Luego de leer el libro “Audiovisión” de Michel Chion (que no estaría mal releerlo) donde hace una recopilación de sus investigaciones sobre las relaciones entre el sonido y la imagen en la percepción humana, nos queda dando vuelta esa idea de que muchas de nuestras experiencias actuales con respecto al audiovisual ya no se ven, sino que se “audioven” y que el acto se presenta como una percepción específica: la Audiovisión.
El libro por momentos parece un lucidísimo intento de recordarnos algo así como un “había una vez un ser humano que tenía dos sentidos, oído y vista, acostumbrados a contemplar por separado el mundo sonoro y el visual” (exagerando, claro, salvo en caso de invidencia o sordera siempre tenemos los dos activos).
Pero es verdad que hoy día “audiovemos” productos y obras culturales audiovisuales a troche y moche. Es decir, creaciones que se valen de las dos materiales, sonoro y visual, para producir representación discursiva. Al cine le costó lo que le costó capturarlos sincronizadamente y hacer con ellos lo que hizo. De ahí todo lo que siguió o se agregó.
Nos preguntamos si, a base de tanto entrenamiento, nos damos real cuenta de haber desarrollado este Aparato perceptivo específico de la Audiovisión. Que hemos mutado, vamos.
Siempre se enseña el aparato de la vista y el aparato del oído. ¿Pero el aparato de Audiover?.
Las relaciones contaminantes entre ambos sentidos para producir, juntos, determinados efectos en nuestro interior son, de todo, menos simples. Y mucho nos aventajan los que llevan un siglo conquistando dicho aparato (el mismo en que tardó en generarse la mutación).
Y ya, si nos asomamos a las generaciones nacidas en cunas de nuevas tecnologías, pues vamos bien. Ya no leen, se queja bastante el sector docente envejecido, que siempre parece querer introducir a las nuevas generaciones, no al mundo de las herramientas con que conviven, sino al mundo de las herramientas en que han vivido ellos y ellas. El mundo que ya no es.
La alfabetización (aprender a leer y escribir) ha sido la gran batalla de la concientización crítica, cosa entendible pero no menos discutible. La era de la palabra escrita que se hace circular en ese artefacto libro, con su coherencia de signos y lectura. Libros que, aún hoy, ni siquiera, tiene la mayoría de la población de muchos países como se los tiene en el mundo (iba a decir desarrollado pero mejor digo democrático-consumidor capitalista - por no estropearlo y ser educado).
Pero, si ya esto puede ser polémico, ¿qué hacemos con el mundo de la Audiovisión cultural?
Podemos preguntarnos si las generaciones urbanas nuevas que capturan la realidad desde cualquier dispositivo con absoluta rapidez y que, igual de rápido, manipulan, editan y hacen circular sus opiniones mediante elementos audiovisuales (musicas, voces, sonidos, fotografías, videos casi instantáneos) no son tribus que en el futuro se expresarán más con Audioimágenes que con palabras escritas o leídas.
Audioimagen, después de todo, es una buena y útil célula comunicativa, básica para construir abecedarios y movernos por el planeta de la Audiovisión que nos plantea Michel Chion.
Audioimagen: unidad mínima de expresión que combina una imagen con uno o varios sonidos (incluída la voz humana) o un sonido con una o varias imágenes (incluída la palabra escrita) con las cuales se puede crear un discurso audiovisual o cinematográfico.
El cine y el audiovisual en general no son más que flujos, secuencias pensadas de Audioimágenes para expresar nuestras percepciones y concepciones del mundo.
Bueno, cosas que nos ponemos a pensar. Le daremos más vueltas, claro.
El libro por momentos parece un lucidísimo intento de recordarnos algo así como un “había una vez un ser humano que tenía dos sentidos, oído y vista, acostumbrados a contemplar por separado el mundo sonoro y el visual” (exagerando, claro, salvo en caso de invidencia o sordera siempre tenemos los dos activos).
Pero es verdad que hoy día “audiovemos” productos y obras culturales audiovisuales a troche y moche. Es decir, creaciones que se valen de las dos materiales, sonoro y visual, para producir representación discursiva. Al cine le costó lo que le costó capturarlos sincronizadamente y hacer con ellos lo que hizo. De ahí todo lo que siguió o se agregó.
Nos preguntamos si, a base de tanto entrenamiento, nos damos real cuenta de haber desarrollado este Aparato perceptivo específico de la Audiovisión. Que hemos mutado, vamos.
Siempre se enseña el aparato de la vista y el aparato del oído. ¿Pero el aparato de Audiover?.
Las relaciones contaminantes entre ambos sentidos para producir, juntos, determinados efectos en nuestro interior son, de todo, menos simples. Y mucho nos aventajan los que llevan un siglo conquistando dicho aparato (el mismo en que tardó en generarse la mutación).
Y ya, si nos asomamos a las generaciones nacidas en cunas de nuevas tecnologías, pues vamos bien. Ya no leen, se queja bastante el sector docente envejecido, que siempre parece querer introducir a las nuevas generaciones, no al mundo de las herramientas con que conviven, sino al mundo de las herramientas en que han vivido ellos y ellas. El mundo que ya no es.
La alfabetización (aprender a leer y escribir) ha sido la gran batalla de la concientización crítica, cosa entendible pero no menos discutible. La era de la palabra escrita que se hace circular en ese artefacto libro, con su coherencia de signos y lectura. Libros que, aún hoy, ni siquiera, tiene la mayoría de la población de muchos países como se los tiene en el mundo (iba a decir desarrollado pero mejor digo democrático-consumidor capitalista - por no estropearlo y ser educado).
Pero, si ya esto puede ser polémico, ¿qué hacemos con el mundo de la Audiovisión cultural?
Podemos preguntarnos si las generaciones urbanas nuevas que capturan la realidad desde cualquier dispositivo con absoluta rapidez y que, igual de rápido, manipulan, editan y hacen circular sus opiniones mediante elementos audiovisuales (musicas, voces, sonidos, fotografías, videos casi instantáneos) no son tribus que en el futuro se expresarán más con Audioimágenes que con palabras escritas o leídas.
Audioimagen, después de todo, es una buena y útil célula comunicativa, básica para construir abecedarios y movernos por el planeta de la Audiovisión que nos plantea Michel Chion.
Audioimagen: unidad mínima de expresión que combina una imagen con uno o varios sonidos (incluída la voz humana) o un sonido con una o varias imágenes (incluída la palabra escrita) con las cuales se puede crear un discurso audiovisual o cinematográfico.
El cine y el audiovisual en general no son más que flujos, secuencias pensadas de Audioimágenes para expresar nuestras percepciones y concepciones del mundo.
Bueno, cosas que nos ponemos a pensar. Le daremos más vueltas, claro.
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