domingo, 29 de enero de 2012

Ciberfeudalismo policial-represivo. Resetear la Cultura. Apagar la industria.

No es necesario comentar el caso de ejemplarizante espectacularidad policial que el FBI ha desplegado contra Megauloap.
Dicen que este golpe policial planetario del FBI, nada tenía que ver con la ley SOPA que se intentaría implantar desde EEUU como asalto a la libre circulación de obras y a la libre expresión en general. Días después, vimos como se guardaba esta ley para “esperar mayores consensos”. ¿Consensos entre quién y por qué mecanismos? A los pocos días aparece firmado en Europa el Acuerdo Comercial Antipiratería (ACTA), casi una copia de aquella. De la ley SOPA supimos sus detalles, parece, por Wikileaks pero de la ley ACTA se ha mantenido en secreto y ya está firmada por 22 estados miembros de la Unión "Europena" a los que se suman Estados Unidos, Australia, Canadá, Japón, Marruecos, Nueva Zelanda, Singapur y Corea del Sur y la que dicen no haber firmado Alemania, Holanda, Chipre, Eslovaquia y Estonia.
Estos mismos días la normativa de twitter ha decidido permitir la censura.
Aparte, este viernes nos llegaban por amigos de Facebook estos dos comentarios:

Naranjas de Hiroshima

Acabamos de "hablar" con nuestro amigo y compañero en esta batalla Documaniático, y nos ha dado la peor noticia que podiamos esperar, sin previo aviso le han cerrado el blog, mucho se esta hablando de Megaupload y el FBI, pero me temo que Google no va resultar ser mejor que cualquier cuerpo policial, nos disponemos a hacer backup del blog y del mail, por si acaso. Desde aca le mandamos todo nuestro apoyo a Documaniatico y a otros blogs que puedan estar siendo cerrados, parece que comenzo la caza de brujas, pero hay una cosa bien segura, un "desalojo" otra "okupacion"!!!!!!

Audiodelica Px:

"En toda esta ola de paranoia, me pasó que en Vimeo, que tengo una cuenta que pagué, dieron de baja mi propio material por que creían que violaba el copyright. Porque no tenía un contrato conmigo mismo. Ridículo. Me sentí lastimado. Ni siquiera era dueño de lo mío. Optaron por cerrame sin siquiera averiguar."

