sábado, 25 de abril de 2009

Cine Inmerso 1. Apuntes para un Nuevo Cine Político. Suicidio Sinautoral. Ruptura con la creación individualista.



No son pocas las veces que nos preguntamos desde diferentes frentes alternativos ¿qué hacer para cambiar las cosas? Es más, creemos que se gasta esta pregunta de tanto hacerla pero sobre todo de tanto “no hacer” algo más que lo urgente o de tanto esperar las condiciones idóneas para una práctica meditada y prolongada.
No dejamos de comprobar como el hiperactivismo militante audiovisual, al que valoramos, muchas veces se disuelve en su propia premura. Incluso las obras de denuncia y contrainformación audiovisual parecen transformarse en una red de microscópicos fragmentos circulantes sumados a la infinita red virtual, a la deriva y espera de receptores. Receptores que ya sea por la coincidencia o rechazo a sus contenidos, permanecen en la misma situación una vez vista la pieza.
La ineficacia de este hiperactivismo militante en el campo de la creación audiovisual, muchas veces, no es un problema solo de este tipo de creaciones sino también de la función que debería operar pero que se diluye en el sobresaturado y casi ilimitado material virtual circulante.
Creemos que un cine político eficaz hoy no puede quedarse en la solitaria (aunque sea solitariamente grupal) elaboración de obras puesta a circular o a exhibir.
En nuestras sociedades occidentales, el Fin del Cine y de lo audiovisual como herramienta transformadora resulta bastante obvio ya. No es el fin de su producción, por supuesto. Pero muy pocas veces un film o una pieza audiovisual nos lleva a accionar en nuestro entorno. Agrega información a nuestra postura habitual y a nuestra manera de estar en las cosas. Hablamos, entonces, del Fin del modo en que hemos conocido y vivido el hecho cinematográfico y audiovisual, ya sea como productores o como espectadores, las dos formas con las que lo hemos experimentado durante la mayor parte del siglo pasado.
Emociona, impacta, repele, provoca, informa, irrita, nos hace gozar, estimula, ilusiona y sobre todo entretiene, no importa ya si pasiva o críticamente. Crea opinión, hace pensar. Sí. Es que esta ha sido su función y lo será mientras se produzca de la misma manera. Un cine que muere en la percepción de su expectación. En su acto de verlo. E ahí su muerte súbita. Es el Viejo Orden de lo que llamamos Arte de Exhibición. Obras que se ofrecen terminadas, para que su efecto quede a la espera de lo que pueda producir como tal en personas en general. Luego de expuesta al público, viene el acto de irresponsabilidad sobre la obra. Es decir, cierto desentendimiento sobre su construcción y sus posibilidades en la deriva social. Ya está hecha. ¡Que circule! No nos planteamos pasar del plano individual de lo creado al plano de la re-creación colectiva de la obra. Porque él o la artista individual lo sentirá como una violación de su privacidad creadora. No recogemos los efectos de la obra expuesta para crear otra obra mayor de manera colectiva, de una manera incluyente. Ahí se deja a los espectadores, lectores, receptores que se apañen con sus percepciones. Desperdiciamos, en el Arte de Exhibición antiguo, la posibilidad de crear una red de creación colectiva con quienes entran en contacto con la obra.
Por una razón muy sencilla. Porque la culminación de una obra en la cultura dominante de tipo capitalista, en su forma de hacerse, es el acto individual del o la artista (o del grupo de artistas) y no la generación de un hacer colectivo a través de ella. Es la exaltación del acto particular, el exhibicionismo autoral. Y la medida de eficacia se plantea en términos cuantitativos de público, audiencia, lectores, espectadores y sobre todo de rentabilidad económica para quienes financian la obra y sobre todo de la difusión y distribución de la misma. Pero siempre son formas de producción de lo que estamos hablando.
Un grupo social que piensa y vive colectivamente la vida no va a producir un cine individualista, competitivo y enajenado (los grupos indígenas de los que hemos hablado muchas veces, son un ejemplo de ello, pero no solo ellos). Eso lo producen personas cuyo substrato social es individualista, competitivo y enajenado. Condiciones todas que forman parte del perfil de creación de nuestras sociedades occidentalizadas de producción capitalista.
