrito, bastaría con que ese relato comenzara a ser trabajado y organizado para que pudiera ser leído de alguna manera. La autoría, la autoridad y propiedad de ese relato, obviamente, eran de Gioacchino.