Es casi lógico pensar que si ya no necesitan leyes para saquear un país, matar a parte de su población, robar y repartir sus recursos, menos la necesitarán para cortar la libre expresión y la circulación de la cultura.
Acuerdos casi secretos.
No vamos pretender transparencia. Imaginemos que mañana nos anuncien en su planetario aparato publicitario un mensaje que diga: “anunciamos al mundo que 3 o 4 psicópatas poderosos hemos decidido invadir tal país, matar a quien se oponga a la invasión y repartirnos las riquezas que allí encontremos”.
O que en otra campaña anuncien: “otros 3 o 4 psicópatas de la industria cultural hemos decidido que a todo aquel que no compre nuestros productos y aún peor que una vez adquirido lo comparta y aún peor, que sin nuestro permiso, saque algún beneficio propio, le iremos a buscar hasta su casa, esté donde esté y lo meteremos en la cárcel”.
Ni sus retorcidas mentes aguantan tal sinceridad.
Ya lo decíamos hace un tiempo, van revelando su proyecto de mundo: algo muy parecido a aquel "Parque de castigo" de Peter Watkins. Ciberfeudalismo policial y represivo.
El copyrrith, los derechos de autor, va dejando al descubierto la pudrición que esconde: derecho al lucro de los magnates y sus circuitos de colegas por todo el mundo.
La industria cultural gozó de exclusividad durante tanto tiempo que nos han y les hemos acostumbrado a dormir bajo sus cánticos culturales. Los únicos reflejos que veíamos en nuestra caverna fueron sus destellos programados. Consumir sus ocurrencias, sus narrativas, sus imágenes, su música, sus obras, ése era el pacto.
Como si estuviéramos en la enorme plaza del mundo mirando su película y de repente alguien que se hubiera hecho con una copia empezara a repartirla gratuitamente. Como si su bendecido consumidor hubiera encontrado la manera de no pagar por sus productos, y encima hubiera decidido hacer un reparto en mitad de la masa. Hemos pasado de ser mimados consumidores a convertimos en indeseables desobedientes culturales.
Compartir, en el capitalismo, empieza a estar penalizado con cárcel.
A partir de estos hechos, podemos analizar los matices del lucro, de los intermediarios, de la incorrección de ciertos otros negocios que se benefician de ese gesto. El problema no es el lucro en sí ya que este es el manjar de los dioses de la fortuna. El problema es que el oportunista que se lucre no esté en su lista de admitidos.
La respuesta está en la calle.
Una de tantas, Marzo Negro. Anonymous convoca a no comprar durante el mes de marzo música, películas y videojuegos de sus catálogos. Apagón consumidor.
Pero razonamos. Razonemos. ¿Y si apagáramos todo consumo de su espectáculo y ocupáramos el vacío con nuestra sobreproducción? Si saltáramos hacia delante. Apagar todo consumo y sobreproducir cultura haciéndola circular de mano en mano. En el caso del cine, se trataría de abandonar la dependencia que tenemos de su exquisita estética, de su impecable ingeniería narrativa, de su deslumbrante espectacularidad. Desatender su panfletarismo publicitario. Desconectarnos.
¿Qué valor comunicacional, expresivo, narrativo, estético, formal puede tener la producción cultural de estos tipos y sus colegas, si estamos obligados a verla y consumirla bajo amenaza policial y peligro de cárcel en cuanto nos salgamos de su lucrativo formato escénico?
¿Qué puede proporcionarnos, Su Cultura, si nace de su avaricia y vuelve a su avaricia y solo nos utiliza como intermedias máquinas de su plusvalía?
¿Hasta cuándo vamos a seguir enchufados a sus gustos y sus negocios estéticos?
Da toda la sensación de que algunos sectores de la población hemos decidido Resetear la Cultura. Todo lo que habíamos conocido culturalmente está bajo sospecha. Es lento, pero es posible que estemos entrenando la imaginación para que tarde o temprano nos permita desarrollar modelos de producción donde compartir sea la sustancia humana de dónde surja una nueva estética, un nuevo gusto, unos nuevos procedimientos, una nueva fantasía, una nueva narratividad social, un nuevo estado representacional.
Pero ante tanto acoso, deberíamos tener clara la práctica escencial que al fin y al cabo nos permitirá ir alcanzado otro estado social de producción cultural.
Esta semana hemos tenido una serie de reuniones de revisión en nuestro colectivo. Dando cuenta de nuestra fragilidad, compartimos que todo el terrorismo ambiental nos había sumido en estos últimos meses en una espantada individualista, donde resolver las vidas y muchas de nuestras actividades, se había convertido en una subsistencia puramente personal. Desde que comenzamos este camino del Cine sin Autor de manera colectiva, siempre supimos combinar la comunión del encuentro vital porque supimos que ese era el estado idóneo desde donde veíamos ir naciendo nuestra actividad cinematográfica. Pero en este último tiempo nos habiíamos convertido en una sucesión de esfuerzos aislados, atendiendo obligaciones de forma personalista y perdiendo ese centro sagrado que es el de compartir la vida, la vida más allá o quizá antes de toda producción o actividad, por más cultural que sea. Y esto, más que un accidente de nuestro colectivo, nos pareció un signo otra vez político del clima social que nos han creado. Lo conversamos con más gente y aparece el mismo panorama. Separarnos, aislarnos, llevarnos a la resolución de las circunstancias como si de algo individual se tratara. Arrinconarnos de miedo. El estado social idóneo para el reajuste sistémico que nos están obligando a asumir. Si algo de positivo tiene, es que cada vez podemos ver con mayor claridad ese mundo que quieren diseñar, alarmante y asquerosamente alejado de lo que muchos y muchas podemos estar deseando construir.
¿Qué debemos hacer? nos preguntamos. Y la respuesta, por si sirve, puede sonar ingenua, pero es la más eficaz que hemos hallado: “encontrarnos”, sistemáticamente “encontrarnos”, “encontrarnos” conspirativa y planificadamente, “encontrarnos” para encarar juntos las urgencias que la reacción y la organización suponen y que solo las podemos hacer estando juntos. ¿Cómo vivimos y cómo creemos que debemos reaccionar ante el ataque frontal con el que quieren miserabilizarnos? No es tiempo de grandes debates sino de grandes acuerdos. Nosotros hemos discutido estrategias concretas, cercanas, posibles para dar continuidad a las apuestas que venimos haciendo por otras formas de vida y producción. Fortalecer y reinventar las redes y operativas próximas, ser más precisos en los planes, abandonar toda acción que esté condicionada por el miedo inyectado desde sus asquerosos púlpitos, romper el aislamiento imaginando procedimientos de solidaridad para continuar con nuestra vida, romper el enfoque individual para abrirnos aún más a las abundantes experiencias de resistencia activa que emergen en respuesta al terror.
Frontal e inmediata desobediencia práctica. Ante la crónica del derrumbe que o nos paraliza o nos hace huir desparramados a ningún sitio, solo cabe inventarnos una crónica de la confianza, de la estrategia fría, la solidaridad entre los próximos, el diseño de horizontes posibles. Hay que sacar de quicio al miedo y abandonar toda parálisis. Al menos a nosotros nos reactiva la conspiración y la actividad. No vemos otra forma de reventarles su maldito y asqueroso plan.
Repetimos: “No lo hagas tú mismo. Hagámoslo organizadamente juntos. Desobedezcamos al miedo”.

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