domingo, 31 de marzo de 2013

El Star System de la gente común. Celebridad y orden social.

La semana pasada reflexionábamos sobre el nuevo sujeto productor, la nueva gente del cine que decimos, o al menos la que aparece o emerge dentro de las operativas del Cine sin Autor.
Si bien, ya es obvio que el gran flujo audiovisual del mundo lleva tiempo produciéndose fuera del sector oficial del cine, las narrativas del afuera cinematográfico son más difíciles de validar como tal. La abuela, la tía, el primo, mi amigo tal y cual, la gente común, si no tienen esa validación de “haber estudiado o estar estudiando cine”, o “ser profesional o está vinculado al sector oficial”, pues no es común que pueda decir y al mismo tiempo aceptemos sin sospecha que mi abuela o mi tía estén “haciendo una película”.
Esta semana realizamos el tercer visionado abierto en la sala B de la Cineteca de Matadero Madrid. Un momento de encuentro que se va haciendo habitual y natural para disfrutar en una buena pantalla, de los avances que van teniendo las 5 películas en marcha de la Fábrica de Cine sin Autor.
En esta cita mensual nos juntamos justo “esas otras personas de cine que estamos  haciendo películas”, más allegados y curiosos..
A medida que pasan los encuentros crece el interés mutuo entre las personas de los diferentes trabajos.

domingo, 24 de marzo de 2013

El Cine fuera de sí. La nueva gente del cine en tiempo-histórico-presente.


En la era en que todo cristo filma,  quizá más que nunca habría que recordar que lo importante no es filmar sino la elección de qué filmar, el pensamiento alrededor del registro.
Tomamos el móvil sin más, por ejemplo, atendiendo a esa típica reacción ante algo que nos llama la atención o vemos necesidad de documentar.  Le damos al rec. Lo miramos con rapidez constatando que “lo tenemos”, que el hecho está ahí como sonido e imagen. Le damos a guardar si no se ha guardado ya y satisfacemos así nuestra dosis de videofagocitación instantánea.
Si a ese mismo gesto le agregáramos durante  un momento una dosis de detenimiento antes de darle al rec, si pensáramos realmente qué, cómo, para qué, desde qué momento y hasta qué momento vamos a hacer la toma. Si pararámos un poco la instantaneidad a la que nos somete el hiperconsumo de aparatos, y pensáramos qué haremos con eso, si lo vamos a unir a otras imágenes, si pertenecerá a una narrativa, si lo exhibiremos  cuándo, dónde y a quién, nos enfrentaríamos a casi todos los asuntos del cine.
Porque el cine comienza ahí donde una cámara se introduce. Lo aceptemos o no, si no hay cámara no hay cine posible si obviamos la imagen creada virtualmente. Si se enciende una, del tipo que sea y donde quiera que sea, el cine ya está aunque todavía no esté ahí.
Pero las cámaras no andan solas, ni se acomodan en uno u otro punto de un espacio con pose observadora. Alguien porta la cámara y en ese momento la cámara es el ojo pasivo y automático de su portador: “Cualquier documental, mío o de otro, sea del estilo que sea, es arbitrario, parcial, prejuicioso, selectivo y subjetivo. Nace, al igual que la ficción, de tu elección” diría Frederick Wiseman, que se internaba en sitios por períodos de tiempo a dejar que la realidad que elegía atravesara su cámara y luego trabajaba el material en la sala de montaje como “una conversación consigo mismo” según decía.
Pensar con la cámara en la mano. 
En nuestro equipo hay gente que viene del trabajo documental y otros que vienen de la ficción. Y aquí tenemos intensos debates justo antes y después de grabar que se prolongan a la hora de montar y continúan. 

domingo, 17 de marzo de 2013

Viaje inseguro hacia la imaginación infantil. O ¿cómo filmar la “locura” de un colegio?


Si uno le pregunta a unos casi treinta niños ¿Y tú qué película harías? y responden queriendo ser vampiros,  princesas, algunos detectives, fantasmas,  zombies, un lobo, algún enano y hasta uno que dice querer ser una persona normal, pues sabe que comienza un viaje a lo desconocido.
Así vamos con la experiencia de película en el colegio Legado Crespo de nuestro barrio, en la que hemos abordado en cada sesión de guión o rodaje diferentes maneras de acceder a lo que escondía ese primer título: Locura en el Colegio. Primero con la palabra y el diálogo, luego con dibujos de unos particulares autorretratos que luego transformarían en el retrato de su personaje, luego con un pequeño cómic con el que nos aproximamos a las acciones que deseaban plasmar y que agrupados por la relación de sus personajes en unos 5 planos que podrían conducirnos a las escenas. Así se agruparon.
Grupo1. JUSTIN VIBORA
Compuestos por 3 vampiresas y 2 princesas

Grupo 2. LAS CINCO AMIGAS DIFERENTES
Compuesto por 1 hada 2 vampiras y 2 princesas 

           Grupo 3. LOS MOLONJIS 
2 vampiros, 2 detectives, 1 niño normal, que se quedó así porque durante la transformación estaba en el baño