Pero en estas mismas sociedades que promulgan haber pasado de la era del Espectador (como categoría de recepción pasiva) a la del Usuario (personas que trabajan con las cosas y las utilizan o las reutilizan, que están activas frente a la realidad virtual y la rehacen), pues, sería interesante que nos replantearamos aspectos profundos de la producción cultural.
Ahora, la ética creadora ya no debería concretarse solamente en actos donde creadores y creadoras exhiban sus obras a personas pasivas que ni siquiera ubican específicamente al momento de hacerlas. Se trataría de preguntarse seriamente. ¿Para quién trabajamos? ¿Para que lo vea quién, cómo y dónde? ¿Para que produzcan qué efectos en quiénes?, ¿Para que usen de qué manera la obra que ofrecemos?
Sí, ¿por qué no? Estamos hablando de la utilidad social, emocional, cultural, política de los objetos culturales que creamos.
Preguntas que son más viejas que el tabaco pero que no dejan de llevarnos a un planteamiento de responsabilidad o irresponsabilidad sobre lo creado y en torno al lugar social dónde son creadas. De elegir entre el autismo creador o la responsabilidad política y social de un creador o una creadora. Que-siem-pre-la-tie-ne.
¿La respuesta-propuesta? Ofrezcamos las obras como procesos-herramientas para su uso a personas específicas. En nuestro caso. Hagamos piezas audiovisuales y películas para gente concreta que pueda apropiárselas y recrearlas colectivamente. Pasemos a ser cineastas y creadores audiovisuales de nuestro descolgado y solitario laboratorio de privacidad subjetiva al sitio social concreto de las personas y grupos que nos rodean. Funcionemos inmersos en un colectivo al punto de disolvernos en él para crear la obra de este colectivo. Renunciemos a nuestro aburrido subjetivismo de iluminados. Y esto no quita la continuidad de nuestra labor privada. No, para nada. En serio que no. La hace mayor, la hace plena, la confronta críticamente para enriquecerla.
Es el Cine Inmerso que decimos en el CsA. Un cine con productores, cineastas, profesionales y activistas audiovisuales en integración horizontal a gente que acepta o decide realizar sus propias representaciones fílmicas. Un Cine ofrecido como espacio de creación a habitar y construir donde el Antiguo Autor sea un Sinautor, que hace un película sin imponer al sujeto social sus ideas preconcebidas, guiones, intereses estéticos, condicionamientos políticos o de producción, etc. Un sujeto creador que se involucra con el sujeto con el cual quiere crear, al que ofrece sus saberes y herramientas de trabajo para empezar a trabajar la película. Suicidio del autor individualista, le decimos. Suicidio Sinautoral.
Pero es importante recalcar que no se trata de un ejercicio de creación menor del encumbrado profesional que va a crear sus obras de filantropía artística. Estamos hablando de una búsqueda de calidad artística mayor y diferente (estética, discursiva, política), producida en igualdad de condiciones con las demás personas.
Pero es que esto no es nada nuevo, sino simplemente una práctica perversamente postergada. Los intentos de inclusión en la propia realización vienen, por decir algunos, desde la lejana forma de rodar de Eiseintein en el Acorazado Potemkim cuando incluye pobladores de Odessa, del cine tren de Medvedkin grabando obreros y exhibiéndoles en sus asambleas el cine revelado en el propio laboratorio ambulante, de las prácticas de Sanjinés con sus métodos reconstructivos, de los diversos intentos de cooperativismo en torno al mayo del 68 francés en sus producciones compartidas entre cineastas y obreros, de muchas de las experiencias del nuevo cine indígena de las últimas décadas y cineastas como Pedro Costa que se han sumergido en realidades para realizar su obra...
Pero si es que seguimos sin inventar nada.
Continuará.
PD. Próxima entrega.
Cine Inmerso. Apuntes 2. La conveniente amnesia sobre el cine colectivo. La Ley impensable del Cine en un país de puro cachondeo.

