domingo, 19 de febrero de 2012

¿Cómo desactivar la función social del Espectador? Viaje en el espesor del ser en su butaca.

Este jueves tuvimos el primer visionado de Cine sin Autor en Toulouse en el barrio La Vache donde comenzaron las compañeras el proceso a finales del año pasado. El objetivo era el de siempre, explorar reacciones frente a la imagen producida localmente y comenzar a involucrar lentamente a vecinos.
En el documento, uno de los capítulos eran las opiniones de transeúntes abordados en la calle, que luego de unos minutos de entrevista contestaron a las preguntas de siempre: si hicieras un film ¿de qué tema trataría?...¿qué forma tendría? ¿qué rol te gustaría tener a tí?
Las preguntas no pasaron de relatos de vida, la vida del barrio, la ecología en referencia al barrio y los más jóvenes, película de acción, de deportes y cosas generales. Y los roles, todos los posibles: espectador, actor, actriz, cámara, guionista, director...
Son las respuestas de primera reacción que muchas otras veces se han dado también en Madrid.
Sobre la influencia o efectos de la imagen de cine de los productores sobre el imaginario de los espectadores hay opiniones y tesis de todos los gustos. Las más críticas pues, en un extremo de la gama, afirmarán que hay un condicionamiento total siendo los espectadores puras marionetas masificadas de sus juegos de negocios audiovisuales. En el otro extremo están las que dicen que los espectadores no son idiotas y discriminan muy bien lo que quieren y lo que no y que se dejen los críticos de tanto intelectualismo. Condicionamiento total o incidencia nula sobre el espectador. Entre una y otra, suponemos que estará la zona de verdad.
En las primeras experiencias habíamos llegado a concluir que la insistencia en “cosas de la vida” como temática, podía revelar que cuando se les permite a “esos habituales espectadores” pensar sus propias películas, la reacción era vincular el cine a su circunstancia vital, sus problemáticas, sus asuntos. Incluso nos llevó a pensar con cierta alegría en el primer extremo: la gente no está tan alienada por la ficción como creemos y olvida, a la hora de producir, las influencias.
Luego, trabajando sobre todo con grupos de jóvenes con los que hemos hecho experiencias más prolongadas, el proceso ofreció otros espesores y otras complejidades.
En mitad de la realización y debates de las escenas, cuando se va dando la transformación de espectador a productor, aparece de todo. Repeticiones de tópicos de la ficción dominante y avances en el acercamiento de la propia representación vital. Podríamos decir que recorremos de esa manera el camino entre los dos extremos: la gente no es tonta y no está alienada por las ficciones dominantes, a la vez que sí, de repente le salen imágenes aprendidas del colonialismo audiovisual televisivo y cinematográfico y repiten tópicos.
Cuando analizábamos las imágenes de Toulouse, en ese primer contacto a pie de calle y escuchábamos otra vez la gama de cosas que van desde asuntos de la vida y lo social que les rodea a la vez que tópicos de ficción dominante, y cuando mencionaban las formas conocidas para hacerlo, “reportaje”, “documental”, “ficción”, los años de trabajo nos permiten conclusiones más complejas.
En la primera Jornada de Cine sin Autor en Medialab Prado de Madrid, planteamos un ejercicio parecido: imaginemos que nos vamos a un pueblo desconocido a hacer cine ¿cómo lo planificaríamos?¿qué habría que tener en cuenta?
La gran mayoría de las personas presentes están relacionados con la producción audiovisual como profesional, docente, investigador, realizador, etc.
La primer respuesta de uno de los participantes fue preguntar: ¿hay presupuesto? Las siguientes, en su mayoría, hablaban de diferentes formas de abordar el trabajo: hay que hacer un guión... no, hay que conocer a las personas del pueblo... no, hay que ir y grabar primero, etc.
La diferencia del primer grupo de personas de Toulouse con los segundos, es su relación con la produccion, el conocimiento que tienen sobre lo que implica hacer cine, lo que supone su producción.
“Espectador de cine”: categoría social y actitud con la producción y exhibición de imágenes.
Históricamente, una primer actitud se podría ubicar antes del 28 de diciembre de 1895.
Los espectadores primeros o presentes no deben haber sido más que los encargados, inventores y trabajadores de los diferentes talleres y laboratorios donde se estaban desarrollando aparatos óptico- fotográficos precursores del cinematógrafo. Los cercanos a la producción. A éstos, hemos de suponer, se sumarían sus próximos y allegados que seguramente podían ver aquellas imágenes, gratuitamente. “Espectadores presentes” les llamamos.
Una segunda actitud espectadora comenzaría el día que las primeras personas ajenas a aquellos inventos, sin tener relación con la producción, pagaron para ver las imágenes en movimiento que estos ofrecían en algún sitio público. 28 de diciembre de 1895, fecha oficial del nacimiento del cine. Espectadores remotos, les llamamos.
Esta diferenciación histórica, cronológica, se instalará en el Cine como diferenciación permanente y no solo cronológica. Siempre encontraremos el grupo de espectadores responsables de la producción, que lo ve, necesariamente en primer lugar y que llegado un momento, seguramente amplian al círculo de conocidos que verán de manera privilegiada el resultado del trabajo, los previos de la película, de manera gratuita. Siempre hay Espectador presente-productor.
Luego de terminado el film, comenzará la explotación o exhibición pública de la película para quienes no han estado vinculados a la producción. La gran masa potencial de espectadores remotos. Los comunmente llamados “espectadores” sin distinguirlos de los primeros o presentes.
La pregunta "¿Qué película piensa hacer?" es una pregunta para productores, inversores y profesionales del cine, no para la gente común, no para los espectadores.