Grupo 4. VAMPIREANOS
3 vampiros y 1 enano 

Grupo 5. LOBO / FANTASMA / ZOMBIE 
3 fantasmas, 1 lobo, 1 zombie 

Y uno se pregunta, ¿qué se puede hacer con eso?
Digamos que son  los indicios fragmentarios de un mapa fantástico. Pero posiblemente aún, de una fantasía que toma, mirado colectivamente, personajes de la fantasía ofrecida por el mundo de los adultos. Casi seguramente ninguno de nuestros protagonistas se ha encontrado en la vida real con vampiros, zombies, princesas, hadas. Quizá algún detective si algún familiar ejerciera ese atípico trabajo, quizá alguna persona enana que puedan haber visto o conocer. 
Los niños y las niñas viven en el mundo de los adultos y no al revés. En realidad, no es difícil suponer que no nos atreveríamos, los adultos, a vivir en un mundo creado y organizado por los niños. Posiblemente ni siquiera por adolescentes ni por jóvenes.

domingo, 10 de marzo de 2013

El imperio del cine de la gente común. Crisis de la tecnología cinematográfica ante el imaginario social.


Digamos que es viernes. Estamos en el colegio Legado Crespo y tenemos a casi 30 niños en la biblioteca que esperan la palabra acción y se sumergen en la improvisación de una escena de Locura en el Colegio que fue primero dibujada en un comic hecho en unos 15 minutos. Dos pupitres hacen de tejado donde un vampiro y un chico que hace de “persona normal” mantienen el equilibrio hasta que uno de ellos tropieza y otro cae al vacío mientras  aparece en escena Chupasangreman que lo rescatará en plena caída.
Digamos que es miércoles y estamos en una calle preparando la escena de la comedia policial Mátame si puedes donde el peligrosísimo traficante de armas y su amante traidora se preparan para volar por los aires ante un proyectil de alta propulsión (un juguete encontrado en la calle que es capaz de explotar un automóvil). Detrás de la furgoneta se esconde la viuda vengativa que lo lanzará. Mientras, unos cuantos vecinos miran con gran curiosidad y otros se detienen en mirar a los compañeros que que desparraman un cráneo, sangre y sesos en la calle para simular el resultado de tan vil atentado.
Por allí anduvo el cine, nuestro cine, esta semana. Entre la gente, desde la gente, con la gente.
En esta etapa de producción, tan excesiva como fascinante y desafiante, cada vez se generan más debates entre la quincena de persona que nos turnamos para atender el avance de las películas.
La tecnología cinematográfica y su relación con la realidad es un punto reiterado de esos intensos debates que, al dejar cada sesión, siguen por el resto de la semana.
Hay una constante sensación  de desborde proveniente de que en el centro de toda la operativa cinematográfica están las personas, su imaginario, sus decisiones, sus vidas. 
Personas que no pertenecen a este mundo del “hacer películas” y ante la cual, la tecnología del cine se ve obligada a crear en cada sesión las condiciones para que el imaginario común vayan progresivamente habitando el proceso.
Vamos así, haciendo la película semana a semana sin conocer exactamente el desarrollo posterior que pueda tener.  

domingo, 3 de marzo de 2013

Nostalgia del Nickelodeon y el mensajero del otro cine.


Miércoles 27. Evento mensual de la Fábrica de Cine sin Autor en la sala B de la Cineteca de Matadero Madrid. Debatimos con el acomodador de la sala. Hay 70 butacas pero seguro seremos más. Aparte habrá gente del equipo grabrando. Luego se generará un intercambio entre quienes participan. Protagonistas, equipo, público extraño. Es una exhibición de Cine sin Autor.
El acomodador cumple con su trabajo: cuando se repartan las 70 entradas se cierra la sala y no se permite entrar a nadie. Tampoco se permite a nadie estar de pie y menos grabando. Si viene una inspección se nos cae el pelo.
Resultado. Unas cuantas personas se quedan fuera del evento, niños, amigos y amigas que venían de lejos, personas mayores que ya habían venido al arranque de enero y querían saber como seguían las películas. 
Aparte, habiendo muy poca se hacía difícil obtener buenas imágenes para los intercambios y debates.
Conclusión. Parece que tenemos problemas con el formato en una sala como ésta.
Pregunta: ¿Tenemos un problema nosotros, el protocolo de la sala, el acomodador o el modelo de cine?
Alguien preguntó ¿por qué queremos hacerlo allí si no hay buenas condiciones? 
Respondemos: Las condiciones para ver son óptimas y por eso nos parece importante que la gente vea en una buena sala y con optima calidad los materiales que están realizando, que vivan una vez al mes la experiencia en una sala oficial y que el público ajeno aún a la Fábrica participe, se entere y se involucre, como empieza a suceder. Queremos, además, que una sala acoja otro tipo de cine compartiendo sus buenas condiciones técnicas.
La formalidad que nos antepone el acomodador de la sala es lógica. Nuestros argumentos también.
Podría ser un simple problema de aforo y organización, cierto. Pero también creemos que esconde dos modelos de exhibición.