sábado, 18 de abril de 2009

Rodar y montar para ver. Making ON-Guión Audiovisual en el CsA de Humanes.



Hace unos días mirabamos los 15 minutos de making off que ofrece la página sobre la última película del argentino Lisandro Alonso y nos sigue pasando que muchas veces nos entusiasma de igual manera los documentos de los rodajes tanto como la película misma. Cuando vimos hace unos años el documental A week with Kiarostami de Juji Mohara sobre el rodaje de El viento nos llevará del director iraní, encontrábamos una continuidad emocional muy grande con la propia película.
El rodaje, la construcción de películas por pequeñas o grandes que sean, es una de las cosas que deseamos, digamos, democratizar, colectivizar, compartir con esas “personas cualquiera” que deseen o acepten la aventura de la propia representación fílmica.
Justamente, en el making off de Alonso, se ven algunos ensayos grabados y las sugerencias de dirección que le hace el director al protagonista de la escena. Casi (o sin casi) un guión audiovisual que podría luego verse, suponemos, como herramienta de trabajo.
En Humanes hemos llegado a la 9ª sesión y las obligaciones de estudio y de trabajo de los y las jóvenes del lugar, con quienes estamos haciendo la película que aún no tiene nombre, detendrán el proceso hasta mayo. Es el tiempo social del que hablamos en el Cine sin Autor, es decir, los ritmos y tiempos de las personas protagonistas. Tenemos ahora que esperar pacientemente sus momentos. Todo puede pasar. Incluso que no podamos continuar con la película si los y las jóvenes no salieran de sus obligaciones. Algunos están buscando trabajo y, si lo encuentran, podría obstaculizarse el seguimiento. Esperamos que no. Esperamos llegar al verano ya que se eligió ese momento para hacer un intensivo que permita acabar.
De todas maneras, ahora es cuando vamos a aprovechar, el equipo autor para trabajar las más de 20 primeras horas de grabación de sesiones y escenas que hemos venido realizando y escribir sobre esta experiencia que nos ha llenado de alegrías y aprendizajes durante casi 3 meses.
Hay varias cosas que estamos escribiendo ya pero una más general que nos ha enseñado la práctica y queremos compartir, viene de la última sesión donde el debate sobre la trama argumental y los errores detectados por las y los jóvenes en la construcción de las escenas llevó a la conclusión de que una vez que terminemos con ellas, deberíamos volver a rodar todo nuevamente para solucionar una multitud de errores que han ido detectando una vez vieron el montaje de lo hecho.
Es claro que estamos trabajando un guión audiovisual como el que comentábamos arriba.
Resulta muy estimulante ver como desde la primer sesión donde ni nos conocíamos y no teníamos en común más que la intención de hacer una película juntos sobre sus vivencias o visiones de las cosas, en los últimos encuentros hemos llegado naturalmente a un nivel de autocrítica colectiva, de discusión constructiva, de confrontación de ideas, de comprensión y apropiación por la propia experiencia del funcionamiento técnico de las cosas, de sinceridad. Esto ha hecho de la experiencia en Humanes un agradable y rico trabajo.
El Guión Audiovisual o la Pre-película elaborada colectivamente, nos resulta de gran utilidad en la medida de que permite con pocos recursos, ver y oír el film en versión 1.0 para luego, madurar en el grupo y con una visión de conjunto, su duración, sus lógicas de montaje, su coherencia temática, la preparación eficaz de las escenas, lo que sirve y lo que no, etc. pero ya no sobre un guión escrito o ideas abstractas sino sobre un material que nos aproxima eficazmente al film que imaginó y quiso hacer el colectivo.
“Rodar y montar para ver” sería la máxima. La Película Previa permite una representación bastante aproximada de lo acordado por las personas que protagonizan y dirigen el film. Es parte de los Documentos fílmicos, casi su culminación antes de comenzar a definir la Película final. Una película-guión que permite ver con más exactitud las correspondencias entre lo imaginado y lo representado, tomar opciones, desanimarse o alegrarse, cambiar todo o parte.
Al final, nos van a atraer más los rodajes como experiencia social que las propias películas.
Es una broma, claro. Ya hemos dicho muchas veces que entendemos el cine como un sistema de producción que va más allá y más acá de la película editada.
A ver que nos depara todo esto.

domingo, 12 de abril de 2009

El cine revolucionario de Jorge Sanjinés . Parada obligada para un Nuevo Cine Político.



