domingo, 2 de octubre de 2011

Notas para un nuevo guión del orden mundial. El "Global Punishment Park", la Hechicería financiera, las Colectividades en resistencia. 

En medio del infernal tráfico audiovisual, se pueden tejer muchos guiones posibles para intentar dar sentido a la realidad.
Ya sabemos que las diferentes piezas informativas, divulgativas, documentales o ficciones, no constituyen la realidad, pero con ellas intentamos captar momentos para verla mejor. La dramaticidad que nos han impuesto desde la Monoforma de los grandes medios cinematográficos y televisivos nos determinan casi inconscientemente las preferencias a la hora de activar las cámaras. Nos inclinamos más por la acción que por la quietud, por los momentos dramáticos que por los de rutina de nuestras vidas aunque en realidad constituyan la mayor parte de nuestra existencia.
De esa manera, la colonización audiovisual que llevamos dentro, aún cuando no pertenezcamos a los medios corporativos de la producción audiovisual nos mueve a capturar nuestros fragmentos de realidad guiados por los códigos del dramatismo espectacular. No atrae ya el pacifismo de una colectividad en marcha, si no que nos excita, aunque no queramos, el momento en que la policía irrumpe con violencia en esa manifestación. Nos gusta que pase algo. Como si el vivir solamente no fuera ya un gran suceso.
Esto no significa que debamos inhibirnos ante los hechos violentamente dramáticos que permanentemente vivimos. Significa que deberíamos ser capaces de construir simultáneamente a estos relatos de violento dramatismo, muchos otros donde la vida emerja con otra dignidad y serenidad.
De todas maneras, y en ese flujo impresionante de espectacular dramaticidad informativa, se pueden hacer relaciones y búsquedas sobre posibles sentidos que nos ayuden a comprender en algo la siempre compleja realidad.
Esta semana volvíamos a mirar gracias a Naranjas de Hiroshima que nos lo ha colgado en su página, el film Punishment Park de Peter Watkins, del año 1964, para acabar la serie de textos que nos inspiró en las últimas semanas este cineasta británico.
Su Puniskment Park ( Parque del Castigo), nos hizo pensar sobre el estado actual de las cosas. La voz en off describe a este parque como un lugar de “entrenamiento necesario para policías y cuerpos de seguridad del estado a fin de controlar los elementos que buscan derribar el gobierno de EEUU mediante la violencia y un medio de disuasión punitiva para dichos elementos subversivos". Campos de concentración de rebeldes.
El film comienza con una imagen de la bandera de EEUU clavada en el inhóspito desierto y una voz en off que dice: “Bajo el artículo 2º de la ley de seguridad internacional de 1950, la Ley McCarran, el Presidente de los EEUU tiene el derecho, sin necesidad de la aprobación del Congreso, de decidir en caso de insurrección en los EEUU el declarar el estado de urgencia. El Presidente tiene el derecho también de capturar y detener a toda persona considerada sospechosa de cometer actos de sabotaje. Las personas arrestadas serán interrogadas sin puesta en libertad bajo fianza o necesidad alguna de pruebas para ser encarcelados en los lugares de detención”. Un parque para el ejercicio de la represión por parte del poder en la más absoluta impunidad
En la semana, como siempre, vemos el material que nos llega por las redes constatando muchos vídeos que podíamos relacionar con esta situación de represión policial solo por el parecido de muchas de sus imágenes:
a) la policía neoyorquina arrastrando, golpeando, deteniendo, agrediendo a los compañeros y compañeras que se manifiestan en los alrededores de Wall Street que ya son arrestos por centenares.
b) los indignados de la marcha a brucelas detenidos en Paris y rodeados de policías, mientras jóvenes franceses les increpaban a los guardias desde la acera de enfrente.
c) las multitudinarias manifestaciones de los estudiantes chilenos donde se repiten las imágenes de represión de los carabineros y las constantes detenciones de decenas de jóvenes entrando en esos autobuses espeluznantes.
d)nos vamos aquí al lado y vemos las golpisas de la policía ante los vecinos que impedían otro desahucio en el barrio Las Flores en Málaga incluso después de haberse suspendido el desalojo.