Nuestra pregunta, punto obligado de arranque en el Cine sin Autor, es una pregunta sacada de sitio, incorrecta, ilógica. La pregunta correcta en el sistema audiovisual dominante para un espectador es:" ¿qué película quisiera ver, qué películas le gustan?"
Es la lógica que ubica al espectador como consumidor final, cifra estadística, población consultada. Estos datos son los que permitirán analizar tendencias a los productores para seguir ofreciéndole sus creaciones buscando público masivo. Todo en su sitio: el productor en su beneficio (aunque este sea solo profesional) y el Espectador en su butaca.
El protocolo de producción del sistema audiovisual tiene clara la función social de cada quién. Desactivarla es un asunto de prácticas más que de teoría interpretativa. Esta ayudará a interpretar la realidad pero después hay que abordarla, hay que entrar en la batalla.
¿Cómo desactivar la función social de Espectador?
Una escalada de operaciones se nos hacen evidentes para romper el protocolo cinematográfico y su lógica a medida que avanzamos en diferentes experiencias.
1) Primer ruptura. El Viejo Espectador no mira lo que otro le pone delante. Responde a la pregunta imaginando su película. La pregunta que nunca va dirigida a el se la hacemos a el: imagina la película que quisieras hacer.
2)Segunda ruputra. Vamos a hacer lo que imaginas. El Viejo Espectador pone en situación y en escena lo que imagina y lo hace con otras personas de su condición. Se hace protagonista, guionista y director de su propia imaginación. La pone en escena, se pone en juego, la protagoniza.
3) Tercer ruptura: El Viejo Espectador mira, participa, debate y decide sobre el las imágenes en la que ha sido gestor y parte decidiendo los brutos y montajes. Se hace montador.
4) Cuarta ruptura. El Viejo espectador se apropia de su película una vez terminado todo el proceso. La gestiona, habla de ella. Se hace productor y propietario de su propia obra.
Es obvio que todos estos procesos no se dan por sí solos. Se necesitan enmarcar en unas concepciones muy diferentes del cine, en actitudes diferentes por parte de quién es propietario, productor y gestor habitual de películas. Se necesita otra política general (una Política de la Colectividad que decimos), se necesita una operativa concreta (la Sinautoría o renuncia voluntaria de los autores en su autoridad y su habitual status y rol social), se necesitan momentos y espacios de producción común (Estudios Abiertos de cine, como les llamamos a nuestro módelo de fábricas)
Pero no queremos dar por fácil lo que no lo es. Cada vez más se nos acercan personas y colectivos que se interesan por la producción colectiva audiovisual o que nos comentan “estamos en lo mismo”. Y aparte de que nos anima y alegra también repetimos la consigna: al menos en este tipo de sociedad, hay que trabajar mucho para llegar a decir que hacemos una práctica colectiva de cine.
El visionado que hicimos esta semana en Toulouse supuso el siguiente trabajo:
a) Rodaje de varias personas de las grabaciones en el barrio... varios días durante algunas semanas.
b) 10 días de montaje de una de las compañeras sobre el documento fílmico mientras otra hacía todas las tareas de contactos, flayers y hoja informativa.
c) El diseño que otro compañero hizo de este material.
c) Un centro público del barrio donde se hicieron las grabaciones. Supuso negociaciones y trámites ya que no tenemos instalaciones propias.
d) Un compañero que viaja de Madrid a Toulouse para dar apoyo.
e) Revisión de todo el documento fílmico y ajuste final del montaje el día previo del visionado.
f) Preparación del equipo de sonido y proyector de alta calidad del Centro de Artistas Autogestionado Mix’Art Myrys donde tenemos el estudio.
g) En la tarde del visionado, supuso cargar todo en una furgoneta, descargar en el centro y preparar el equipo para que finalmente ocurra la sesión.
h) Al otro día hubo que evaluar resultados y derivas del visionado, pensar en el taller permanente que comenzarán las compañeras en el propio centro con algunos de los jóvenes que presenciaron el documento en el que salían, coordinar apoyos ofrecidos al día siguiente por el Director del Centro de Animación que nos manifiesta su entusiasmo por las imágenes y el evento (solo para asegurar la continuidad del trabajo), pensar en otras intervenciones con colectivos que no asistieron al visionado pero que fueron parte de la película...
Este trabajo lo venimos haciendo desde hace años. Cada vez.
Cuando hablamos de desactivar al Viejo Espectador, no estamos pensando solamente en conceptos y refexiones intelectuales, que también son parte de nuestro trabajo y lo hacemos con gusto y diciplina pero que sabemos poco eficaces si no entran en juego y batalla con realidades concretas. Cuando decimos estas cuatro sencillas palabras “Desactivar al Viejo Espectador”, estamos pensando en cada visionado que hemos hecho desde el año 2007 en muy diferentes sitios y grupos y con reacciones muy diversas a las que hemos tenido que enfrentar y analizar, en visionados como el de esta semana en Toulouse, todos con una carga de trabajo similar. Pensamos en muchas horas de montaje cada vez para devolver documentos fílmicos que serán modificados por la intervención de los participantes porque es la única manera de avanzar en pensando desde un común. Pensamos en rodajes colectivos llenos de caos, intensidad, locura, acuerdos y desacuerdos, equivocaciones y frustraciones de todo tipo al igual que en momentos increíbles de hallazgos, sorpresas, procesos inexplicables, fascinantes y altamente estimulantes tanto en el plano social como cinematográfico.
Reflexión-conceptualización-teoría-encarnación-juego y batalla entre personas, circunstancias y lugares-reflexión-conceptualización, teoría. Nuestro camino.

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