Para la escritura del segundo Manifiesto del Cine sin Autor, además de estar implementando los trabajos, seguimos interiorizando la propia historia del cine.
Hemos estado repasando algunas películas de Jorge Sanjinés y releído aquel manifiesto que publicara en 1979: "Teoria y practica de un cine junto al pueblo" donde relata sus experiencias con el grupo Ukamau.
Transcribiríamos con gusto muchísimos de los pasajes para que el lector pudiera entrar en estos textos verdaderamente desafiantes, pero aquí solo hacemos comentarios rápidos y reflejos de nuestras lecturas.
Momentos de radicalidad aquellos, en una coyuntura de enfrentamientos explícitos a nivel político con el imperialismo capitalista de Estados Unidos y el papel que el cine podía desempeñar. Ya sabemos que los tiempos han cambiado. A veces no sabemos distinguir si han cambiado tanto en la profunda estructuración de un orden económico injusto y demencial.
Pero lo que nos cuesta admitir es la evidente falta de memoria, frente a muchos de estos hallazgos realmente importantes a la hora de realizar un cine de transformación social eficaz y seria.
Fue la propia práctica de querer rodar en comunidades indígenas bolivianas que sumergió al equipo de Sanjinés a una maduración de su práctica y la llevó a una realización que integró con su método reconstructivo a los propios y las propias indígenas de las comunidades donde rodaba.
Las narraciones sobre los propios conflictos del equipo de realización revelan cómo fueron encontrando a través de los rodajes las soluciones a muchos problemas y con la propia gente específica. Nos muestran a cineastas con una exigente autocrítica, con verdaderos ejercicios de humildad y con una altura moral y política bastante inhabitual incluso en aquellos momentos.
Sus resultados no solo los llevaron a un tipo de realización donde integraron a los y las indígenas en el proceso de realización, a su involucramiento emocional, a su participación en la construcción de los guiones, sino que dieron orígen a películas realmente impresionantes como El Coraje del Pueblo o La nación clandestina entre otras.
Estas experiencias y análisis progresivos les llevaron a romper con el cine de siempre, individualista e imperialista. Los riesgos políticos y económicos que corrieron en cada película y otras tantas claridades que revelan en el manifiesto, siguen siendo hoy, verdaderos caminos por donde necesariamente tiene que pasar cualquier intento cinematográfico que pretenda algún grado de subversión y radicalidad.
No se trata ahora de trasladar recetarios de una época a otra como si fueran fórmulas de actuación que aseguren un Cine revolucionario.
A la luz de estos textos, creemos que en la sociedad capitalísta-urbana, democrática-occidental en la que estamos tratando de explorar caminos de realización que integre a “personas cualquiera” en todo el proceso de producción de un film, debemos correr, quizá, el camino inverso al de Sanjinés. En ellos, la identidad indígena colectiva acabó reventando el modo burgués de hacer cine, tanto a nivel técnico como a nivel de sus contenidos. En nuestras sociedades, donde la fragmentación y destrucción de los diferentes tejidos sociales son algo más que evidente y nos vemos inmersos en una sociedad enfermizamente individualista, donde también el cine se basa en autores individualistas que no hacen más que mostrarnos sus alquimias mentales y afectivas, sus devaneos formales y estéticos, sus problemáticas e intereses personales, sus poses de autómatas desenganchados de cualquier realidad específica local y colectiva que jamás someten sus obras al veredicto y participación de sus próximos inmediatos, vemos que el camino de un cine subversivo pasa entre otras cosas por una práctica que haga justamente lo contrario: que vacíe al autor individual y le quite su lugar de autómata privilegiado, que abra espacios de relación diferentes y nuevas durante el propio proceso de producción de la película que puedan incidir en las relaciones extra-cine, que utilice métodos reconstructivos y proyectivos de las vivencias de las personas protagonístas para que puedan gestionar mejor sus experiencias, que se lance en reflexiones estéticas serias dentro y con el colectivo que produce y protagoniza el film para liberar el territorio mental ocupado por el capitalismo audiovisual de la televisión y el cine corporativo, permitiendo crear su propia representación... y tantas cosas más que estamos redescubriendo en nuestra práctica y que intentamos teorizar en nuestros escritos.
Más cosas estamos anotando ya para el 2º Manifiesto de CsA donde intentaremos sentar las bases de lo que solemos llamar el Cine Inmerso, como una nueva propuesta de Cine político para el siglo XXI que hemos comenzado. Pero aún nos falta mucho trabajo.
En eso estamos.

sábado, 4 de abril de 2009

WIKI-PELI. Las Farsas del entretenimiento masivo. Parte dos. (Con incorporación de un o una fan de la Mahou).




