jueves, 20 de julio de 2017

¿Cuál podría ser la primer imagen de la Escuela de Cine Social 2.0?

Miré el móvil porque recordaba que tenía un trozo de la ficción que habíamos grabado en el centro de acogida de Getafe de la CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado) hace apenas unos meses. Era una reconstrucción que habían hecho l@s participantes de su salto a la valla en Melilla. 
Una, la imagen que M. (llamemosle así al refugiado de la foto)  había querido evocar. Esa de cuando cientos de personas, dice el, se agazapan, en silencio y rezando a la espera del momento justo para lanzarse y probar suerte saltando la valla. Algunos pasarán, a otros los atraparán y devolverán, otros quedarán heridos al quedar enredados por las cuchillas con las que el paraíso europeo les espera, alguno podrá morir en el intento.
Como no puedo hacer público sus rostros porque les causaría problemas,  buscaba  fotograma a fotograma alguno en cuyo cuadro me dijera algo pero no se les viera las caras. O no, mejor dicho, buscaba que me hiciera sentir algo. El cuadro de una imagen, si está en su punto, debe tener una carga emocional en su configuración visual, debe hacerte sentir que es ese y no otro,  el que te conmueve. Recordarán ustedes que sobre este argumento  monta toda una película (¿Dónde yace tu sonrisa escondida?) el cineasta portugués Pedro Costa. Una extensa reflexión sobre la manera de montar de la pareja de cineastas Jean Marie Straub y Danièle Huillet. 
Pues mientras hacía ese ejercicio, algo me detuvo en este cuadro que compone el cartel. El muro no estaba recto y, por tanto, me dije,  luego lo acomodaría en photoshop para corregirlo. Pero cuando lo corregí, el cuadro ya no decía lo mismo. Era un capricho mío de orden perceptivo, de racionalidad inútil.
Así que lo dejé como estaba. Dejé que ese desequilibrio me hablara. Y luego, si, sucede eso de que la imagen se te impone y  empecé a intentar entender por qué se me imponía. M. se escapa de la imagen, no le vemos el rostro, salta un muro que desestabiliza el cuadro. Hay un zapato que indica que otro viene detrás. Es urgente. No puede ser retratado. Si lo identifican, tendrá grandes problemas.
Pero si lo observan bien, M tiene un cuerpo de atleta y no forjado en ningún gimnasio, al menos que sepamos. M es guapo, fuerte, elegante y de dulce hablar. 
Quizá no es la imagen más común que nos haríamos al imaginar gente saltando la valla. ¿Cómo imaginamos a la gente que salta la valla? ¿Guapa, fuerte, elegante y de dulce hablar? Ese día M. no había acudido a la sesión del taller. La asistencia, en general,  fue muy informal por varias razones que no vienen al caso. Pero cuando comentamos que grabaríamos esta escena,  era la primera, de repente apareció M y aparte aparecieron varios amigos más y en un rato teníamos a un montón de extras entusiasmados por revivir el momento ese en que muchos de ellos o amigos o familiares, han saltado la valla. Había acción así que aquello fue un jolgorio. Un jolgorio que reconstruía una tragedia. Luego tuvimos que preguntar como se vive ese tipo de humor. Nos desencajaba. 
No voy a contar toda la historia. Otro día lo cuento.
Solo quería comentarles de donde salía esta imagen elegida para la difusión de la primer Escuela de Cinema Social 2.0 porque no queríamos poner cualquier imagen. Esta es la imagen de un refugiado escapando del cuadro de la cámara. Podría ser la cámara de nuestra mirada al recibirlos, podría ser la mirada de una Europa a la que se le escapa una realidad, a estas alturas inabordable.
Nada es tan simple en el complejo asunto de la inmigración y los refugiados. Eso aprendimos en el taller. Pero a veces la realidad es más poética que la ficción.
Así que, buscaba una imagen que nos hiciera soñar con escapar, con un cine que nos permita escaparnos del cuadro, huir de “lo que nos espera”, saltar las vallas de “lo que te han dicho que tenía que ser”, huir incluso, del sueño más amable.
Porque eso vivirán en la Escuela de Cinema Social 2.0 los  y las participantes. 
Queremos transmitirles la experiencia, los métodos, los hallazgos, las equivocaciones, los dolores, la fascinación y los saberes que hemos vivido unos cuantos desde hace 10 años, tratando de escapar con una cámara al encuentro de todo aquel que nunca encuentra como contar su secreta película.
Que la fuerza de la supervivencia de aquellos que atraviesan la valla, su ímpetu, su inteligencia, su concentración y su capacidad de riesgo, nos inspiren esta nueva etapa. 
Que podamos capacitar a muchas y muchos a encontrar y ayudar a producir imágenes únicas. 
He ahí el desafío que aceptamos.

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