En la era en que todo cristo filma, quizá más que nunca habría que recordar que lo importante no es filmar sino la elección de qué filmar, el pensamiento alrededor del registro.
Tomamos el móvil sin más, por ejemplo, atendiendo a esa típica reacción ante algo que nos llama la atención o vemos necesidad de documentar. Le damos al rec. Lo miramos con rapidez constatando que “lo tenemos”, que el hecho está ahí como sonido e imagen. Le damos a guardar si no se ha guardado ya y satisfacemos así nuestra dosis de videofagocitación instantánea.
Si a ese mismo gesto le agregáramos durante un momento una dosis de detenimiento antes de darle al rec, si pensáramos realmente qué, cómo, para qué, desde qué momento y hasta qué momento vamos a hacer la toma. Si pararámos un poco la instantaneidad a la que nos somete el hiperconsumo de aparatos, y pensáramos qué haremos con eso, si lo vamos a unir a otras imágenes, si pertenecerá a una narrativa, si lo exhibiremos cuándo, dónde y a quién, nos enfrentaríamos a casi todos los asuntos del cine.
Porque el cine comienza ahí donde una cámara se introduce. Lo aceptemos o no, si no hay cámara no hay cine posible si obviamos la imagen creada virtualmente. Si se enciende una, del tipo que sea y donde quiera que sea, el cine ya está aunque todavía no esté ahí.
Pero las cámaras no andan solas, ni se acomodan en uno u otro punto de un espacio con pose observadora. Alguien porta la cámara y en ese momento la cámara es el ojo pasivo y automático de su portador: “Cualquier documental, mío o de otro, sea del estilo que sea, es arbitrario, parcial, prejuicioso, selectivo y subjetivo. Nace, al igual que la ficción, de tu elección” diría Frederick Wiseman, que se internaba en sitios por períodos de tiempo a dejar que la realidad que elegía atravesara su cámara y luego trabajaba el material en la sala de montaje como “una conversación consigo mismo” según decía.
Pensar con la cámara en la mano.
En nuestro equipo hay gente que viene del trabajo documental y otros que vienen de la ficción. Y aquí tenemos intensos debates justo antes y después de grabar que se prolongan a la hora de montar y continúan.