Mientras volvíamos sobre el tema nos vino una interferencia “anónima” de un o una fan de la mahou enojado/a que transcribimos por lo de simpática y reveladora que tiene dicha interferencia:
“Para empezar, el masculino se usa como genérico en español. Puede que no estés de acuerdo con ello, pero el que así lo usa no tiene porqué ser machista, idiota o habérsele olvidado.
Por otra parte, la Wikipeli no es cine, es una campaña de publicidad de Mahou. Si tú eres quien, con tu larga crítica, le das trato de cine, te desacreditas a ti mismo y a tu blog.
Gafapastismo del malo. Vas de guay y te quedas en chachi.”
Entonces y siguiendo con esta “campaña de publicidad de Mahou” que utiliza como medio palabras cinematográficas como peli, corto, director y co-directores, rodaje, cine, para mercantilizar la "herramienta cine" (vaciar de contenido para trasformarlo en mercancía de venta), queremos agregar que justamente era esto a lo que hacíamos referencia con el nombre del artículo, que ahora vemos acertado, claro:“farsas del entretenimiento masivo”. Farsa porque como el comentario de esta persona desenmasacara (se lo agradecemos mucho, si, si) no es Cine, aunque le llamen peli, no es cine aunque le llamen “corto”, no es Cine, aunque promocione que “todos” serán “co-directores”. Serán extrañas coincidencias. El comentario revela entonces que en realidad los espectadores-usuarios serán co-directores de algo que “no es cine”. Es decir, “co-directores de un corto-excusa, que no es un corto”, que es simplemente una campaña publicitaria para vender más cerveza. Algo así como “co-directores de la nada”, pero bueno, esto ya es pura chulería.

Si solo es publicidad ¿para qué utilizan lenguaje cinematográfico? ¿O es que los “profesionales del cine” no saben las complejidades del medio y dicen peli como si hubieran dicho berenjenas?

Justamente, con la ayuda de este comentario (gracias de nuevo) podemos percibir mejor el perverso y vaciado funcionamiento de esta publicidad que fagocita la idea de hacer una película participativa para vender sus cositas. No-descubrimos-absolu-ta-men-te-na-da.

Y eso es lo que nos da por comentar. La rentabilidad mercantil no conoce fronteras. La estructura jerárquica y vertical que pone siempre a famosos y famosas en la cúspide de su delirio para enganchar masivamente a personas cuya única función es ser colgajos humanos que permitan ampliar el espectro expansivo de ventas de su artículo de consumo. Asqueante por donde lo miremos.
La farsa de divulgar un discurso de “co-autoría”, cuando es evidente que es inviable por más que los infantiles spot publicitarios quieran vender payasísticamente que será una peli participada, es algo a lo que estamos acostumbrados, claro.

Parece que basta con decir “es que es una campaña publicitaria” y que estos procedimientos mercantiles son incuestionables y están exentos de utilizar lo que se les venga en gana como contenido o medio con tal de lograr colocarnos más productos.

Pues, pensamos que no. ¿Se puede tener un pensamiento contra-publicitario, suponemos, en este espectacularizado país y ante toda la patochada corporativa empresarial que nos invade? ¿o no?.

La verdad es que llevamos tiempo estudiando y sobre todo utilizando en la práctica la “herramienta cine” con toda su complejidad, en procesos de autoría colectiva, (lo que llamamos en el Cine sin Autor, Sinautoría) y sabemos (por el trabajo en terreno) de lo complejo y desafiante que es un trabajo de esta naturaleza, que tiene varios antecedentes en la historia poco contada del cine. Justo de eso veníamos comentando a propósito de una película participada que se acaba de estrenar en España como Atanarjuat.

Por eso cuando nos encontramos con la farsa de la co-autoría colectiva lo comentamos respetuosamente de la manera en que comenzamos en el artículo anterior: Ja, Ja, Ja...
Sobre todo cuando los listillos “lo venden” como que esta co-autoría es un proceso fácil, instantáneo y posible, desde el arrogante púlpito de las marcas.

Pero no pasa nada por soportar una campaña más en el demencial concierto del corporativismo fagocitador del mercado de consumo.
¡Cómo cansa habitar el universo vaciante y cínico de la publicidad!. Puf.

jueves, 2 de abril de 2009

WIKI-PELI. Las Farsas del entretimiento masivo. O cómo vampirizar las ideas de los usuarios de internet para simular un corto de coautoría colectiva.



