Ayer nos reunimos quienes formamos el Colectivo Cine sin Autor para dar arranque al año formalmente, analizar la situación del proyecto, la situación general, las instituciones con las que estamos en relación y sobre todo para planificar el trabajo en terreno. Somos 8 personas ahora. 4 mujeres y 4 hombres. Las edades van desde los 25 hasta los 46. Las situaciones personales varían desde universitarios que acaban de terminar sus carreras vinculadas al cine, al audiovisual, la literatura hasta otras personas que llevan 10 o 15 años trabajando en diferentes instituciones en el ámbito de la educación no formal desde sus antiguas carreras de sociología, periodismo, historia. Las nacionalidades, pues, Alemania, Francia, Uruguay y España. La mayoría hemos vivido en diferentes países por largas temporadas de estudio, vida o trabajo: Bélgica, México, Holanda, Italia, Portugal, Argentina, Brasil, Chile, Guatemala y Estados Unidos . Son países en los que alguno o alguna del grupo ha vivido y un conocimiento que alimenta nuestros puntos de vista. Podríamos decir que tenemos una rica variedad de experiencias, largas capacitaciones, mucha capacidad de trabajo y amplitud de miras. En el comienzo de la reunión, por ser arranque de año, compartimos nuestra situación personal para testear la vida, que al final, es siempre lo que más nos interesa, lo que defendemos y amamos.
A pesar de esa riqueza de experiencias y saberes, común a muchísimos colectivos, asociaciones, y grupos activistas, la precariedad laboral fue un tema constante. Una precariedad que o bien se plantea como un problema de inserción en la sociedad del trabajo para quienes acaban de terminar su carrera o bien agrede de manera infame a quienes están inmersos en el esperpéntico mundo del trabajo cultural, educativo, social según los viejos modelos. Agresión y abuso, son las palabras más adecuadas para describir esas operativas de empleo. Cualquiera conoce el sonambulismo laboral de las masas de desempleados y desempleadas que deambulan en la noche neoliberal esperando que se encienda la luz de una ventana que suponga un trabajo.
Nada de esto es nuevo salvo la aceleración que ha tomado el proceso de destrucción social vía recortes de presupuestos públicos. El Estado español lleva mucho tiempo en estrategias de vaciado económico de la población. Succiona dinero de las economías domésticas para transferirlo a la insaciable economía particular de los directorios financieros. Como disecando animales, deja a la gente con su apariencia de estar vivos aunque estén incrustados con alfileres a la macabra superficie de la especulación.
Esta reunión a la que hacemos referencia fue ayer sábado. Y ese panorama inicial de desasosiego económico en nuestras vidas, seguramente tenga que ver con otra reunión que hubo el día anterior, a no mucha distancia de la nuestra: unas 350 personas se reunieron en el edificio del Congreso, ese teatro feudal de los negocios privados, para decidir una reforma de la Constitución española que sea capaz de proyectar una imagen de buenos pagadores ante unos colegas de las altas finanzas y, sobre todo, a los ojos de una colega alemana que les orienta de como hacer estas maniobras.
Quienes decidieron tal operación, no han consultado a la población y casi ni a sus mismos miembros de partido. Esos 350 tipos y tipas que estaban en esa reunión no tienen ningún problema de precariedad laboral y no lo tendrán jamás hasta el final de sus vidas. Y uno podría pensar que estos okupas de las instituciones españolas, pueden haber hecho bien su trabajo particular y tener su merecida recompensa, pero no, su seguridad salarial vitalicia proviene de la contribución que hace la ciudadana a través de sus impuestos.
Los 47 millones de personas que constituimos este país, para podernos construir una circunstancia de vida favorable, dependemos de estos 350 personajes para los asuntos más globales. Los ciclos de votación cada cuatro años solían legitimar sus acciones pero en algún momento perdimos el contacto con estos kamikazes de su propio beneficio, becarios de otros despachos más secretos que nunca vemos aunque nos condicionan la vida de manera insoportable.
