Nos llamó la atención una frase de la Historia del Cine de Mark Cousins con la que abre el período entre 1928 a 1945, nada menos que lo que luego constituirá su edad de oro:
“El cine empezó a cantar en los años 1928-1945. Por aquel entonces, la gente iba al cine hasta cinco veces por semana, por lo que no es de extrañar que el séptimo arte se convirtiera en una obsesión en todo el mundo. ..Un crítico de la época comenta de qué modo ‘la abundancia, la energía, la transparencia y el sentimiento de comunidad’ de las películas de entretenimiento conseguían seducir al público frente a la ‘fealdad, el cansancio, la angustia y la fragmentación’ de sus vidas cotidianas. Esta es justamente la esencia del entretenimiento, que hacía cobrar realidad a sentimientos inexistentes, y que, además, mostraba ‘cómo se debería sentir la utopía y no tanto cómo debería organizarse”.
Hasta cinco veces por semana dice el autor que la gente acudía a las salas de cine...a sentir la utopía, a olvidar, dejar por un momento, obviar, “la fealdad, el cansancio, la angustia y la fragmentación de sus vidas cotidianas”.
Quizá sea una simplificación, pero sabiendo que hablamos de la década de los 30, con el cine sonoro que recién aparecía, no es extraño imaginar esa rutina escapista.
La vida real y la vida ofrecida por el cine. Dos mundos paralelos, casi emocionalmente opuestos podríamos decir, dos circunstancias separadas por los límites de una sala a oscuras que “el espectador de cine” tenía que atravesar para experimentar ese fascinante mundo de luz y sonido que se le ofrecía.
Dos circunstancias pero también dos actitudes: sentir el cine u organizarlo.
Quizá sea una simplificación, pero sabiendo que hablamos de la década de los 30, con el cine sonoro que recién aparecía, no es extraño imaginar esa rutina escapista.
La vida real y la vida ofrecida por el cine. Dos mundos paralelos, casi emocionalmente opuestos podríamos decir, dos circunstancias separadas por los límites de una sala a oscuras que “el espectador de cine” tenía que atravesar para experimentar ese fascinante mundo de luz y sonido que se le ofrecía.
Dos circunstancias pero también dos actitudes: sentir el cine u organizarlo.