Y así podríamos seguir porque la lista y el material es abundante.
Ya no es el contexto en que Watkins elaborara su metáfora de EEUU en el Parque del Castigo. Ya no son protestas por una guerra particular en un territorio específico como fue la guerra de Vietnam y otras tantas. Ahora podemos notar que los actores en juego son diferentes colectividades, a veces deviniendo en verdaderas multitudes insurrectas que se organizan frente a un enemigo común por todo el mundo: el poder financiero y el sistema neoliberal tanto de los grandes capitalistas como de los grupos dirigentes que se entregan a él, cada vez mejor identificados y señalados como responsables.
Hace algunos días la BBC nos lanzaba otro contenido en formato entrevista que recorrió las redes. Un desconocido tipo llamado Allesio Rastani fue presentado como corredor de bolsa, poniéndole voz a un mensaje sintético sobre la ausencia total de ética de la especulación financiera.
Charlatán, actor o persona real, lo importante no es él sino la cadena pública británica que elige amplificar su mensaje de manera eficaz: “a los mercados les importa un pepino la salud de la economía, los planes de los políticos no van a funcionar, en el mundo no mandan los gobiernos, manda Goldman-Sachs, etc”.
Un relato más. El dramatismo espectacular del reportaje está bien construido. Da lo mismo quien sea este tipo, lo importante es cómo se presenta: bien trajeado y pulcro con apariencia de típico hombre de negocios, rapidez y cinismo en el discurso, simplificación del mensaje, actualidad de su texto (tiranía del beneficio), reportaje inserto en el contexto de una de las principales cadenas del mundo, aparente ingenuidad de la periodista (nos identificamos con su ignorancia sobre economía), breve duración de la noticia (para su mejor circulación y entendimiento casi instantáneo abandonando todo análisis), etc. etc. Si esto mismo lo dice el mismo payaso en un bar de Londres no pasaría de ser un discurso vulgar. Si lo dice un economista decente, es solo una postura disidente. Pero el impacto lo produce esa mezcla de cadena seria, más supuesto especulador real, más mensaje sintético de lo que todos sabemos y comentamos en cualquier conversación. No revela nada. Pero resume en pocas palabras la ética de los grandes capitalistas en una cadena pública de importancia y tiene valor en su contexto. Se inserta a la perfección en el perverso relato construido a base de titulares que asustan minuto a minuto a la población.
La economía es magia negra dice un grupo del 15-M que prepara una acción para la marcha global del 15 de octubre y su hechizo es actualizado segundo a segundo por los medios pagados para ello.
Pero hablábamos de escribir notas para un nuevo guión mundial. Proponemos los grupos de personajes y dejamos a la libertad del lector la literatura que quiera crear con ellos.
Grupo 1. La dictadura financiera global, hechiceros capitalistas, ladrones, delincuentes y criminales que conforman los grandes grupos de inversión. Minorías que se han conformado patológicamente en la delirante búsqueda de beneficios gracias al movimiento sin escrúpulos de sus capitales. La BBC quiso ponerle nombre a sus máximos representantes en la voz de un charlatán: la Goldman Sachs. Pero sabemos que tendríamos muchos más personajes, más inmediatos y próximos y en diferentes escalas. Aquí es el mafioso Botín y sus colegas pero cualquiera puede construir la lista. No se trata de esa abstracción que nos sueltan como “los mercados”, sino grupos de delincuentes y criminales, que en algún lugar viven, en algunos lujosos baños cagan y en algunas oficinas piensan y traman sus crímenes especulativos. Con esmero y trabajo, son localizables.
Grupo 2. La Secretaría global de información al servicio de los delincuentes: grandes corporaciones de medios de comunicación encargados de redactar los guiones que la sociedad debe escuchar para mantener en oculto la verdadera trama de delincuencia especulativa de la hechicería financiera.