Pero estas reflexiones fueron al principio de la reunión solamente. Luego optamos por lo de siempre, por potenciar la vida y no la queja, por no saturarnos de análisis y definir mejor las acciones.
Comenzamos el año con la mesa cargada. Preparamos para octubre una nueva web para poder dar una visión más completa de nuestro trabajo; entramos ahora en septiembre en dos meses de corrección del borrador del manifiesto esperando publicarlo para diciembre; haremos cuatro meses de intensa intervención en el barrio para cerrar con la edición de un DVD los casi tres años de trabajo y retomamos el proyecto con los jóvenes del instituto de adultos. Será el segundo año escolar de actividad con los que esperamos también cerrar una “fase película” del proyecto para marzo del 2012. Comenzaremos también en este cuatrimestre a atender algunas demandas de intervención en jornadas y cursos que nos han solicitado algunas instituciones y un grupo de jóvenes de la Universidad Complutense, con el fin de generar debate y herramientas críticas sobre el cine. Ya iremos comentando.
A pesar de este lamentable estado económico e institucional que venimos analizando, quizá ya no sentimos el desierto social en que muchas veces hemos expresado sentirnos.
Comentábamos en la reunión que será un nuevo año de actividades en mitad de una crisis fuerte de modelo y de referencias estables. Las multitudes que han irrumpido en diferentes países y de maneras muy diversas, parecen traer consigo una conciencia y un espíritu de "refundación" del modelo político, cultural y sobre todo de su gestión económica, que posicionarse, a crear otras formas de pensamiento, otras operativas administrativas de lo público, otros vínculos sociales, otras maneras de producción.
Esta semana la noticia fue en Kikar Medina (Plaza del Estado) de Tel Aviv donde se concentró una multitudinaria concurrencia, dicen, que de más de 400.000 personas. Las primeras veces que ocurrían estas irrupciones multitudinarias en el mundo árabe a comienzos de este año, nos parecían un asunto excepcional, emotivo pero lejano. Pero a medida que vamos viviendo nuestras propias explosiones sociales se nos va haciendo cada vez más habitual este tipo de acontecimientos y procesos que buscan transformar esos viejos modelos.
Luego de las explosiones, de la ocupación del espacio público y de la protesta masiva, ese viento de fundación del tejido institucional y social debe comenzar a buscar nuevas formas de organización, penetrar en el espesor de la vida social, poblarse de encuentros, de conversaciones, desintoxicarse de la información mediática para encontrar otros canales y otras formas de crearse opinión, habitarse de asamblearismo, etc.
Tarea que nunca es tan espectacular ni vistosa como sus arranques, pero que constituyen el único camino de transformación.
Cuando veíamos el debate sobre las enmiendas a la reforma de la constitución en el teatro de los diputados, nos cuestionábamos nuestro propio saber sobre lo que estaba ocurriendo allí mientras se leían incisos, enmiendas y acuerdos casi incomprensibles para la gente de a pie.
Hemos delegado tanto tiempo la organización pública de nuestra vida, que resulta lógico que ahora tengamos que pedirle a un experto que nos simplifique los conocimientos de economía para poder entender algo, o las enmiendas a la constitución, o el funcionamiento judicial y así cualquier conocimiento de lo que constituye la gestión de la vida pública. Parece que debiéramos re-aprender a ser ciudadanos críticos para dejar atrás nuestra condición de espectadores pasivos votantes cuatrianuales. Todo ese mundo de la alta institucionalidad de las entidades públicas, son como castillos feudales inaccesibles donde se habla una lengua inentendible que a nadie le interesa enseñar para, así, perpetuar la ignorancia y con sus privadas maniobras. Es la lengua del poder.
¡Qué mejor techo al déficit que la austeridad, la transparencia ante la población y la eliminación de toda corrupción!
Refundar una sociedad pasará escencialmente por largos procesos de reeducación y re-información sobre la gestión y el funcionamiento de la vida pública en todos sus aspectos.
Cada uno deberá hacerlo en sus posibilidades y vocaciones.
