lunes, 19 de enero de 2009

¿Exhibir u ocultar? El cine: 24 mentiras por segundo. Contra la duración-click de las imágenes.

Comenzando el año, discutíamos este fin de semana acerca de si el proceso de Cine sin Autor que empezaremos hacia fin de mes en un instituto de Humanes, en Madrid, debíamos o no exhibirlo progresivamente en la red y nos pareció evidente que no. Pero otra vez nos asaltó la exigencia de tener que explicarnos un poco más a fondo buscando una coherencia más allá de lo evidente.
En un momento tan sorprendentemente exhibidor elegimos la no exhibición. Ante la fiebre del mostrar, elegimos el ocultamiento, ante la circulación fascinantemente delirante de imágenes y sonidos vamos a optar por la detención del material audiovisual. Detención creativa y productiva en lo real de las personas del film con la que construiremos la película.
¿Para qué, para quién mostramos documentos audiovisuales?. ¿En qué consiste hoy, la eficacia de un film, realista?
Estas pocas respuestas no son posibles de responder en la duración de nuestro “tiempo-mental-clik”.
Hemos elegido un cine hecho desde y con la realidad y hemos definido un "Cine de inmersión" (cuya función es ser film- herramienta, representación para ser intervenida, debatida, discutida y re-creada socialmente) en lugar de un "Cine de exhibición"(cuyo esfuerzo se concentra en la exposición del logro autoral sin posibilidad de modificación alguna) el viejo cine del que hablamos.
Y si queremos que las imágenes se vean impregnadas de circunstancias personales, sociales, tendrá que ser el espesor de esas personas con quienes las producimos el que en algún momento nos lleve a respondernos juntos, juntas, cuando, cómo y a quién mostrarlas. Acto de responsabilidad pre-exhibicionista frente al instantáneo y morboso click que pone a circular una pieza audiovisual o cinematográfica en pocos segundos para que se incluya en las grandes autopistas planetarias del entorno virtual.

No es que estemos en contra de la exhibición sino en contra de un tipo de exhibición autómata y fácil.

El primer sitio donde exponemos Documentos fílmicos de lo real en el Cine sin Autor es en lo real del escenario que lo produce. Allí mueren esos materiales para ser re-creados por los protagonistas en su circunstancia.
Pretendemos apostar porque las personas que estén haciendo el proceso socio-cinematográfico, hagan un camino de apropiación y responsabilidad sobre la representación fílmica que en algún momento comenzará a circular, haciéndose pública.
Y ese camino progresivo de un “cine habitando y creciendo primero entre personas cercanas” nos sumerge en una especie de calma contra la excitación exhibicionista, nos aisla para trabajar mejor, para ver y oír mejor aquello con lo que entramos en relación. Apostamos por una imagen oculta que lentamente deberá evidenciarse desde la responsabilidad crítica del sujeto social que la crea. Imagen crecida en clandestinidad, imagen que conspira.

Estamos trabajando en un “entorno real” social y no está mal que lo distingamos con claridad del “entorno virtual” de la red comunicativa. Una habitat que tanto nos fascina como nos sumerge en complejos aislamientos sociales.

Algunos de los Documentos fílmicos que construimos el año pasado saltaron rapidamente a la red porque así lo decidieron sus gestores y gestoras, pero no dejamos de quedamos como mudos mirando aquellas piezas perdida en el ciberespacio, como autómatas del hipertexto.