Grupo 3. Las Sucursales Nacionales Administrativas: grupos de dirigentes políticos de cada país, payasos y payasas que constituyen la cara visible ante las diferentes sociedades, vendidos a los hechiceros y colgados de sus aspiraciones de convertirse en millonarios. Eliminan todo obstáculo posible en las instituciones y legislaciones de cada país para el libre flujo de capitales de los dictadores financieros. Su labor eficaz les permite aprender los secretos de la hechicería económica. Es un laboratorio de aprendices acomplejados que no heredaron las grandes fortunas pero están desesperados por hacerlas a cualquier precio para sentarse alguna vez al año en los sillones de algún gran lobby de poder global.
Grupo 4. El Organo Global de Represión con sus dependencias nacionales: policías y ejercitos abocadas al control, castigo y eliminación de cualquier disidencia popular que atente contra los delincuentes globales y sus administradores nacionales, donde quiera que estén.
Grupo 5. Los grupos, colectividades y multitudes organizándose, conectándose, asambleándose y buscando reaccionar en cada localidad contra el entramado que han tejido en la estructura internacional de la delincuencia capitalista.
La estructura de corrupción financiera se está buscando atacar en todos sus frentes. Al haberse hecho global valiéndose de las antiguas estructuras del estado (instituciones políticas, legislativas, judiciales, aparatos militares de cada país) ostentan al control absoluto de la población mundial a la que buscan someter en cualquier tipo de enclave de trabajo, desde un simple autónomo hasta fábricas de producción masivas, en la mecánica de sus beneficios privados y minoritarios.
Debemos reconocer que no entrañan ninguna novedad estas notas de guión. Solo que volviendo a ver Punishment Park, nos daba la sensación de que en la mente de los criminales financieros, el mundo se parece cada vez más a un Parque Global de Castigo como el que plantea Watkins, donde disentir es atentado condenable por tribunales que gozan de toda impunidad.
A los disidentes de Watkins se les ofrecía 20 o 30 años de cárcel o 3 días en el Punishment Park. Allí, el reto consistía en que los rebeldes debían atravesar el desierto hasta dar con una bandera de EEUU ubicada a decenas de kilómetros del lugar de partida. Quienes llegaran hasta ella obtendrían su liberación. Pero cuando los pocos sobrevivientes que alcanzan la meta llegaron hasta la ansiada bandera, se encontraron con el último obstáculo que debían sortear: una fila de policías armados exigiéndoles que se detengan. Al no detenerse, solo encontrarán la muerte. La promesa de libertad que ofrecía la bandera de EEUU, era la cruel mentira que escondía el Punishment Park: no había posibilidad de libertad y su muerte estaba decidida.
Hoy día, esa bandera, cuyo material ideológico y simbólico es el salvaje neoliberalismo que proponen sus delincuentes multimillonarios, sigue siendo la gran mentira de libertad que nos proponen los hechiceros de inversión y especulación financiera global. Su gran secreto es que nunca obtendremos beneficios que nos favorezcan.
Deberíamos aprender de la metáfora de Watkins y desengañarnos de que la cínica sonrisa publicitaria de este mulato indigno y pedante que ha ocupado la Casa Blanca, esconde el mismo destino para la población mundial, que la que descubrieron los disidentes del Punishment Parkde en la bandera de EEUU : la muerte.
Este 15 de octubre es una cita para la nueva disidencia del mundo. Ya sabemos que la trama de criminales y cómplices se activará cada vez más. Ya sabemos que son minorías. A parte de impregnarnos del dramatismo espectacular en el que vivimos inmersos, debemos tener el coraje de construir un relato distinto y minar el edificio imperial por su base, aprovechando la potencia colectiva de construirnos otras formas de vida, otras formas de cotidianidad de nuestro vivir y en relación con nuestros próximos alejadas de sus proyectos de muerte. Pero por supuesto, sin dejar de identificar sus oficinas y apedrearles sus ventanas. Pacíficamente, decimos, claro, simbólicamente. Al menos mientras la rabia pueda contenerse. Que nadie nos asegura que pueda contenerse eternamente la indignación que supone soportar tanto crimen.

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