Ja, Ja, Ja. Perdamos un poco el tiempo con los listillos de siempre.
Proyecto patrocinado por la Mahou y dirigido por los listillos corbacho y cruz, el Dispositivo-Autor que capitalizará (vampirizará) y gestionarán las ideas de decenas o cientos de usuarios y usuarias. Suponemos que la consigna “Esta peli la hacemos entre todos” incluye a todas las mujeres también. Será un lapsus. Nos cuesta a “todos”.
Los listillos, dice su página, “escucharán e implementarán las mejores propuestas”. Es decir, en calidad de sabios profesionales, decidirán según su criterio, (técnicamente se diría, según lo que se les salga de los cojones) para luego comenzar a hacer partícipes a los usuarios y usuarias enganchadas a su culto, mediante novedosos procedimientos nunca antes vistos: “votación”, “comentario” o “sorteo”. El enganche es que quienes participen de su circo cinematográfico creerán que han hecho una película con los listillos y podrán ostentar en caso extremo (si salen beneficiados con el sorteo, claro) con decir haberlos visto de cerca y en caso sumo, ¡el orgasmo de haberse rozado con ellos sintiéndolos amigos!. Democrática manera de asegurar el pensamiento de que “votar” las ideas de los famosos es participar en la construcción y producción de algo con ellos. Para no perder las formas de la democracia capitalista-representativa de elegir pasivamente “políticos y programas” . No vaya a ser que suframos algún desvío anarquista y decidamos bajar del burro a los listillos mediáticos y pierdan una oportunidad más de saturarnos con su presencia indispensable y sus necesarias “ideas profesionales”.
“Podrás vivir el proyecto mucho más de cerca escribiendo comentarios y siguiendo los resultados de las votaciones y participando en los sorteos”.
A ver. Vivir es vivir y ser espectador disfrazado de usuario frente al teclado no es vivir, es “ser espectador disfrazado de usuario”. Cualquiera que haya estado en rodaje sabe lo excitante que es, cuando se vive como propio, claro. Cuando se toman las cámaras, se planifican todos los asuntos de rodaje, se discute in situ, se opina sobre asuntos técnicos, se trabajan a conciencia las ideas previas... etc, etc. Así que vivir, lo que se dice vivir...(como aquel chiste del medioevo que cuenta que al llegar a las puertas de un monasterio se solía gritar ¡quién vive! y que desde dentro una vez alguien respondió: ¡vivir, lo que se dice vivir... solo el superior!)
Lo bueno, es que todos y todas los “enganchados a la ficción de estar rodando una ficción” recibirán una “Agenda de Co-director”. Importante. Sí. Una agenda de Co-director. ¿¿??
(Puf, cómo cansa escribir sobre esta patochada).
A ver, busquemos el lado positivo, es decir, el lado capitalista del cine, el del puro entretenimiento. Es solo un corto. No pasa nada. Corto viene de Cortos, así en general.
Veamos, por ejemplo, el presupuesto. De la inversión de dinero que hará la Mahou. Suponemos que los listillos no cobran, claro. Estamos tratando de ser positivos. Ya con el valor simbólico de extender su inteligencia y aumentar los caudales promocionales de su imagen suponemos que se habrán conformado.
Busquemos. Eee.. hhh... mmm. click. click. click... mmm...click. click.
Pues, no sé, no dice nada de todo este asunto. No conocemos muchos directores profesionales que empiecen a rodar sin conocer el presupuesto que manejan (o por lo menos el que no manejan). Pero, bueno, se les habrá pasado. O no lo verán importante. El único inconveniente, que vemos, es que sería interesante como aprendizaje de los futuros co-directores (y as, suponemos), que entendieran las complejas relaciones entre un capital técnico-monetario disponible y la producción de la película. Por ese vicio antiguo que existe en el cine de planificar la realización, vamos, que tampoco es por ponernos pesaos.

Relación entre el capital con que cuenta la producción y las posibilidades reales de hacerla habrá, creemos.
En fin, como nos estamos vaciando de tanto hablar del vacío. Mejor vamos a dedicarle otro rato de risas en otro momento. ¡Nuevas formas de espectacularización del capitalismo audiovisual aplicadas a la red! ¡Qué divertidamente cínico!. Merece un poco de atención más ¿no?.
Vamos al water, hacemos cosas más interesantes que estas y seguimos.