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domingo, 13 de octubre de 2013

Más allá de la verdad: ¿Qué importa quién hace el cine? Sinautoría y memoria de producción colectiva.


“Mas supongamos que tuviéramos que ver con un autor: ¿todo lo que escribió o dijo, todo lo que dejó tras él forma parte de su obra? Problema a la vez teórico y técnico. Cuando se emprende la publicación de las obras de Nietzsche, por ejemplo, ¿en dónde hay que detenerse? Hay que publicar todo, ciertamente, pero ¿qué quiere decir este “todo”? ¿Todo lo que el propio Nietzsche publicó?, de acuerdo. ¿Los borradores de sus obras? Ciertamente. ¿Los proyectos de aforismos? sí. ¿También los tachones, las notas al pie de los cuadernos? si. Pero cuando en el interior de un cuaderno lleno de aforismos se encuentra una referencia, la indicación de una cita o de una dirección, una cuenta de la lavandería: ¿obra o no obra? ¿Y por qué no? Y ésto indefinidamente. Entre las millones de huellas que alguien deja después de su muerte, ¿cómo puede definirse una obra?...
La palabra “obra”, y la unidad que designa son probablemente tan problemáticas, como la individualidad del autor.”

Los textos no se agotan en una sola lectura. Este texto de Michel Foucault ¿Qué importa quien habla? es, entre otros, uno de los referentes de fundación del CsA al que siempre nos gusta volver.

Cerramos esta serie de artículos antes de la cita del martes en que visionaremos el corte final de Más allá de la Verdad con la pregunta: ¿Quién es el autor de esta película? 
Como siempre sucede en nuestros procesos, la Autoría, que no el autor, es un territorio en diseminación constante, circulante y fundamentalmente movedizo. Es sin más, la dinámica del territorio de la Sinautoría.
Pero quizá no mayor que el de cualquier obra ya que la autoridad que controla la producción de una obra, siempre está diseminada, aunque en los modelos industriales y autorales en el caso del cine, no hace otra cosa definirlo arbitrariamente de acuerdo a ciertos criterios de pertencia. La Sinautoría es al contrario una constante posibilidad de apropiación, una tensión de pertenencia abierta.
Puede quedar claro para quien vea la película, que Más allá de la verdad se va generando sobre un contenido concreto: aquello que Gioacchino comenzó a narrar oralmente sobre su vida, un relato inicial contado: viví en tal sitio, hice tales cosas, me relacioné con tales y cuales, en tal o cual fecha... etc.
No habría película sin ese relato de partida. Si fuera un libro escrito, bastaría con que ese relato comenzara a ser trabajado y organizado para que pudiera ser leído de alguna manera. La autoría, la autoridad y propiedad de ese relato, obviamente, eran de Gioacchino.

domingo, 24 de febrero de 2013

Del Cine como acontecimiento social y la hipervaloración del “minoritarismo autoral especializado”.


El viernes conversábamos en la sala Youkali sobre Autor, Sinautoría y Multiautoría entre un pequeño grupo de personas.
Como siempre, cada quién compartíamos desde nuestro punto de vista estos temas. 
Vamos a centrarnos en algunas dudas sobre nuestros enunciados porque son las que posibilitan crecer.
Concretamente se planteaba la duda o afirmación sobre “la hipervaloración del cualquiera” que nosotros, parece que hacemos a la hora de ubicar a la gente no especializada en cine como productor, director, protagonista, guionista, gestor de las historias. Siempre insistimos a quienes nos conocen sin que hayan podido participar de nuestras experiencias, que las ideas, en definitiva, son muy pobres para lo que realmente vivimos. Pero aún así son necesarias.
Esa “hipervaloración de los cualquiera” se vinculaba a una posible falta de “profundidad” en la creación colectiva. Que no por ser democrática, se decía, tiene por qué tener, digamos, una cierta calidad: no se podría haber escrito el capital de Marx en colectivo, por citar el ejemplo que se mencionó, dejando ver que eso es una tarea profunda, un trabajo que requiere tenacidad, dedicación de una o muy pocas personas.  Quien dice Marx y el Capital, era solo un ejemplo, dice cualquier película de esas que llamamos obras maestras que nos hacen pensar, nos conmueven o incluso admiramos.
El tema que subyace a esta duda, parece ser, una vez más, la oposición que se establece entre el “minoritarismo autoral especializado” que se enfrenta, de alguna manera, al resto de la sociedad, a ese gran resto de personas que no se dedican a lo mismo.
Una especie de oposición negativa donde ese resto de personas aparece siempre como amenaza en el “buen desarrollo” de las ideas personales de cierto sector que, dedicados al asunto de crear, pensar, investigar, alcanzarán otros niveles de luminosidad, profundidad y calidad (o como quiera llamársele) en la obra que realicen, siempre que no se vean interferidos, obstaculizados, por “el resto de los cualquiera”.
Esta oposición que  aparece  en los tres debates en que participamos en el último mes y medio suponemos que viene del campo de las experiencias de cada quien, de las malas, suponemos, o del fomentado temor a abandonar los territorios del “minoritarismo autoral espercializado” en el terreno cultural. 

sábado, 15 de noviembre de 2008

Presentación del Libro


El Manifiesto de Cine sin Autor es una propuesta de subversión del cine en su modelo actual, entendiendo por tal una forma que considera la imagen, los procesos de realización cinematográfica, las maneras de exhibición y los discursos estético-narrativos como elementos constituyentes. Este tipo de cine es un intento por desplazar las fronteras ideológicas y formales que clausuran el cine constituido para abrir nuevos horizontes con prácticas y preguntas nuevas. El Cine sin Autor parte de una concepción del cine como instrumento en manos de personas y colectivos para la elaboración de materiales que definen las Representaciones de esas mismas personas y colectivos. El Cine sin Autor es, por tanto, un proceso socio-cinematográfico que tiene como finalidad la crítica permanente de la realidad.