Comenzamos el año. Y todo el que quiera ilusionarse, debe buscar la manera de salir de la vieja cultura social y sumergirse con toda la fuerza posible en la potencia que traen los nuevos tiempos. Lo colectivo no es un modelo ya establecido que haya que seguir, sino más bien la capacidad de imaginarnos en estrechos, productivos y duraderos encuentros con diferentes personas, la ilusión de querer construir "Nosotros".
En tiempos de refundación de nuestra sociedad, que mejor circunstancia para seguir planteándonos democratizar radicalmente el cine. Tarea larga en la que iniciamos una etapa más.
Buen año a quienes nos siga.
A pesar de esa riqueza de experiencias y saberes, común a muchísimos colectivos, asociaciones, y grupos activistas, la precariedad laboral fue un tema constante. Una precariedad que o bien se plantea como un problema de inserción en la sociedad del trabajo para quienes acaban de terminar su carrera o bien agrede de manera infame a quienes están inmersos en el esperpéntico mundo del trabajo cultural, educativo, social según los viejos modelos. Agresión y abuso, son las palabras más adecuadas para describir esas operativas de empleo. Cualquiera conoce el sonambulismo laboral de las masas de desempleados y desempleadas que deambulan en la noche neoliberal esperando que se encienda la luz de una ventana que suponga un trabajo.
Nada de esto es nuevo salvo la aceleración que ha tomado el proceso de destrucción social vía recortes de presupuestos públicos. El Estado español lleva mucho tiempo en estrategias de vaciado económico de la población. Succiona dinero de las economías domésticas para transferirlo a la insaciable economía particular de los directorios financieros. Como disecando animales, deja a la gente con su apariencia de estar vivos aunque estén incrustados con alfileres a la macabra superficie de la especulación.
Esta reunión a la que hacemos referencia fue ayer sábado. Y ese panorama inicial de desasosiego económico en nuestras vidas, seguramente tenga que ver con otra reunión que hubo el día anterior, a no mucha distancia de la nuestra: unas 350 personas se reunieron en el edificio del Congreso, ese teatro feudal de los negocios privados, para decidir una reforma de la Constitución española que sea capaz de proyectar una imagen de buenos pagadores ante unos colegas de las altas finanzas y, sobre todo, a los ojos de una colega alemana que les orienta de como hacer estas maniobras.
Quienes decidieron tal operación, no han consultado a la población y casi ni a sus mismos miembros de partido. Esos 350 tipos y tipas que estaban en esa reunión no tienen ningún problema de precariedad laboral y no lo tendrán jamás hasta el final de sus vidas. Y uno podría pensar que estos okupas de las instituciones españolas, pueden haber hecho bien su trabajo particular y tener su merecida recompensa, pero no, su seguridad salarial vitalicia proviene de la contribución que hace la ciudadana a través de sus impuestos.
Los 47 millones de personas que constituimos este país, para podernos construir una circunstancia de vida favorable, dependemos de estos 350 personajes para los asuntos más globales. Los ciclos de votación cada cuatro años solían legitimar sus acciones pero en algún momento perdimos el contacto con estos kamikazes de su propio beneficio, becarios de otros despachos más secretos que nunca vemos aunque nos condicionan la vida de manera insoportable.
Pero estas reflexiones fueron al principio de la reunión solamente. Luego optamos por lo de siempre, por potenciar la vida y no la queja, por no saturarnos de análisis y definir mejor las acciones.
Comenzamos el año con la mesa cargada. Preparamos para octubre una nueva web para poder dar una visión más completa de nuestro trabajo; entramos ahora en septiembre en dos meses de corrección del borrador del manifiesto esperando publicarlo para diciembre; haremos cuatro meses de intensa intervención en el barrio para cerrar con la edición de un DVD los casi tres años de trabajo y retomamos el proyecto con los jóvenes del instituto de adultos. Será el segundo año escolar de actividad con los que esperamos también cerrar una “fase película” del proyecto para marzo del 2012. Comenzaremos también en este cuatrimestre a atender algunas demandas de intervención en jornadas y cursos que nos han solicitado algunas instituciones y un grupo de jóvenes de la Universidad Complutense, con el fin de generar debate y herramientas críticas sobre el cine. Ya iremos comentando.