Sabemos que la tensión del cuadro de una imagen está también en el poder de todo lo que ya no nos dejará ver, lo que nos oculta, lo que ha dejado fuera, la verdad del mundo que no supo o no quiso atrapar.
Aquella famosa máxima de Godard de que “un film son 24 verdades por segundo” tiene su evidente complemento porque también “un film son 24 mentiras por segundo”, 24 engaños, 24 ocultaciones sobre el mundo.
Si en lo oculto germina la fantasía. ¿Por qué apurarse a mostrar una imagen nacida en lo real sin que haya germinado lo suficiente entre sus protagonistas, para que por lo menos sea un poco más verdad y un poco menos mentira?

domingo, 11 de enero de 2009

Dialogando con Miguel Angel Baixauli. El campo de batalla de la percepción

Agradeciendo a Miguel su comentario al último artículo "...Ecos de Comolli" (leerlo debajo) nos quedamos con la idea que apuntaba: sobre el cine como una "pedagogía de la percepción". Un apunte que nos ha precisado las ideas.
Es verdad que el territorio donde batalla el cine y donde estamos trabajando para crear rupturas, es el mismo donde la cultura audiovisual dominante y corporativa, con sus procedimientos inapelables e impositivos y como ejército que ataca a la población sin muchas armas con que defenderse, campa a sus anchas.
Es importante definir este sitio de la actividad cognitiva como zona acorralada, para poder concebirla como una zona a liberar. Hemos estado escribiendo este fin de año dos artículos para la revista Espai en Blanc de Barcelona y estamos enunciando teóricamente la idea del "Suicidio Sinautoral" y la figura del "Sinautor" como "Kamikaze cultural y político " que hace su acto de inmolación, desaparición activa y creativa, para provocar en las personas concretas con las que se propone hacer un film, un estallido, una reorganización, un replanteo en la forma de ver y oír y de verse y oírse. Cuando se publique ofreceremos el enlace.
La conexión más importante que hacemos aquí con la idea de Miguel es constatar que el campo donde el Sinautor se suicida culturalmente, el terreno que elige para su estallido es justamente ese "campo de la percepción".
Hace unas semanas volvimos a ver "He nacido pero..." de Ozú (1932) y que diferente trabaja la percepción en una película como ésta, así como en las de otros muchos autores actuales como Abbas Kiarostami, Kim Ki-Duk, Philippe Garrel o Lisandro Alonso.
Los films son complejos sistemas audio-iconográficos ofrecidos a las personas para tener una experiencia, un encuentro que les permita explorar también sus propias vivencias, su propia visión de las cosas.
En el artículo sobre la Audiovisión hablábamos justo del entrenamiento que a lo mejor deberíamos plantearnos del órgano perceptivo del audiover. El Cine sin Autor, en su proceso de realización, comienza con la crisis socio-cinematográfica del rodaje, crisis de roles, crisis de las formas de producción fílmica habituales y uniendo esta idea, decimos ahora, "crisis de la percepción" de los y las participantes del film. Crisis de la percepción, tanto en el Dispositivo-Autor como en las Personas del Film, ya que no se plantean cánones ni formas preestablecidas para la película que se pone en marcha.
Esta crisis de la percepción, de la forma habitual de ver y oír las creaciones audiovisuales y cinematográficas y de producirlas, es la que constituye el aprendizaje colectivo que buscamos recorrer juntos, cineastas y no cineastas. El debate continuo sobre la representación que se expone en los Documentos Fílmicos del CsA es un territorio de imágenes y sonidos permanentemente reformulados en su montaje, buscando la conformidad de estos con las personas protagonistas y gestoras de la película. Intentamos huir de la "sobre-codificación" de la que habla Miguel, en la práctica, en la vivencia de la experiencia de creación, huyendo de lo sabido, de lo que audiovemos diariamente. Buscamos una creación que se descubra formal y estéticamente durante y hasta el final del proceso, impregnar la representación de intereses cotidianos y necesidades surgidas de la vida de las personas.
Es en sociedades amaniatadas por la estimulación audiovisual constante, donde a la percepción la entendemos como un campo de batalla y experimentación, un punto de partida sobre el cual edificar, haciendo una película, el resto de las construcciones ideológicas, las nociones sobre las relaciones humanas, el gusto estético, los textos mentales y cualquier otra forma subjetiva que permita reconocer la diversa y compleja composición que tiene la vida.