
En nuestras prácticas, desde hace algunos años, la relación con la crisis se convirtió desde un principio en un asunto metodológico y político.
Caos y crisis, son dos palabras que parecen relacionarse.
Buscando y simplificando sus significados en relación a cómo la vivimos, el caos lo sentimos como un “estado anterior a todo orden” , algo que subyace a la conciencia presente y la crisis como un “cambio brusco, una mutación importante en el desarrollo de procesos, una situación que pone en duda la continuación de lo que había, un momento decisivo, etc.”
Caos y crisis. Realidad de fondo y situación transitoria entre un orden que desaparece y otro que aparece, provocado o sucedido. La crisis es la evidenciación del caos que potencialmente siempre puede ocurrir. El caos es potencia liberada. La vida, si la dejáramos en su despojada crudeza y fascinante pálpito, por ser puro movimiento, se parece más al caos, sería caos. La ordenamos para soportarla o para gozarla. No estamos muy entrenados para la crisis. Llevamos peor una crisis cuando no asumimos el potencial desorden que nos habita.