
Digamos que la Soberanía Cultural no existe como hecho total y que es un horizonte hacia donde movernos ya que las Políticas culturales han propiciado otro estado social de producción donde la cultura la controla una minoría creadora, inversora y gestora que dirige su producción a una masa amplia de la población concebida como espectadora-consumidora de lo que ellas ofrecen.
Digamos también, que hay una zona socialmente difusa en el nivel de la creación que va siendo habitada por esa experiencias-islas de soberanía cultural que van poblando el panorama social.