A pesar de este lamentable estado económico e institucional que venimos analizando, quizá ya no sentimos el desierto social en que muchas veces hemos expresado sentirnos.
Comentábamos en la reunión que será un nuevo año de actividades en mitad de una crisis fuerte de modelo y de referencias estables. Las multitudes que han irrumpido en diferentes países y de maneras muy diversas, parecen traer consigo una conciencia y un espíritu de "refundación" del modelo político, cultural y sobre todo de su gestión económica, que posicionarse, a crear otras formas de pensamiento, otras operativas administrativas de lo público, otros vínculos sociales, otras maneras de producción.
Esta semana la noticia fue en Kikar Medina (Plaza del Estado) de Tel Aviv donde se concentró una multitudinaria concurrencia, dicen, que de más de 400.000 personas. Las primeras veces que ocurrían estas irrupciones multitudinarias en el mundo árabe a comienzos de este año, nos parecían un asunto excepcional, emotivo pero lejano. Pero a medida que vamos viviendo nuestras propias explosiones sociales se nos va haciendo cada vez más habitual este tipo de acontecimientos y procesos que buscan transformar esos viejos modelos.
Luego de las explosiones, de la ocupación del espacio público y de la protesta masiva, ese viento de fundación del tejido institucional y social debe comenzar a buscar nuevas formas de organización, penetrar en el espesor de la vida social, poblarse de encuentros, de conversaciones, desintoxicarse de la información mediática para encontrar otros canales y otras formas de crearse opinión, habitarse de asamblearismo, etc.
Tarea que nunca es tan espectacular ni vistosa como sus arranques, pero que constituyen el único camino de transformación.
Cuando veíamos el debate sobre las enmiendas a la reforma de la constitución en el teatro de los diputados, nos cuestionábamos nuestro propio saber sobre lo que estaba ocurriendo allí mientras se leían incisos, enmiendas y acuerdos casi incomprensibles para la gente de a pie.
Hemos delegado tanto tiempo la organización pública de nuestra vida, que resulta lógico que ahora tengamos que pedirle a un experto que nos simplifique los conocimientos de economía para poder entender algo, o las enmiendas a la constitución, o el funcionamiento judicial y así cualquier conocimiento de lo que constituye la gestión de la vida pública. Parece que debiéramos re-aprender a ser ciudadanos críticos para dejar atrás nuestra condición de espectadores pasivos votantes cuatrianuales. Todo ese mundo de la alta institucionalidad de las entidades públicas, son como castillos feudales inaccesibles donde se habla una lengua inentendible que a nadie le interesa enseñar para, así, perpetuar la ignorancia y con sus privadas maniobras. Es la lengua del poder.
¡Qué mejor techo al déficit que la austeridad, la transparencia ante la población y la eliminación de toda corrupción!
Refundar una sociedad pasará escencialmente por largos procesos de reeducación y re-información sobre la gestión y el funcionamiento de la vida pública en todos sus aspectos.
Cada uno deberá hacerlo en sus posibilidades y vocaciones.
Comenzamos el año. Y todo el que quiera ilusionarse, debe buscar la manera de salir de la vieja cultura social y sumergirse con toda la fuerza posible en la potencia que traen los nuevos tiempos. Lo colectivo no es un modelo ya establecido que haya que seguir, sino más bien la capacidad de imaginarnos en estrechos, productivos y duraderos encuentros con diferentes personas, la ilusión de querer construir "Nosotros".
En tiempos de refundación de nuestra sociedad, que mejor circunstancia para seguir planteándonos democratizar radicalmente el cine. Tarea larga en la que iniciamos una etapa más.
Buen año a quienes nos siga.
Buen año y muchos frutos para este 2011.
ResponderEliminarDesde un proyecto "amigo" (http://bretxaafrica.blogspot.com/)nos encanta leer vuestras reflexiones y conocer vuestras propuestas.
Miguel Àngel